Un gran cierre de 2022, pero un 2023 todavía muy marcado por la incertidumbre. Ese es el diagnóstico que hace Laboral Kutxa de la economía vasca. La entidad del Grupo Mondragón ha hecho público este jueves su nuevo barómetro de perspectivas económicas, del que destaca la previsión de crecimiento para 2023, que se queda en un 1,3%. Una cifra que se agrupa en el consenso de revisiones de crecimiento efectuada por los analistas para la comunidad autónoma recientemente, ocho décimas en este caso por debajo de los pronósticos que maneja el Gobierno vasco en su cuadro macroeconómico.
Empujado, sobre todo, por el sector servicios frente a la ralentización del sector industrial que pronostica la entidad, el equipo que dirige Joseba Madariaga coincide en señalar un crecimiento económico que se dará en clave también de demanda interna frente al entorno económico de la eurozona, de la que el propio Madariaga ha insistido en que quedará en una evolución de PIB muy plana.
Esa evolución económica ralentizada, unida al peligroso cóctel de costes energéticos, inflación y tipos de interés, es la que hace que la banca de Mondragón augure un 2023 en el que el paro incluso subiría un 0,1%. La previsión de Laboral Kutxa supone la primera que pronostica un crecimiento del desempleo en la comunidad autónoma, en contra del consenso en el que hasta ahora han coincidido instituciones como Confebask, la Cámara de Comercio de Bilbao o el propio Ejecutivo, que señalaban al empleo como el único flotador.
Madariaga ha tratado de quitar hierro a su pronóstico argumentando que está dentro de una horquilla que también contempla la reducción del desempleo. De hecho, en opinión del economista, lo marcado que tiene este entorno económico de extraordinario y de exógeno es precisamente lo que está haciendo que, de momento, las empresas, pese a la ralentización, no se vean abocadas a despedir plantilla. La falta de mano de obra cualificada y el envejecimiento de las plantillas, opina Madariaga, está conduciendo a un fenómeno de "atesoramiento del talento" por parte de las empresas, que prefieren esperar a que la carga de trabajo vuelva a la normalidad que lanzarse a buscar después un talento escaso.
Las empresas, más pendientes de la incertidumbre que de los tipos
La previsión de inflación por parte de la entidad bancaria pasa por una inflación que cerraría el 2023 en un 4,1%, por encima de la tasa nacional (3,9%) y en contra de la tendencia vivida hasta ahora. En ese entorno la entidad cree que es "difícil prever hasta dónde subirán los tipos", pero también se antoja complicado prever hasta donde llegue la inflación. Sin embargo, en opinión de Joseba Madariaga, eso todavía no está afectando a las inversiones empresariales. "Es más importante despejar las incertidumbres que los tipos de interés", ha asegurado el director de estudios de la entidad.
Al hilo de esa pregunta, el director de Desarrollo de Negocio de la entidad, Ibon Urgoiti, ha hecho particular hincapié en que la subida de tipos -que vuelven, por otra parte, al entorno habitual y no a la situación extraordinaria por la que pasaba Europa en los últimos años- todavía no se está repercutiendo completamente en la banca, en la que "aún hay liquidez".
En el caso de las familias, el equipo de economistas de Laboral Kutxa trabaja todavía en el escenario de que la bolsa de ahorro de la pandemia permita amortiguar parte del golpe de la inflación, pero siendo cada vez algo más limitado.
La aceleración de los fondos europeos, la gran asignatura pendiente de 2023
En el ámbito empresarial otra de las claves pasa por los PERTE. Un mecanismo que no ha terminado de funcionar en 2022, con los casos del PERTE de automoción y las primeras resoluciones del plan de renovables como botones de muestra. Para Laboral Kutxa este factor, aunque se ha excluido a la hora de elaborar las previsiones, será otra de las claves del 2023 tanto en clave de PIB como de competitividad. "Ya pedí el año pasado que se acelerasen, ahora lo vuelvo a pedir aunque se me haya pasado ya la carta al Olentzero", bromeaba Madariaga.
En opinión del economista de la entidad es más importante "que llegue a las pymes" que los retrasos, pero sí ha mostrado su preocupación porque los fondos cojan velocidad. "Si no lo hacemos bien, sí nos podemos quedar atrás", ha reconocido.