Con URSSA ya en vía de liquidación, la cooperativa de Mondragón empieza un 2023 en el que se deberían concretar los últimos estertores de la firma antes de su desaparición. Sin ofertas vinculantes todavía por los terrenos de URSSA -las intenciones de DHL por la macroparcela de Júndiz se evaporaron en el pasado verano-, lo que sí ha empezado ya a venderse y repartirse son las propiedades de la histórica cooperativa alavesa. Una serie de propiedades que van desde pequeños gatos hidraúlicos hasta repuestos no consumidos por la firma valorados en cientos de miles de euros.
El acuerdo entre la administración concursal y los compradores ya está aprobado y permite recuperar alrededor de un millón de euros. Una cantidad exigua dentro de los 20 millones de euros que adeuda a sus acreedores -con bancos como el Santander, Bankinter, Kutxabank o Laboral Kutxa y entidades como el Gobierno vasco, Elkargi o el Ayuntamiento de Vitoria, al que solo en impuestos se le adeuda medio millón de euros- pero que permitirá satisfacer un 5% del montante que condujo a la firma de Mondragón al concurso de acreedores.
Entre los compradores de las propiedades materiales de URSSA hay un total de cinco compradores. Algunos de ellos son frecuentes en este tipo de procesos, como Suprex, una firma precisamente dedicada a subastas de bienes industriales. Junto a ella hay compañías vascas bien conocidas. La alavesa Navacel se ha hecho con material que empleará en sus proyectos de calderería pesada; donde recientemente este periódico reveló su participación en un consorcio para hacer los monopilotes de la nueva generación de aerogeneradores para eólica marina. Junto a ella está la vitoriana Goros, que ha participado en proyectos tan relevantes como la construcción de la Supersur, o Hierros Servando, la empresa eibarresa que pleitea contra Cristian Lay para devolver a la vida los terrenos de Corrugados Azpeitia. A estos cuatro inversores se suma una empresa burgalesa también vinculada a la compraventa de bienes industriales, que se ha hecho con, entre otras propiedades, las dos furgonetas que quedaban en manos de la cooperativa.
El acuerdo ya reviste carácter oficial y desde hace semanas es habitual el ir y venir de camiones por las plantas de la compañía para ir trasladando material de URSSA desde las instalaciones de Júndiz.
Una nueva ronda para pujar por los terrenos de Júndiz y Campo de los Palacios
Una vez vendido los bienes de utensilio, solo queda por vender los propios terrenos de URSSA. Dos superficies en el Campo de los Palacios y en Júndiz valoradas en 12 millones y 10,7 millones, respectivamente. Ambas propiedades han contado con el interés de importantes empresas, pero ninguna de las dos ventas ha llegado a cuajar por el momento. Ahora fuentes conocedoras del proceso de la cooperativa alavesa señalan a 'Crónica Vasca' que se busca dar con un inversor para cada propiedad en cuestión de semanas para cerrar así otra de las heridas abiertas en la división industrial de Mondragón, que cerró el año con el 'zarpazo' de las salidas de Ulma y Orona.
En el caso de la parcela del Campo de los Palacios, en Adurtza, era allí donde estaban todas las esperanzas para sobrevivir al difícil momento que atravesaba URSSA. Se esperaba vender esos terrenos para construir 500 viviendas y obtener de ahí el dinero suficiente para que los acreedores volviesen a prestárselo a la cooperativa de Vitoria a cambio de un plan de viabilidad para mantener viva la actividad de la compañía
Sin embargo, esa operación, que requería de una autorización municipal para recalificar los terrenos de Adurtza, no consiguió aglutinar el consenso político necesario en el Ayuntamiento de Vitoria -el equipo de gobierno, en minoría, se quedó solo- y bloqueó el convenio de acreedores. Ahora, fuentes conocedoras del sector urbanístico hablan de una recalificación que los principales actores del sector inmobiliario de la capital dan por descontada en el futuro, quizás incluso de la mano de una nueva Corporación que juegue con otra aritmética municipal en la capital autonómica.
El proyecto urbanístico planteado inicialmente para esos terrenos pasaba, junto a la construcción de 500 viviendas, por 1.000 metros cuadrados reservados para la ubicación de locales comerciales y otros 5.000 metros cuadrados para equipamientos urbanos. Diversos operadores urbanísticos de Vitoria consultados por este periódico insisten en la rentabilidad de estos terrenos de ser recalificados, pudiendo llegar a triplicar en su venta final el valor por el que arrancaría una hipotética subasta.
En el caso de Júndiz, el terreno no puede resultar más atractivo. La propiedad de URSSA es la segunda más grande de todo el polígono industrial, está a dos kilómetros de la plataforma logística de Adif -en vías de convertirse en la lanzadera de una autopista ferroviaria- que conectará a Euskadi con Europa mediante el Corredor Atlántico-, a 2,5 kilómetros de la factoría de Mercedes en Vitoria y en el corazón de la apuesta logística de Vitoria: un puerto seco cada vez más interconectado que está acompañado del ecosistema que han potenciado en los últimos años el aeropuerto de Foronda, los polígonos 'hermanos' de Miñano y Arasur y la autopista de la A-1.
No hay que olvidar que Júndiz es el polígono industrial más grande de Euskadi -cuenta con 6,4 millones de metros cuadrados- y que ha acogido de centros de logística muy importantes como la de Eroski, la de Mercadona o el gigante Panattoni, que también cuenta con 57.000 metros cuadrados en los que está construyendo un centro logístico que verá la luz a finales de año. El suelo industrial de Euskadi -especialmente si puede tener uso logístico- lleva años convirtiéndose en un refugio para la inversión. Las miradas de fondos como Aquila, Patrizia, Batipart, Invesco o Blackrock buscan activos en los que convertir su liquidez tras el brutal crecimiento de las ventas online, de la alimentación y el retail empujado por la pandemia.