2023 ha sido sin duda un mal año para la familia Rubiralta, 'alma mater' del imperio Celsa y forzada a entregar el control del gigante siderúrgico a los fondos de inversión acreedores por orden del juez. El máximo responsable de la compañía hasta que se ha concretado el relevo, Francesc Rubiralta, deja en lo que se refiere a Euskadi dos firmas (Nervacero y Laminaciones Arregui) mermadas a nivel de tamaño, influencia y empleo tras la cascada de ajustes de los últimos años.
La más grande de las dos, Nervacero, va camino de cerrar un 2023 muy pobre con números de producción por debajo de 2022. Es cierto que el contexto del mercado no ayuda a los grandes fabricantes de acero, pero también lo es que las sensaciones que transmiten competidores como Sidenor, que baraja una importante inversión en Reinosa, son bastante mejores. Los Rubiralta dicen adiós a Celsa con Nervacero en ERTE y con perspectivas de seguir a ralentí en 2024, desde luego una carta de presentación que no es la mejor para la factoría vizcaína ante esta nueva etapa bajo el control de los fondos.