El consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, hacía gala este jueves de su conocido optimismo. Admitía una "pequeña bajada" de la economía vasca, pero destacaba que se encuentra todavía en fase de "crecimiento sólido". Palabras que llegan en un escenario cada vez más complicado si se tienen en cuenta los últimos datos conocidos. Los indicadores dicen que suben los precios, se frena el empleo y se contienen los sueldos.
La crisis de suministros, agravada después por la guerra en Ucrania, lleva más de un año generando incertidumbre. En ese contexto, durante los últimos meses en Euskadi ha hecho fortuna la expresión de que la economía vasca está "enfriada". Sin embargo, las estadísticas apuntan a que más se trata de un catarro duradero que de un enfriamiento pasajero.
Los datos, reveladores
Sin duda, los malos datos de empleo del pasado enero, con 2.107 parados más, están en la base de estas apreciaciones de Azpiazu. Un consejero que, como viene contando este diario, ya ha ido revisando a la baja la previsión de crecimiento para 2023 y con toda seguridad tendrá que seguir en esa senda en los próximos meses.
Este jueves, casi al mismo tiempo que el consejero del Ejecutivo hacía sus valoraciones en una entrevista, se conocían los datos sobre los salarios en la comunidad. Los sueldos se contuvieron en 2022, con unas subidas medias de entre el 3% y el 4%, es decir, por debajo del coste de vida que el año pasado fue el más alto de las últimas tres décadas, ya que se registró un incremento del 5,7% en este baremo. El informe evidenciaba, además, que esa contención es general salvo en los casos de ingenieros y profesionales dedicados a la tecnología. Un sector, este último, que por ahora está por encima de la media pero donde precisamente abundan los despidos en fechas recientes.
A todo ello hay que sumar, claro está, el crecimiento que resulta más evidente y que más preocupa y ocupa a los ciudadanos: la inflación, sobre todo en los productos de alimentación. Los datos del INE de enero apuntaban a que la inflación subyacente, que excluye los precios de energía y alimentos frescos, no frenó en su escalada y se sitúa ya en el 7,5%.
Los datos del célebre "termómetro" de la economía vasca estipulan que, como dice Azpiazu, todavía está en la fase de "crecimiento sólido". Es cierto también que Euskadi creció por encima de la media en 2022. Y la temida recesión sigue lejos de consumarse. Pero hay datos como todos los citados que resultan cuanto menos inquietantes. Del enfriamiento al catarro solo hay un paso.