¡Los Goonies nunca dicen "muerto"! (o el cine irrepetible de los 80)

En 1975, Steven Spielberg cambió la historia del cine con 'Tiburón'. Y no porque la película sea muy original y dé mucho miedo, que también, sino porque cambió el concepto de blockbuster. En los años 40, 50 y 60, la taquilla la reventaban el wéstern y el cine épico, el bíblico, el monumental. En el año 65, 'Cleopatra' hunde el chiringuito y la televisión lleva a la industria a una recesión de la que no saldría hasta pasados diez años. Porque después de 'Tiburón', llegaron las trilogías de 'Star Wars' y las de 'Indiana Jones', y también llegaron 'ET', y 'Karate Kid', y 'Gremlins', y 'Regreso al futuro' y, por supuesto, 'Los Goonies'.

Y esos Goonies, amigos, esos que nos maravillaron tanto como cualquiera de los protagonistas de las películas citadas, nos hicieron soñar más que los otros. Porque los Goonies montaban nuestras bicis, decían nuestras palabrotas, tenían nuestras fantasías y también nuestros problemas. Porque unos éramos gorditos, otros teníamos asma, otros teníamos acento, otros éramos unos bocazas. 'Los Goonies' fue un éxito, 'Los Goonies' también nos robó el corazón, 'Los Goonies' nos hizo soñar más que todas las demás. Porque los Goonies éramos nosotros.

Con motivo del 40 aniversario de una de las películas de nuestra vida, la cinta vuelve a más de treinta salas en toda España —siete en el País Vasco— para celebrar aquella idea fabulosa que en 1983 parieron Steven Spielberg y Chris Columbus sobre una pandilla que busca un tesoro pirata.

Amblin, la productora reina de la década, financió el proyecto y Spielberg, que no la pudo dirigir porque estaba ya metido en la preparación de 'Indiana Jones y el templo maldito', supervisó el guion de 'Columbus' y estuvo con él en la selección del maravilloso reparto. Para dirigirla contrataron a Richard Donner, el de 'Superman' y 'Lady Halcón', casi nada. Y el resto, es historia.

Porque el cine de los 80 —y no porque muchos de nosotros nos hayamos criado cinematográfica y sentimentalmente con él—, es un cine luminoso, vivo, alegre… Que abandonó la violencia, cuando no la decadencia, de la que salía la década anterior, para mostrar un Occidente en piloto automático hacia una prosperidad que molaba, que nos estaba dando chavales que eran capaces de vivir grandes aventuras y convertirse en grandes personas

Mikey, Gordi, Data y Bocazas, cuatro amigos de 12 o 13 años, encuentran por casualidad el mapa de un tesoro pirata que deciden buscar con la idea de encontrarlo y salvar a su pequeña ciudad de unos crueles especuladores locales. Junto a ellos, su hermano mayor y dos amigas de éste y unos malvados ladrones italianos llamados los Fratelli, cuya madre nos aterraba y cuyo hermano discapacitado nos robaba el corazón.

Todo en la película funciona. La canción de Cyndi Lauper, los chavales, sus bicis, la búsqueda del oro, los malos que les persiguen, las pruebas por las que tienen que ir pasando, el primer beso, el liderazgo inconsciente de Mickey, la pequeña redención del malhumorado Bocazas, la historia paralela que vive Gordi y los pequeños inventos fracasados de Data. Todo nos gustó porque todo lo queríamos vivir. Y por eso todos la hemos vuelto a ver.

Porque el cine de los 80 —y no porque muchos de nosotros nos hayamos criado cinematográfica y sentimentalmente con él—, es un cine luminoso, vivo, alegre… Que abandonó la violencia, cuando no la decadencia, de la que salía la década anterior, para mostrar un Occidente en piloto automático hacia una prosperidad que molaba, que nos estaba dando chavales que eran capaces de vivir grandes aventuras y convertirse en grandes personas. El cine de los 80 ha sido irrepetible.

Y de entre todas las joyas que salieron de aquella década prodigiosa a la que abrió las puertas 'Tiburón' en el 75 y despidieron 'Parque Jurásico', 'Toy Story' y 'Terminator 2' ya en los 90 llevando al cine a otros derroteros también apasionantes, 'Los Goonies' es una de las cintas más especiales, una de las más emblemáticas y una de las mejores. Que nos sigue robando el corazón.

Y es que, ya lo entendemos… los Goonies nunca dicen "muerto" porque… los Goonies nunca morirán.