El 5 de agosto de 1992 es una fecha que jamás olvidará el que fuera pelotari profesional Rubén Beloki. El navarro, considerado por la Federación Vasca de Pelota uno de los mejores pelotaris de los últimos años, aterrizó en Barcelona a pocas fechas de cumplir los 18 años. Llegó a la ciudad condal con el propósito de alzarse con la medalla de oro en su modalidad, la individual, y siendo la cabeza visible de uno de los deportes más tradicionales y con tanta historia de Euskadi. Aquel año, España fue el país con más atención a nivel mundial al disputarse los Juegos Olímpicos entre el 25 de julio y el 8 de agosto. Beloki fue el elegido para luchar por llevarse el metal, después de alzarse con el primer puesto dos años consecutivos en el Campeonato de España.
Obtener la medalla de oro era uno de los grandes propósitos del Comité Olímpico Español (COE) a pesar de no ser un deporte oficial y que contara para el casillero definitivo. El presidente del COI, que en aquel momento era Juan Antonio Samaranch, deseaba que la pelota vasca tuviera una parte de protagonismo en los Juegos Olímpicos de Barcelona, puesto que no era muy habitual que estuviera entre los deportes elegidos. De hecho, fue la cuarta ocasión que se presenció tras los Juegos Olímpicos de París 1900, los Juegos Olímpicos de París 1924 y los Juegos Olímpicos de México 1968. Al igual que en el caso de Barcelona, ni en los juegos de 1924 ni en los de 1968 fue oficial. Aún y todo, en esta edición llegaron a participar pelotaris de siete países diferentes: España, Francia, México, Argentina, Uruguay, Chile y Cuba.
Fue la cuarta ocasión que la pelota vasca estuvo en unos Juegos Olímpicos tras París 1900 y 1924; y México 1968
Beloki, favorito en su modalidad, se llevó la medalla de oro después de vencer al francés Philippe Hirigoien por 22 a 12. Un resultado que le permitió experimentar algo nada habitual entre los pelotaris de las últimas décadas: participar en unos Juegos Olímpicos y además terminar siendo el vencedor. De hecho, no fue el único en experimentar esta situación, puesto que aquel año también se proclamaron ganadores el berriztarra Jon Bazeta en mano individual; y el riojano José Ángel Balanza Gorostiza, el goizuetarra Iñaki Lujanbio, el estellés Alfredo Balerdi y el sestaoarra Juanma Fernández por parejas. "Ir a los Juegos Olímpicos fue una sorpresa para mí, pero también hay que decir que se trabajó mucho y bien antes de ir a competir. Queríamos hacer las cosas bien", recuerda Beloki.
Más de 45 'kilos' a repartir
En aquella edición, además, se experimentó algo muy similar a lo vivido en las anteriores olimpiadas de Seúl '88: el propio Samaranch, junto a La Caixa, pretendía estimular los resultados de los deportistas españoles en la cita de 1992 premiando a los vencedores por sus logros. Se decidió que el oro individual se pagaba a 600.000 euros (por aquel entonces 100 millones de pesetas), la plata a 420.000 euros, y el bronce, en cambio, a 300.000 euros. Si era por equipos: 1,2 millones el oro, 800.000 euros la plata y 600.000 euros el bronce.
Hay un par de condiciones para llevarse este premio: se cobra a partir de los 50 años y ese deporte no hace falta que forme parte del programa original
Tan hay una condición para llevarse esta cifra: se cobra a partir de los 50 años, y el deporte no debe formar parte del programa original, es decir, puede ser de exhibición. En total, más de 45 millones de euros a repartir entre los medallistas. Una cantidad que suena un tanto abundante, pero hay que tener que en deportes como el fútbol, hockey o waterpolo, el número de participantes era numeroso y cada uno de ellos formaba parte de esto.
Una 'estimulación' particular de la que, en el caso de Rubén Beloki, pudo ser partícipe y de una experiencia que jamás olvidará y que le llevó en 2011 a posar, una vez retirado como pelotari profesional, con todas sus txapelas y sus trofeos. En el centro, algo que de lo que pocos presumir, y menos en un deporte como la pelota vasca: la medalla de oro de unos Juegos Olímpicos.