El consejero de Educación del Gobierno vasco, Jokin Bildarratz, ha presentado esta semana el borrador definitivo de la ansiada Ley educativa. Dicha presentación es en sí misma una buena noticia porque supone un avanve tras demasiadas demoras al respecto. Pero las cosas no parecen ir por buen camino. Ni para el consejero ni para los ciudadanos.
Al texto presentado le falta concreción en un asunto tan determinante como el de los modelos lingüisticos. Además, el amplio consenso previo entre cuatro partidos ha saltado por los aires. Y, por si esto fuera poco, existen muchas dudas, y más que razonables, sobre si finalmente la Ley estará lista en esta legislatura. Todo ello resulta simplemente decepcionante.