La Venus de los montes Suabos se pasea por Baden-Wurtemberg
Tan misteriosa por dentro como impresionante por fuera es la naturaleza en esta región alemana. Las numerosas cuevas son parte del misterioso paisaje interior que hacen más sorprendentes los paisajes de los que se rodean. No tan distante de ciudades como Ulm o Stuttgart, de las que todo el mundo ha oído hablar, se encuentra este paraíso que aún hoy resulta desconocido para el turismo.
Tierras horadadas
Los sórdidos tonos cenicientos se congelan en el interior de las cuevas al tiempo que la misma humedad que empapa las paredes en las grutas parece convertirse en una explosión de vida a todo color en el exterior. Verde permanente y paleta arcoíris que muta sus tonos atendiendo al sol y la lluvia.
Cuevas sorprendentes, como Wimsener Höle, la única que en Alemania puede visitarse en barco. Al mismísimo Caronte le hubiera gustado llevar a los visitantes a lo largo de 70 metros, antes de que el agua roce el techo y solo los buceadores accedan para explorar en su interior que, todo parece indicar, sus moradores usaban para rituales. El paisaje exterior predispone a caminar por alguna de las rutas señalizadas. Lo mismo sucede en las inmediaciones de las cuevas de Hohle Fels donde se siguen sumando hallazgos. Uno de los últimos, y sumamente importante, ha sido una pequeña Venus de apenas seis centímetros tallada en marfil que pudo ser usada como colgante hace ya 35.000 años. Probablemente sea la talla más antigua del mundo de una figura humana.
Hasta los infiernos a los que iba el barquero griego parecen descender las interminables escaleras de Laichingen Deep Cave, única de trazado vertical en Alemania y en la que no todos se sienten cómodos al bajar por esos empinados 90 metros. Gotean las paredes y el brillo se asemeja al sudor de las frentes de los visitantes cuando ya ascienden con sus ropas mojadas por el constante gotear de las paredes.
Más de 200 cuevas de gran diversidad geológica, a poca distancia entre sí, en las que se han hallado importantes muestras y fósiles, que ahora se muestran en distintos museos. El hombre león tallado en marfil de mamut, una de las esculturas más antiguas de apenas 31 cm encontrada en Hohlenstein-Stadel, se exhibe en Ulm y la Venus, del mismo material, en Blaubeuren.
Blautopf, el lago azul de Blaubeuren
Casas con entramados de madera, canales, artesanía, calles empedradas, jardines, flores, agua y un increíble lago azul que es, en realidad otra cueva que surge del río Blau, son solo algunos de los detalles que no se pueden dejar de mirar en esta tranquilísima localidad. Una escultura al borde el lago rememora la leyenda de la bella sirena Lau que volvió a reír tras ser desterrada por su marido por parir hijos muertos. Cinco veces debía reírse para borrar la maldición. Y lo logró.
Las numerosas cuevas y rutas de senderismo o bicicleta son sus atractivos naturales para disfrutar. Para aprender de la historia, bien una visita al Museo de la prehistoria, donde duerme la Venus, o al monasterio benedictino del siglo XI. Mejor a ambos.
Ulm, ciudad de récords
Incluso el azul del lago Blaubeuren palidece cuando en la Abadía Wiblingen se abren las puertas de la biblioteca. Tan barroco que cuesta ver los libros a los que los frescos de Franz Martín Kuen elevan al cielo abierto que se aúpa en columnas de azul lapislázuli. Nada hace predecir que tras la sobria fachada benedictina se encuentren joyas de las que apenas se habla, ni sospechar que buena parte de la decoración que se confunde con mármol sea, en realidad, de madera tallada por falta de presupuesto.
Es uno de los mejores ejemplos del rococó en Europa donde también se disfruta de la serena, e igualmente impresionante, belleza de la iglesia abacial que se custodia la reliquia de la Vera Cruz desaparecida durante años.
No todo es relativo, aunque lo diga Einstein nacido en Ulm. La torre de la iglesia, desde la que en días despejados se pueden ver los Alpes, es la más alta del mundo y hasta puede ser una que más tiempo tardo en construirse; incluso tiene el reloj más grande de Europa. Pasear por sus calles es tropezarse con la historia como ocurre con el ayuntamiento y su reloj multinacional, la capilla de San Nicolás o la casa del juramento pero también es rodearse de modernos edificios como el del Museo donde conviven exposiciones contemporáneas con tallas neandertales. La más famosa ese hombre león, una escultura tallada en marfil de mamut que ha cumplido más de 36.000 años. Es además de añoso, el objeto más grande encontrado en las cuevas del Jura de Suabia.
Stuttgart, la ciudad de las escaleras
Donostia y Bilbao tomaron la delantera a Stuttgart. La capital de Baden-Wurtemberg no construyó su funicular hasta 1929 para acceder al cementerio levantado en un bosque en el que personalidades como el primer presidente federal, Theodor Heuss o el industrial Robert Bosch, descansan, ahora sí, en paz.
Parten desde aquí numerosas rutas. Algunas te devuelven de nuevo a la ciudad en apenas una hora aunque, si las piernas flojean, se puede optar por tomar el tren cremallera. Más exigente es el recorrido de 60 km que bordea toda la ciudad mientras se disfruta el panorama que proporciona la colina cubierta de viñas en la se cultiva la uva con la que elaboran los apreciados vinos de la zona.
No obstante, las mejores vistas, sin que se llegue a ver los Alpes, se obtienen desde la torre de TV, la primera en el mundo, construida por el empeño del ingeniero Fritz Leonhardhart e imitada posteriormente por el resto.
En Stuttgart se encuentra la primera cervecería de Alemania, Brauereigaststätte, mucho más asequible que cualquiera de los vehículos que se exponen en el museo de Mercedes Benz. Es allí donde terminan muchas de las visitas que regresan a casa, como cada ve hacen más los ciudadanos, en transporte público.
Sugerencias
Puedes organizar una ruta circular entrando y saliendo por Stuttgart. Un total de 4/5 noches, que puedes dividir entre Hayingen para visitar las cuevas y Stuttgart, hacia donde te dirigirás tras la visita de Ulm, son suficientes.
Curiosidades
Afri-cola: la versión alemana del conocido refresco. Se elabora en Colonia.
En Stuttgart podrás disfrutar de las "tapas" alemanas, pequeñas raciones para probar la cocina tradicional. Un buen sitio es Gasthaus Bären.
Resulta sencillo encontrar opciones vegetarianas en todos los restaurantes.
Es frecuente que las comidas principales no se acompañen con pan.
El paisaje de la Jura del Suabia es excepcional. Así lo ha considerado la UNESCO.
Alojamiento
Roses hotel: un pequeño establecimiento de 12 habitaciones que cuenta con restaurante en el que se sirve comida local orgánica y bio de y pequeña bodega de vinos alemanes. Su ubicación lo convierte en excelente para visitar las cuevas.
Hotel Rubí Hanna en Stuttgart, con instalaciones modernas, céntrico y muy próximo a la estación de tren que lleva al aeropuerto en menos de media hora. Su hall, diseñado con toneles y alambiques en homenaje a los viñedos de la zona, es al mismo tiempo que recepción, la barra de un bar abierto las 24 horas.