Pese a la inflación la mayor parte de grandes convenios se han renovado.
Sí, estamos contentos. Quedan convenios pendientes, sobre todo ligados al ámbito público, pero la valoración de la negociación colectiva es buena.
Dos acuerdos clave han sido los de Mercedes y Michelin. En las elecciones posteriores han crecido ELA y LAB. ¿La huelga vende?
Bueno, pero mira Mercedes. Los mismos trabajadores que votaron eso respaldaron el convenio. Luego en las elecciones no tuvimos ese respaldo...
¿Y por qué?
No tenemos una explicación a eso. Tenemos que seguir trabajando y convencer de que nuestra fórmula mixta de negociación con movilización es la que da frutos. También hay empresas donde esto se ha entendido, ahí están Tubos Reunidos o ITP. También nos gustaría ahí una mayor implicación de las direcciones de las empresas, porque ha habido casos en los que se han alcanzado acuerdos y luego no se han aplicado.
Cuando hablamos de multinacionales compites con otras plantas, todos debemos ser conscientes de eso, hay que valorar lo que está en juego
De hecho en el caso de Mercedes la postura de la multinacional fue clara: si no hay convenio igual no hay inversión.
Es que hablamos de multinacionales, claro, no toman la decisión aquí. Dentro del grupo competimos con otras plantas, hay que ser conscientes de eso. La movilización es necesaria, UGT nunca va a abandonar la movilización, pero debemos valorar lo que está en juego. El papel de UGT ha contribuido a mantener muchas empresas en Euskadi. La gente ya no se acuerda pero nuestro sindicato apoyó en solitario los procesos de reconversión para mantener aquí los aceros especiales, la siderurgia integral, la línea blanca... Si hoy tenemos un sector industrial fuerte es porque UGT en su día apostó por mantener esas empresas.
Su propia sección en Mercedes vivió un episodio de crisis tras las elecciones con la salida en bloque de sus delegados.
Las organizaciones las forman personas y hubo desencuentros. Había que determinar cuál iba a ser el futuro del trabajo del sindicato en la fábrica y hubo diferencias. La situación se ha reconducido.
Si hoy tenemos un sector industrial fuerte en Euskadi es porque en su día UGT contribuyó a mantener muchas empresas
¿Cree que de verdad los empresarios ven un problema grave en la elevada conflictividad de Euskadi?
Hay que dar una vuelta a las relaciones laborales. Recuperar esa confianza que había entre dirección y trabajadores. Falta comunicación por parte de las empresas, no pueden demandar siempre sacrificios. Tampoco vemos que cuando a las empresas les va bien y presentan beneficios millonarios sean generosas. Ahí está Tubacex, con un resultado maravilloso y el convenio congelado. Ahora que va bien la empresa debe ser generosa y revisar esos acuerdos.
Precisamente Jesús Esmorís, CEO de Tubacex, suele advertir del alto coste laboral de sus plantas alavesas.
Pero ha sido siempre así. Tengo 61 años y vivo en Llodio y Tubacex ha sido siempre una de las empresas punteras de la comarca. También han hecho gala siempre de que los tubos que se hacen en Álava son de mayor calidad. Y, ojo, los trabajadores también han hecho esfuerzos para mantener el centro de trabajo. Lo que no vale es estar amenazando siempre a los trabajadores y pedir siempre sacrificios.