Los embalses dejan imágenes singulares en el paisaje

Los embalses dejan imágenes singulares en el paisaje A. Viri

Cultura

La playa fluvial más espectacular con más de 500 kilómetros de costa: "Un paisaje para descubrir"

Hay alternativas de ocio tan refrescantes en embalses a kilómetros del litoral como Zaragoza, donde el agua lo mismo se enreda con el cierzo que alivia el intenso calor estival

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A. Viri
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El binomio verano y agua constituye el paradigma de pareja perfecta en vacaciones. Un dúo que con la suma del sol conforma el trío soñado para disfrutar, cuando es posible, en plena naturaleza y formar un cuarteto imbatible.

La búsqueda del destino acostumbra a iniciarse en la costa. Primer error: de la misma manera que no todo el monte es orégano, no toda el agua está en la playa. Ni tampoco en el río o en un lago. Hay alternativas de ocio tan refrescantes en embalses a kilómetros del litoral. Hablo ahora de una de las tres provincias aragonesas: Zaragoza, donde el agua lo mismo se enreda con el cierzo que alivia el intenso calor estival.

Los embalses dejan imágenes singulares en el paisaje

Los embalses dejan imágenes singulares en el paisaje A. Viri

La presa de Ribarroja Inundó Fayón y Mequinenza; la de Mequinenza la zona de Caspe. Al este embalse se le conoce como el “Mar de Aragón”, lo que da una idea de su extensión, en la que el horizonte se pierde. En él se pesca, se navega, se nada o se realizan deportes náuticos. Porque sí, hay vida más allá de las playas.

Bajo la enorme masa de agua quedaron definitivamente sumergidos varios pueblos un día de 1966. Ninguno de ellos se asemejaba a R’lyeh, esa ciudad ficticia de las profundidades del Pacífico a la que Lovecraft hace referencia en sus relatos. En ninguno de ellos llegaron a vivir personajes como Cthulhu, sino ciudadanos que abandonaron sus casas para reconstruirlas, logrando el tiempo, convertir la zona en referente para el turismo deportivo.

A la memoria me viene el estribillo de una canción infantil que decía algo así: “existe un colegio en el fondo del mar, donde los pececillos bajan a estudiar”. Son los únicos que, a falta de escuela, hoy pueden visitar la antigua iglesia de Fayón, cuyo campanario asoma entre las aguas. En barcas y con decisión, los vecinos rescataron varias esculturas condenadas a quedar para siempre en la torre sumergida.

Iglesia de Fayon sumergida

Iglesia de Fayon sumergida A. Viri

Bajo las aguas del Ebro, en la confluencia del Segre y el Cinca, quedaron ahogados siglos de trayectoria minera que para transportar carbón, usaba llaüts, una embarcación de madera impulsada por velas, remos o cuerdas capaz de trasladar cuarenta toneladas de carga. Es un pasado reciente que se convierte en presente gracias a la memoria de los vecinos y al Museo que conserva objetos y documentos que pudieron ser rescatados.

Ribera maña 

Mil quinientos hectómetros cúbicos de capacidad y 500 kilómetros de costa serpentean por el Mar de Aragón.

Abre los ojos, no es un sueño. Salvando las distancias, la inmensa hilera de cerezos que llevan hasta la puerta de Taiga Lake Caspe en nada envidian el paisaje que en Japón atrae a miles de visitantes durante la “Sakura”, su época de floración.

Ya en el interior son los pinos, plataneros, moreras o cipreses los que, con su sombra, protegen a cada uno de los alojamientos del sol que, en las horas centrales del verano, puede ser abrasador. Hemos encontrado el lugar del que los pescadores franceses y de centro Europa gustan tanto como disfrutan de los sabores del lucio perca, uno de los reyes en estas aguas a las que muchos devuelven las percas y en las que los siluros llegan a alcanzar asombroso tamaño, posiblemente por su escaso interés gastronómico para nuestra cultura muy al contrario del valor que se le da en otros países.

En el camping Taiga Lake Caspe, a la orilla del embalse, saben que ellos son los principales inquilinos de las coquetas cabañas de madera, tiendas o roulottes instaladas en parcelas desde las que se dirigen, directamente, al embarcadero.

