Alemania es, además del corazón industrial de Europa, el país con la red de ferrocarril más larga del continente dejando de lado a Rusia. Pero la importancia de este mercado para las empresas del sector como CAF o Talgo va mucho más allá: el aprovechamiento de la red, es decir, el número de trenes por kilómetro de vía, está muy por encima de países como España o Francia.
Este último es también un nicho de crecimiento clave para los fabricantes foráneos por tamaño y porque inicia al fin un proceso de apertura forzoso que deja huecos interesantes a nuevos actores. En el mercado galo tiene hace tiempo CAF su punto de mira y de hecho ha logrado dar pasos muy relevantes sobre todo a raíz de la compra de parte del negocio de Alstom.
Progresar en el rígido sector ferroviario francés no es sencillo. Bien lo sabe Talgo, a la que le está costando más dar pasos en mercado galo. La histórica compañía con origen en Euskadi está logrando eso sí subirse a la ola de esta nueva fase aperturista y anunciaba a comienzos de año un pedido de diez unidades Avril para Le Train, uno de esos nuevos actores que emergen en las vías francesas de la mano del capital privado.
Sí Francia es un mercado apetecible lo es más Alemania. No solo por tamaño, ya que el país germano supera al vecino del sur por población y kilómetros de vía (la red alemana supera los 40.000 kilómetros, lo que supone más que duplicar la red española), sino también por el alto número de trenes en circulación.
Alemania es el país con más unidades en funcionamiento ya que es el segundo que más rendimiento saca a su entramado de vías, por su parte el más largo del continente. Solo Holanda con casi 40.000 trenes por kilómetro de vía al año supera al nivel de movimiento alemán, de 33.000 unidades por kilómetro al año, según datos recogidos en el último Observatorio del Ferrocarril en España del Ministerio de Transportes.
Se trata de una cifra abrumadora que más que duplica la media francesa, que pese al histórico peso del sector ferroviario del país no llega a los 14.000 trenes por kilómetro, mientras que España queda incluso por debajo, con apenas 10.000.
Un gran mercado que renovar
La elevada cifra de ferrocarriles en servicio no es solo indicativo de la importancia que tiene este medio de transporte en el país, también es una gran puerta abierta al negocio de la movilidad sostenible. Alemania ha sido pionera en la electrificación de la red ferroviaria incluso ha sido capaz de poner en marcha el pasado verano la primera línea de pasajeros impulsada con pila de hidrógeno, una tecnología por otro lado cuya viabilidad vienen poniendo en duda últimamente las propias autoridades germanas.
En el anuncio del resultado del primer trimestre, CAF señalaba hace unas semanas tanto a Francia como a Alemania como los mercados clave para seguir apuntalando una cartera de pedidos que está en niveles históricos. Pese al récord de pedidos, la compañía guipuzcoana observa una cierta ralentización de los nuevos contratos que hace que sea vital consolidar y ampliar pedidos con los actuales clientes.
En ese sentido la compañía de Andrés Arizkorreta suscribía un contrato el pasado otoño para el suministro de 42 trenes ligeros para Hannover que, si todo va bien, podrán ser otras 233 unidades más con plazos de entrega hasta 2040. Unos meses antes CAF anunciaba una ampliación del contrato con los operadores en la región de Renania del Norte-Westfalia (18 millones de habitantes) para el suministro de unidades impulsadas por baterías, además del mantenimiento de la flota durante las próximas tres décadas.
Talgo por su parte ha anunciado recientemente otros 56 trenes más para el principal operador germano Deutsche Bahn en el marco de un pedido que podría alcanzar el centenar de unidades. El encargo asciende a 1.400 millones de euros, el más elevado de la historia de la firma de Carlos Palacio Oriol, y sirve para reforzar la carga de trabajo de su planta alavesa de Rivabellosa.