'Regreso al futuro' vuelve al presente cuarenta años después

Había una vez un adolescente normal y corriente. Tan normal y corriente que no consigue tocar con su grupo en la promoción del instituto, que era bajito, que tenía una familia más bien sosa y sin nada especial, una novia preciosa, un mejor amigo científico y un monopatín. Un adolescente como los había a puñados en los 80. Uno que nos robó el corazón…

Los que ahora peinamos canas nos criamos viendo cómo Marty McFly viajaba en el tiempo, pero no para ver las grandes civilizaciones de la antigüedad como pasaba en la sesentera 'El tiempo en sus manos', ni para salvar al mundo de una cruel guerra contra las máquinas como vimos en 'Terminator'. No. Marty viajaba al pasado y conocía a sus padres cuando ellos tenían su edad para descubrir no sólo cómo era su instituto y su ciudad y ellos mismos, si no para evitar que se conocieran y enamoraran y poner su propia existencia en peligro.

Cine de aventuras, fantástico, cómico y futurista todo en uno. Una joya única e irrepetible del cine de nuestra infancia. Del cine de nuestra vida. Eso es 'Regreso al futuro'. 

El reestreno en de todo el mundo de una de las películas nucleares de la década de los 80 se produce ahora con motivo de su cuarenta aniversario. Y si uno piensa en la extraña paradoja que el filme plantea -porque todo se complica muchísimo y más aún en las dos películas que completaron la trilogía, claro- no puede si no mirar con ternura la inocencia de aquella década prodigiosa en que se fantaseaba con que en 2015 hubiera coches voladores, aeropatines y bromafax.

Cierto es que tenemos drones y memes y casas con las que hablamos y videollamadas y puertas sin pomo y periódicos digitales y zapatillas de deporte súper ligeras y con tiras de neón. Pero la vida, la sociedad y la familia que plantea el siglo XXI de 'Regreso al futuro II' es mucho más desalentador que el presente y el pasado que vimos en la primera cinta. La mejor.

'Regreso al futuro' sigue siendo una película poderosa, nada envejecida, que plantea un extraño y apasionante juego que nos pone nerviosos y divierte por igual

Con un guion milimétrico y una serie de acontecimientos apasionantes que van haciendo que la trama vaya in crescendo durante sus escasas dos horas de duración, aún hoy 'Regreso al futuro' sigue siendo una película poderosa, nada envejecida, que plantea un extraño y apasionante juego que nos pone nerviosos y divierte por igual.

El director Robert Zemckis obró el milagro llevando a la pantalla el perfecto guion que escribió él mismo junto a Bob Gale y uniendo el talento del diseño de producción y la banda sonora al del no menos talentoso Michael J. Fox el resultado fue mágico. Una de las mejores películas de aquel 1985 en que se estrenaron también 'Memorias de África', 'Los Goonies', 'El club de los cinco', 'Rambo: Acorralado, parte 2', 'Rocky IV' y 'Brazil'. Casi nada.

'Regreso al futuro' es un festival, una película entrañable y única que vuelve a las pantallas para invitarnos a celebrar juntos aquella inocencia, aquellos años 80 del que salieron tantos cinéfilos que flipaban (flipamos) con la idea de ir al colegio en monopatín agarrados al parachoques de enormes trucks, escuchando nuestro walkman y llevando unas zapatillas Nike que solo se conseguían en Estados Unidos.