Tras la agresión ocurrida el pasado sábado en una discoteca de Vitoria, el aumento de delitos con navajas y otro tipo de arma blanca ha ocupado gran parte del debate político y social de Euskadi. En la última semana, el Ejecutivo vasco ha planteado acciones como introducir detectores de metales en los locales de ocio nocturno de la comunidad, o dotar a este tipo de espacios de seguridad privada cuando su aforo sea menor de 700 personas. 

Sin embargo, la Ertzaintza y el resto de Fuerzas de Seguridad del Estado, que son quienes primero deben actuar y quienes más experiencia real tienen ante estos sucesos, apenas se han pronunciado sobre el tema o sobre las posibles soluciones planteadas en los pasados días  .

En conversaciones con Crónica Vasca, fuentes del sindicato ErNE, señalan que el incremento de este tipo de denuncias y el aumento respecto a las posibles multas por exhibir algún tipo de navaja o arma blanca, son algo “positivo”, porque “todo lo que se pueda hacer es adecuado”, y apuntan que pueden servir “para echar para atrás a la gente a la hora de salir con este tipo de objetos”.

Sin embargo, aseguran que desde la Ertzaintza, “llevan mucho tiempo” denunciando el aumento de este tipo de delitos, y critican que otras instituciones “pongan el foco en el cuerpo” al mantener que deben ser “más duros” al controlar sucesos como el de Vitoria, o como el ocurrido en San Sebastián el pasado diciembre, que terminó con la muerte de un joven en la capital guipuzcoana

Agentes de la Ertzaintza./ Euskadi.eus

Medidas "tardías" e "insuficientes"

Aseveran que las medias “llegan tarde”, que son “insuficientes”, y que lo realmente necesario es “ampliar” las plantillas; reactivar las unidades de investigación, “que son las que deben dedicarse a la recogida de denuncias y a la prevención de estos hechos delictivos”; y dotar a este cuerpo policial de herramientas que les permitan “actuar con proporcionalidad” ante el delito que atañe. 

Miembros de ErNe explican que desde hace mucho tiempo están pidiendo herramientas “como el acceso al taser", porque desde su perspectiva esto les permitirá actuar de manera más adecuada ante determinados sucesos, y recuerdan que siempre deben regirse “por la proporcionalidad en el uso de la fuerza”.

En esta línea, explica que, actualmente, en el caso de que haya actuaciones con machetes, navajas o cuchillos, los ertzaintza pasan del bastón policial al arma de fuego reglamentaria, lo que aumenta exponencialmente la responsabilidad hacia el ciudadano,  pero creen que tiene que haber un intermedio, como puede ser el taser, que les “permita mantener la seguridad y ser proporcionales con el delincuente”.

Formación para la seguridad pública y privada

También desde el sindicato piden a la Academia Vasca de Policía Y Emergencias y al resto de instituciones el acceso a más formación para que los miembros del cuerpo policial sepan cómo responder ante una escalada del uso de esas armas. Una formación que hasta ahora están dando por su cuenta sobre temas temas operativos y jurídicos ante este tipo de casos.

Además, demandan que esa seguridad privada que el Gobierno vasco ha planteado introducir en los locales de ocio nocturno, “también debe recibir una formación como lo que requiere la seguridad pública”. 

Sin embargo, aseguran que los cuerpos de policía “jamás van a estar suficientemente preparados”, y por ello piden más materiales y más formación, “porque va cambiando el tipo delincuencial, y hay un montón de delitos que lo que requieren es una formación continua”.

Policía local en Arakaute./Irekia

Una falsa "isla" sin delincuencia 

Según los últimos datos de decomisos de armas blancas y objetos peligrosos por parte de la Ertzaintza y las policías locales de Euskadi, en 2022 la Ertzaintza interpuso 440 denuncias por portar armas blancas en situaciones no permitidas, una cifra que, unida a las 528 denuncias impuestas por policías locales, escala hasta las 968 en Euskadi, un 19% más que en 2019, el último año comparable previo a la pandemia.

Desde ErNE señalan que este aumento se atañe a “una especie de efecto llamada”, que puede deberse a problemas sociales, a ciertas conductas “que antes estaban muy limitadas” en la sociedad vasca y a la “falsa sensación de seguridad o autoprotección” que produce a cierto sector “el acto de llevar una navaja”.

Así, apuntan que en los últimos años Euskadi “se había vendido como una isla” en la que había muy pocos delitos, algo que era “totalmente mentira”, puesto que en la comunidad vasca los delitos relacionados con las drogas “son muy acentuados”, y pueden tener relación con el aumento de agresiones con navajas y objetos similares.

“Creemos que el tráfico y el consumo de drogas, ha agravado el caso de las armas blancas también. Es un delito que va ligado a otras historias, y hemos visto que como no hay un control respecto al caso de las drogas, hay gente que utiliza otras herramientas peligrosas”, explican.