Hoy hace justo diez años, el 17 de octubre de 2013, Fagor Electrodomésticos entraba en preconcurso de acreedores en el Juzgado de lo Mercantil número 1 de San Sebastián y comenzaba con el proceso de búsqueda de interesados para refinanciar su deuda. Mondragon descartaba entonces inyectar los 170 millones de euros que demandaba esta cooperativa del grupo, que acumulaba una deuda de mil millones de euros y a la que en los últimos años, habían inyectado 300 millones de euros en los últimos años a través del fondo del grupo. Y tampoco conseguía alcanzar un acuerdo con ningún grupo industrial ni fondos de inversión de capital riesgo, lo que la llevó a entrar en concurso de acreedores.
El hasta entonces buque insignia de Mondragon presentó un plan de viabilidad ante el grupo cooperativista y ante el Gobierno vasco con el deseo de reubicar a sus más de 5.600 trabajadores, más de 1.700 de ellos en Euskadi. Sin embargo, tras cerca de sesenta años de historia, el modelo de negocio de la mayor cooperativa de trabajo asociado de España fue calificado, en esos momentos, como “inviable”. El 30 de octubre, el Consejo General de la Corporación Mondragon consideró de forma unánime que el proyecto no respondía a las “necesidades del mercado” y que los recursos financieros que demandaba no servirían para “garantizar su futuro empresarial”.
Fagor Electrodomésticos se vio entonces obligada a su disolución y anunció el cierre de sus cinco centros en Euskadi. Así, paralizó su producción en sus plantas de Bergara y Eskoriatza. Y un año después echaba el cerrojo en Arrasate-Mondragon y se desprendió de sus plantas de Basauri y Aretxabaleta. Asimismo, Fagor bajó la persiana en sus fábricas en el exterior: Vendôme, Aizenay y La Roche, en Francia, donde contaba con 760 empleados; y Mohammedia, en Marruecos, con 90 personas.
No obstante, el fin de Fagor Electrodomésticos se dilataría en el tiempo, y no se produciría hasta 2017, ya que reanudó la actividad en su planta de Arrasate-Mondragon en octubre de 2014, tres meses después de que el Juzgado de lo Mercantil número 1 de San Sebastián adjudicase Fagor Electrodomésticos a la empresa Cata. Tras hacerse con todos los activos productivos de la concursada, el grupo catalán CNA, al que pertenecía Cata, anunció su deseo de reanudar la actividad de la firma vasca, pero sólo la mantuvo durante tres años más.
El sistema de protección social cooperativo, a prueba
Pero remontándonos a 2003, cuando Fagor Electrodomésticos, una de las ocho cooperativas del Grupo Fagor, la más grande y emblemática, anunció su cierre, tuvo un enorme impacto, que se tradujo en "asumir importantes pérdidas económicas, iniciar un complejo proceso concursal, y, sobre todo, gestionar la difícil situación de incertidumbre en la que quedaron los socios de la cooperativa”, rememoran ahora desde el Grupo Fagor.
La situación requería “una respuesta urgente y contundente”, que demostrase “la capacidad de hacer frente a dicha coyuntura” y que sirviese como “precedente” para los años posteriores, dado que “se ponía a prueba la capacidad de resiliencia del cooperativismo de Mondragon” como modelo empresarial, advierten.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en esos momentos, la cooperativa Fagor Electrodomésticos englobaba a 5.600 socios trabajadores, de los cuales 1.736 se repartían entre las cinco plantas que la cooperativa tenía en Euskadi. De esos 1.736 cooperativistas que perdieron su empleo en 2013, el 41% (577 personas) se han adherido a otra cooperativa del Grupo Mondragon y únicamente el 20% del total (346 personas) lo han hecho en alguna de las cooperativas del Grupo Fagor. Eso sí, el 81% del total (1.405 personas) han recibido “una solución definitiva”, aclaran, lo cual recoge no sólo su reubicación en otras cooperativas, sino también las jubilaciones anticipadas y las indemnizaciones correspondientes.
El cierre de Fagor Electrodomésticos, afirman, exigió “reforzar” los mecanismos de solidaridad de LagunAro EPSV, el sistema de protección social para las personas cooperativistas. “Hubo que adecuar sus mecanismos para hacer frente a una situación sin precedentes”, advierten desde el Grupo Fagor. Entre otras medidas, detallan, “se duplicó la cuota que pagaban las personas socias del centenar de cooperativas adscritas a LagunAro para poder financiar el enorme incremento de gasto que se produjo en la prestación de desempleo; se ofreció la opción de acceder a la prejubilación a las personas mayores de 55 años y se habilitaron diversos mecanismos para acelerar las reubicaciones”.
Una década después de entrar en concurso de acreedores, desde el Grupo Fagor aseguran que “las consecuencias del cierre de Fagor Electrodomésticos están superadas” y que “las ocho cooperativas de Fagor que se mantienen -Fagor Ederlan, Fagor Arrasate, Fagor Industrial, Fagor Electrónica, Fagor Automation, Copreci, Mondragon Assembly y Galbaian- “miran al futuro con optimismo”. Todas ellas están “fuertes y sanas”, advierten desde la compañía, que destacan que la marca Fagor ha vuelto al sector de los electrodomésticos para el hogar a través de varios acuerdos de licencia de marca firmados estos últimos años con diferentes empresas del sector.