Este 2021 ha sido el escenario de importantes operaciones corporativas en Euskadi que dan síntomas de la nueva realidad hacia la que avanza el sistema económico acelerado, además, por los efectos de la pandemia y la financiación inyectada desde las instituciones europeas para acometer la transformación anunciada. La concentración de empresas, de mercados y la necesidad que tienen compañías gigantes para obtener liquidez con la venta de sus activos en sectores en transformación han provocado importantes movimientos corporativos en sectores estratégicos como el aeronáutico, el de las telecomunicaciones o el de las energías renovables. Campos donde hay empresas vascas que pueden ejercer un papel importante como ITP Aero, Euskaltel o Solarpack, que son las que han protagonizado las operaciones corporativas más importantes de este año, con un volumen total de 4.580 millones de euros y que han afectado a más de 6.300 trabajadores.
Los movimientos corporativos en empresas vascas. además, han puesto en evidencia en este 2021 la importancia de los fondos de inversión. Están presentes en los tres, en el de ITP Aero, el de Euskaltel y el de Solarpack. O bien porque se han convertido en propietarios de las empresas, como es el caso de la aeronáutica y de la fotovoltaica, o porque la empresa compradora es controlada por estas figuras, como es el caso de MásMóvil, que se ha hecho con Euskaltel.
Los fondos de inversión son los grandes agentes financiadores para las empresas y un actor de creciente protagonismo, mientras que los bancos, marcados la regulación del BCE, tienen más problemas para financiar a la empresa. Además, la gran liquidez que hay ahora en los mercados, junto a los bajos tipos de interés, hace que el dinero busque inversiones para no estar parado, un escenario en el que los fondos se han convertido en un actor con gran capacidad y que necesita empresas con oportunidades en las que invertir.
ITP Aero, 1.700 millones en el laberinto institucional
La aeronaútica es un sector en el que la necesidad de transformación y la adaptación a nuevos modos de transporte, así como a motores menos contaminantes ya estaban en el orden del día de las empresas. La pandemia ha provocado un parón en los vuelos y, por lo tanto, en los pedidos y construcciones de aeronaves que ha multiplicado la urgencia de afrontar esta transformación estratégica. Uno de los elementos que ha empujado los movimientos ha sido la necesidad de concentración en el sector y la aceleración de los cambios hacia aviones y motores más sostenibles.
En este contexto, Rolls Royce, uno de los fabricantes de motores más importante de Europa y propietario de ITP Aero, anunció la necesidad de vender activos para obtener liquidez con la que convencer a los mercados de que era capaz de poner coto a una deuda de unos 5.000 millones de euros para lograr una posición de liderazgo en el nuevo escenario. Eso ponía encima de la mesa de nuevo la venta de ITP tras el intento fallido del venrano de 2019.
El gran valor de la compañía vasca y su papel en importantes programas como el de Defensa de la UE, denominado FCAS, así como su perfil de importante proveedor del gigante británico llamaron la atención de grandes fondos de inversión, como Bain Capital, Cinven, KKR, Carlyle o Platinum. Pero la capacidad de veto del Gobierno de España por el perfil estratégico de la compañía en cuestiones de defensa condicionó una operación en la que también contaba la opinión del Gobierno vasco.
Durante varios meses a las líneas puramente económicas se unieron las estrategias políticas y la labor de negociación para que que los fondos pudieran estructurar un consorcio para hacerse con ITP en el que participaran empresas españolas, como pedía el Gobierno. La alternativa quedó entre Cinven y Bain Capital. El primero con un acuerdo con Aciturri, y el segundo con un consorcio conformado por la guipuzcoana SAPA Placencia y los inversores de JB Capital. Esta opción, la de Bain, fue la que salió adelante, aunque no pudo integrar a la ingeniería vasca Sener, como deseaba el Gobierno vasco y queda todavía a la espera de la integración de Indra en el nuevo consorcio controlado por Bain Capital, tras ofertar 1.700 millones de euros por la aeronáutica de Zamudio.
Euskaltel se quedó sin arraigo accionarial
Euskaltel ha sido otra de las grandes operaciones. En cuanto a volumen, la primera, con los 2.000 millones de euros desembolsados por MásMóvil para hacerse con la histórica compañía vasca de telecomunicaciones. Pero, cualitativamente ha supuesto un golpe de realidad en Euskadi que evidencia muchos de los detalles de este nuevo escenario económico. La operación ha supuesto la salida de Kutxabank de la entidad 'naranja', todo un símbolo que evidencia el nuevo papel de la banca en la empresa y en especial de la entidad surgida de las antiguas cajas de ahorro vascas. La penalización en sus resultados de las participaciones empresariales que marcan las normas de Basilea, obligan a la banco vasco a seguir avanzando en esta senda. Y Euskaltel es un doloroso ejemplo.
La llegada Meinrad Spenger, el CEO de MásMóvil, al cuartel de mando de la compañía naranja supuso también un golpe de realidad de la globalización sobre el concepto del 'arraigo'. La telefónica que surgió como un proyecto estratégico que el PNV reclamó al PP de José María Aznar para apoyar su investidura en 1996, escapaba definitivamente al control de accionistas vascos después de grandes inversiones, iniciadas con dinero público. Aunque, la mayoría del accionariado ya estaba fuera de ese dominio, descansaba en manos de Zegona, un fondo británico que puso encima de la mesa una alianza con Virgin Telco para sacar a la compañía de un problema de rentabilidad y colocarla en el escenario de las futuras concentraciones del sector.
Las telecomunicaciones están repartiéndose el mapa nacional buscando cuatro grandes actores entre Movistar, Vodafone, MásMóvil y Orange. Los movimientos de integración son una clave para ofrecer precios competitivos. MásMóvil llega a Euskaltel por el valor de sus clientes -especialmente los aportados en el mercado nacional en el último año- y por su red de fibra, un importantísimo activo con la capacidad de gestionar dos millones de puntos de conexión y en cuya inversión está dispuesto a apoyar el Gobierno vasco.
Solarpack, un crecimiento en tiempo récord
La de Solarpack es la tercera operación corporativa en volumen, cerca de 880 millones de euros, y otro botón de muestra que despliega las nuevas claves del escenario económico. En este caso ha sido también un fondo el actor protagonista, el sueco EQT, el que se ha hecho con el control de la compañía puesta en marcha por la familia Galíndez para diseñar, construir y explotar instalaciones fotovoltaicas. Pero también da las claves de la transformación energética que ha acelerado la pandemia en la apuesta por las renovables para llegar a los objetivos internacionales marcados para 2050 de neutralizar las emisiones de CO2.
La empresa dirigida por Pablo Burgos, y cuyo vicepresidente es José Galíndez, ha protagonizado un crecimiento récord en su breve historia que le abre un escenario para desarrollar hasta 6GW de instalaciones para 2026. Una oportunidad que requiere de una importante inversión y que es la causa que dirigido la operación. La entrada de EQT permitirá financiar esas acciones y dotará de más fuerza a Solarpack para aprovechar todas las oportunidades que se puedan presentar, incluso la compra de otras compañías. Es otra muestra de cómo los fondos están desarrollando un papel protagonista que antes recaía en los bancos.
En este caso también se evidencia las dificultades de muchas empresas familiares para mantener el control de sus compañías cuando se enfrentan a grandes retos de crecimiento.