"Las prisas por la guerra de Ucrania están asfaltando el terreno a las grandes promotoras. Sale beneficiado el negocio pero no hay una reflexión sobre el modelo", dice Álvaro Campos, profesor del departamento de Ingeniería Energética de la UPV/EHU. Una sentencia crítica que condensa el sentir de una parte de la población en relación al boom de proyectos renovables que se agolpan sobre la mesa de las instituciones y que, sobre todo a partir de 2025, van a traer cambios importantes en ciertos montes, prados y otros paisajes rurales de Euskadi.
Frente a esta lectura, una realidad: la generación de energía renovable en Euskadi está muy lejos de lo que se produce en otras comunidades autónomas y, además, la propia Unión Europea pone objetivos cada vez más exigentes. "Corremos el riesgo de ser el hazmerreír de Europa", apunta Mikel Otero, la voz autorizada de EH Bildu en materia energética. La coalición abertzale tiene hasta cierto punto la llave para suavizar el recelo social hacia este tipo de construcciones y, de la mano de propuestas más participativas como la de la noruega Statkraft, reconoce que hay que dar un empujón ya a la generación verde a gran escala.
"Vamos a sentarnos empresarios, partidos, agentes sociales... y vamos a mirarnos al espejo. Vamos muy tarde. Tenemos que llegar a un acuerdo de mínimos para que esto vaya hacia adelante", dice Otero, y pone en duda que Euskadi pueda llegar al 21% de aportación renovable (14% de generación propia) al mix energético en 2030. España, en cambio, tiene una meta superior al 40% y tiene las bases para conseguirlo. "No puede ser que estemos a mitad de camino de países como España. 2030 está a la vuelta de la esquina", incide.
Frenazos judiciales
¿Dónde está el problema? ¿Por qué este atasco respecto a otros territorios? Fernando Valldeperes, de la compañía Delta Power, tiene experiencia en la promoción de parques eólicos en diversas comunidades autónomas. En Euskadi tiene en marcha dos en la zona de Amurrio y Llodio, aun en fase muy incipiente y pendientes de los permisos de la administración.
El empresario navarro confirma que levantar un parque eólico "es difícil en todos los sentidos" y apunta, además de al largo proceso administrativo, al riesgo de que los jueces paralicen los proyectos que ya tienen permisos por denuncias de asociaciones ecologistas. Ya está sucediendo en comunidades con mayor proliferación de aerogeneradores como Galicia. "Se puede crear una jurisprudencia peligrosa que ponga en tela de juicio el despegue de la eólica", advierte.
"Entiendo que cuando nos toca en nuestra casa no nos guste, pero hay cosas que no se entienden. Detrás de un parque eólico hay profesionales y técnicos que han mirado todo mil veces para que el impacto sea el menor posible", señala Valldeperes, y apela a la "solidaridad" para parar el cambio climático: "Todos debemos contribuir".
El modelo Statkraft
En esa larga lista de solicitudes administrativas para levantar parques eólicos y fotovoltaicos, que a fin de cuentas es lo único tangible con lo que cuenta hoy en día Euskadi para creer que es posible alcanzar ese objetivo del 21% en 2030, hay varias de la empresa Statkraft. La compañía pública de Noruega ha hecho una propuesta más participativa, según EH Bildu, que podría servirle para contar con el apoyo de los municipios implicados (Azpeitia, Zestoa y Errezil).
"Traen un modelo diferente. Parece que van avanzando en cómo se pueden socializar esos medios de producción y esa energía", señala Otero, que pone el foco en la importancia de introducir un control a la generación a gran escala: "Hay que dar a la gente la posibilidad de invertir y hay que entrar desde lo público", dice en referencia a algunas de las aportaciones de su partido a la futura ley de Transición Energética y Cambio Climático del Gobierno vasco.
Menos optimista se muestra Campos respecto a Statkraft: "Ha tenido conflictos en Noruega con los sami y en Chile con el pueblo mapuche. Aunque aquí vienen con una idea atractiva la experiencia dice que no es muy diferente a otras grandes corporaciones".
Reglas de juego
La incógnita ahora es cuándo empezarán a girar las aspas de los proyectos eólicos que ahora ponen la primera semilla, partiendo de la base de que el más avanzado, el de Aixeindar (Iberdrola y Gobierno vasco) en Labraza, no se espera hasta 2025.
"Los avances en la generación a gran escala son muy relativos. Hay proyectos fotovoltaicos que deberían estar ya y de los que no sabemos nada", dice el portavoz de EH Bildu. "Ha faltado previsión por parte de Red Eléctrica para adecuar la infraestructura para la evacuación. Tampoco ayuda la falta de unas reglas de juego claras en Euskadi. Estamos a estas alturas sin una ley de emergencia climática, sin una ordenación del territorio... todo eso genera incertidumbre".
Por su parte, Campos incide en la importancia de hacer una revisión en el otro lado de la cadena, el del consumo, y concienciar a la población de que para gastar energía hace falta producirla. "En Bilbao no somos conscientes del impacto de un aerogenerador porque la mayor parte de la electricidad nos viene de la España vaciada. Si tuviéramos el molino en Bilbao entenderíamos las limitaciones que hay detrás de todo esto", propone, y plantea para ello abrir la puerta de la generación de energía limpia a gran escala a las líneas de baja tensión (para la distribución dentro de las ciudades).
El experto de la UPV aboga, en definitiva, por relajar la carrera por la generación y poner el acento en el ahorro: "El mensaje que se está enviando es que con tecnología, con nuevas máquinas, esto se va a solucionar. Pero los ingenieros no podemos hacer milagros. Repensemos el modelo y prioricemos necesidades para producir la energía que realmente necesitamos".