Las explicaciones que ha dado en el Parlamento Vasco la consejera Arantxa Tapia, de la que depende el área de Medio Ambiente del Gobierno vasco, no han convencido a la asociación ecologista Azurreka, cuyos responsables siguen convencidos de que los residuos procedentes del barco Prestige, hace más de 20 años, no se trataron debidamente antes de ser depositados en el vertedero de Bistibieta, en Lemoa.
Tras desvelar Crónica Vasca las sospechas de ecologistas y vecinos de la zona, la formación Elkarrekin-Podemos procedió a realizar varias interpelaciones por escrito a la consejera Tapia en relación a la situación actual del vertedero de Lemoa y la posible presencia de chapapote en sus capas más bajas, así como la posibilidad de que este residuo suponga un peligro hoy en día. La propia sociedad pública Ihobe señala en una publicación sobre la catástrofe del Prestige que Petronor pudo revalorizar dos terceras partes del chapapote que llegó a las playas vascas, mientras que el otro tercio fue a parar a vertederos.
En concreto, según señala Tapia en su última respuesta a la formación morada, se tratan de los vertederos de Bistibieta y de Larrabetzu. En este escrito, la consejera indica que no se depositaron aquí "residuos de fuel crudo" y precisa que, del 37% que no se valorizó en Petronor, una "parte apreciable" era agua de mar (en total se recogieron en Euskadi más de 20.000 toneladas de fuel).
"Ese 37% lo constituían una fracción acuosa evaporada para poder separarlo del fuel que se podía valorizar y los residuos resultantes del tratamiento que estaban impregnados de fuel como big-bags, contenedores, restos sólidos, plásticos, vegetación, peces y restos de aves, etc", indica el Gobierno vasco. Según señala el Ejecutivo, estos últimos residuos se sometieron a un "pretratamiento de estabilización-solidificación" (inertización) para su posterior deposición en un vertedero en celdas específicas.
Dudas sobre su tratamiento
Ese proceso de inertización (tratamiento de ese chapapote que no se revalorizó en Petronor) llevado a cabo por Sader y la capacidad de esas celdas para resistir el paso del tiempo serían la clave para determinar si hoy en día hay riesgo o no. Desde Azurreka se denuncia que ni siquiera existían en ese momento métodos suficientemente seguros para tratar el fuel y se remarca que Bistibieta no tenía ni la capacidad ni la autorización para recibir esos vertidos en el año 2003 (el Prestige se hundió a finales de 2002).
La asociación ha movilizado a los vecinos de la zona y trata de recabar apoyos institucionales para investigar cuál es la situación actual del vertedero, que gestiona FCC y que según denuncia emite un permanente olor a hidrocarburos. Consideran que los riesgos que pueden ocasionar con el paso de los años esos residuos del Prestige pueden ser muy graves.