Cada año se realizan competiciones de pesca que, en plena temporada, convierten a Taiga Lake Caspe en un pueblo de personas que calzan altas botas de goma y llevan cañas al hombro

Cada año se realizan competiciones de pesca que, en plena temporada, convierten a Taiga Lake Caspe en un pueblo de personas que calzan altas botas de goma y llevan cañas al hombro A. Viri

En Caspe y en barco. No podría ser de otra manera. Lucien, el director del camping se enfunda el traje de capitán y nos lleva en barco hasta la ermita barroca de la Madalena, en una isla en medio del embalse a la que se llega desde en barco o cuando las aguas están bajas, andando. De cualquiera de las maneras se encontrarán con un edificio en ruinas, con bóvedas que amenazan con venirse al suelo.

Las barcas son para el verano. En ellas se aprecia la fauna del lago y las aves que lo sobrevuelan. Bajo sus aguas, cuesta imaginar lo que un día fueron pueblos mineros

Las barcas son para el verano. En ellas se aprecia la fauna del lago y las aves que lo sobrevuelan. Bajo sus aguas, cuesta imaginar lo que un día fueron pueblos mineros A. Viri

Las piscinas, como los donuts: de dos en dos. Una para que los más pequeños hagan pinitos y otra para quienes deseen hacer largos. Además, el camping tiene su propia playa, pedaletas infantiles, su área de solana, tablas de Kayak, lanchas a motor… y todo lo imaginable para pasar horas a remojo.

“Camina o revienta” podría llamarse la ruta de GR99 de senderismo que pasa ante las puertas del camping. Su recorrido recuerda las clases de geografía en los años setenta. El Ebro, que guarda en silencio al pasar por el Pilar, nace en Fontibre y desemboca en el mar Mediterráneo.

Por el trayecto del río más caudaloso y largo de España, transcurre la ruta de la que uno puede “descolgarse” para regresar al camping cuando se desee. Mejor intentarlo con la fresca, puesto que, aunque hay arbolado, no resulta suficiente para dar la necesaria sombra en esta tierra de contrastes, en la que el camino natural del Ebro es uno de los recorridos más frecuentes y, en tiempo de floración, más bonitos.

El color rosa y blanco de las flores y los olores dulces y suaves los se desprenden de cerezos y almendros, en primavera e invierno. Entre el nacimiento en Cantabria y la desembocadura del Ebro, en el Delta del Ebro, Tarragona, hay más de mil kilómetros. Solo las etapas treinta y cinco y treinta y seis de este camino transcurren por la orilla del embalse; esta última, entre Mequinenza a Fayón.

www.Taigaresorts.com

Caspe y la concordia

Cada año, en el mes de junio, Caspe regresa al siglo XV. No es añoranza, es recreación histórica de lo ocurrido en 1412: un acuerdo que evitó una guerra civil. Con el paso de los siglos, la celebración del acuerdo de la Concordia y las deliberaciones consensuadas que tras la muerte sin descendencia de Martin I llevaron al trono a Fernando I de Trastámara, han sido declaradas fiestas de interés turístico de Aragón.

Es tan buen momento para visitar Caspe como lo pueden ser las fiestas de agosto. En cualquiera que se haga, hay que visitar la Colegiata, donde se rubricó el acuerdo y el Castillo en el que tuvieron lugar las deliberaciones. Caspe tiene más aportaciones a la historia. Del siglo XIX y las guerras carlistas, el monumento más representativo es la Torre óptica y el fortín de fusileros.

Siglos de lucha y un corto periodo de gobierno anarquista, el Consejo de Aragón, que tuvo su capital en esta localidad, en la que el ternasco es el plato típico.

Un importante trozo de la historia española transcurrió en Caspe

Un importante trozo de la historia española transcurrió en Caspe A. Viri

Andar, cantar y leer

Otras rutas populares, que también pueden hacerse por la zona de los embalses son Punta del Águila, Ruta de la Sierra de los Rincones, Ruta de los Pinares de Caspe, o Ruta del Camino de Mequinenza; todas con vistas panorámicas, naturaleza, paisajes e historia.

Existe un itinerario entre Mequinenza y Chalamera -GR-261-, larga pero de dificultad moderada, que permite seguir descubriendo el Bajo Cinca y recordar la letra de canción protesta que, hace ya cincuenta años, escribió Joaquín Carbonell ante la intención de instalar en Chalamera, Huesca, una central nuclear que nunca llegó a construirse. Así, con las movilizaciones, se salvó la ermita románica en una población cuyo origen se remonta a la Edad del Bronce.

En la visita al paraíso de la fruta hay que acercarse hasta lo alto del cerro para ver los escasos restos del castillo templario de Chalamera, lugar de nacimiento de Raúl J. Sender, autor entre otros libros de “Requiem por un campesino español” quien, tras la muerte de Franco, regresó de su exilio en EE. UU. para caminar por las calles de su juventud, aunque nunca volvió a vivir permanentemente en España.