Uno de los protagonistas de la semana en Euskadi ha sido el exlehendakari Iñigo Urkullu, una vez que trascendieron por fin sus planes de futuro. El veterano político liderará una fundación de carácter europeísta con empresarios y perfiles universitarios como patronos.
Este camino suena mejor que una de esas puertas giratorias tan habituales en la política. Y al mismo tiempo evidencia que Urkullu sigue en forma y pretende continuar en la vida pública. Dicho de otro modo, el hombre templado que lideró el Gobierno vasco durante doce años no quiere ser un jarrón chino pero tampoco opta por la retirada definitiva.
Claro que no todo parece tan positivo en esta decisión de Urkullu. En primer lugar, todavía está por ver en qué se concreta exactamente esa fundación, con qué ayudas cuenta y para qué sirve en realidad. Y, en segundo lugar, habrá que comprobar si esta semipresencia pública del exlehendakari puede generar ruido para su partido o para su sucesor, Imanol Pradales. Conociendo a Urkullu, parece obvio que será leal, pero en política las acciones y las omisiones son siempre imprevisibles.