Hay una Euskadi de postal más allá de La Concha, el Guggenheim o los viñedos de Rioja Alavesa. Se despliega entre cumbres y colinas a través de prados verdísimos salpicados por ovejas latxa. Allí arriba el tic tac del reloj se sincroniza con la cadencia tranquila de los cencerros, regalando reposo, exuberancia y una estampa inconfundible. Ese paisaje forma parte de la identidad del País Vasco. Y si todavía existe no es por capricho de la naturaleza.
Los montes vascos son como se conocen gracias a toda esa gente que todavía practica la ganadería extensiva, la de sus ancestros: desde mitad de primavera hasta final del otoño, los rebaños suben a lo más alto a pastar. Así es como se mantienen a raya los matorrales, el riesgo de incendios disminuye y la biodiversidad queda asegurada. Por desgracia, plantar cara a la industrialización capitalista del sistema agroalimentario no es tarea fácil. Hace tiempo que esta actividad económica está viéndose comprometida. Ya no sale a cuenta. Y si el sector se asfixia, el entorno también.
Por eso nació Ruraltxa!, un proyecto que quiere asegurar la ganadería extensiva para conservar espacios de alto valor natural. Y viceversa. La iniciativa se encuadra dentro de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia gestionados por la Fundación Biodiversidad, que andaba buscando iniciativas orientadas a generar una economía vinculada a la naturaleza que permite anclar población rural. Ahí es donde entró con su propuesta la Fundación Hazi del Gobierno vasco, junto a las universidades de A Coruña y Santiago de Compostela. Ganaron la convocatoria y en otoño de 2023 empezaron a trabajar. Solo tienen hasta 2025 para conseguir sus objetivos.
Cinco espacios naturales y 810 exploraciones
“Lo que queremos es poner en valor la labor que hacen los ganaderos en algunos de los espacios de más alto valor natural de nuestros territorios y reivindicar la necesidad de que haya una compensación justa por todos los servicios que realizan. Pensemos en cómo ayudan a mantener esos espacios de los cuales nos beneficiamos el conjunto de la sociedad y en esos alimentos de elevada calidad que luego consumimos”, explica Mikel de Francisco, responsable del área Medio Natural de la Fundación Hazi.
Para pasar de la filosofía a la acción, lo primero fue delimitar el campo de trabajo. En el caso de Euskadi, Ruraltxa! abarca los parques naturales de Aralar (Gipuzkoa), Aizkorri-Aratz (Álava y Gipuzkoa) y Gorbeia (Bizkaia y Álava), así como la Zona de Especial Conservación Akamu-Gibijo-Arrastaria (Bizkaia y Álava) y la Sierra Salvada (Álava), ambas incluidas en la Red Natura 2000. Son espacios con sistemas montañosos de fuerte personalidad ambiental, modificados por la huella humana para reconvertirse, por así decirlo, en paisajes culturales. Muchísimos kilómetros de pastos comunales a los que recurren 810 explotaciones, soslayando día a día la falta de rentabilidad.
En Galicia, las actuaciones de Ruraltxa! comprenden los espacios lucenses de la Serra do Xistral y la Zona de Especial Conservación Monte Maior, también integrantes de la Red Natura 2000; la Serra da Groba (Pontevedra) y la Serra de Faladoira (Lugo-A Coruña). Casi todos, terrenos pertenecientes a comunidades de montes.
Collares GPS contra la Matorralización y el riesgo de incendios
Definida el área de actuación, se realizó un diagnóstico de los hábitats y de las condiciones socioeconómicas de los ganaderos para, a partir de ahí, "proponerles actuaciones o formas de gestionar que permitan recuperar el valor de esas zonas". La realidad es que la crisis del sector ha agudizado el abandono de algunos de estos espacios, con mucha matorralización y pérdida de valor natural. Y eso es una mala noticia. La buena, que "sorprendentemente existe una gran profesionalización en algunas de estas explotaciones que usan pastos de montaña y la edad media de los titulares es inferior a la media de edad del conjunto de explotaciones del País Vasco".
Por tanto, ahora lo que toca es aprovechar las fortalezas, salvar las debilidades y buscar soluciones. O, más bien, aplicarlas. En este inicio de año han comenzado a ensayar proyectos piloto que buscan "mejorar las condiciones de pasto, prevenir incendios y atraer el ganado hacia las zonas que se han identificado como subutilizadas para asegurar su sostenibilidad a largo plazo". De momento se han hecho algunos desbroces y quemas controladas de matorrales, pero lo más innovador son los collares de vallado virtual por GPS.
Desde hace apenas una semana, Mikel y su equipo los están probando en un rebaño de 40 cabras de Gorbea. "Con un dron delimitamos las zonas matorralizadas donde queríamos que los animales pastaran para hacer el desbroce natural. También se hizo un análisis más concreto por parte de un botánico. Ahora los animales necesitan su proceso de aprendizaje, claro… No hay valla física. Cuando las cabras se aproximan al límite suena un pitido y, si se dan la vuelta, desaparecen. Los primeros días están recibiendo una pequeña descarga eléctrica, como si tocaran un cercado, pero en cuanto asocien pitido y descarga, ésta ya no hará falta", explica el especialista de Hazi.
Red de apoyo y comunicación
El éxito de Ruraltxa! radicará en su potencial para que todos esos espacios naturales deslumbren. Y eso pasa, a su vez, por conseguir que este modo de vida tradicional vasco salga adelante. La idea es crear una red de apoyo a los ganaderos para que, desde el asociacionismo y mediante herramientas de comercialización, puedan mostrar los beneficios de su trabajo para toda la sociedad, visibilizar el valor de lo que producen frente a los productos baratos pero no buenos de las grandes superficies, vender más y mejor, recibir una retribución justa… Como dice Mikel, “al final esto es una actividad económica y es imprescindible que sea rentable”.
Va a hacer falta mucha pedagogía. Y también socialización, porque la complicidad de la ciudadanía es clave en el desafío. Ruraltxa! tiene web y redes sociales. Además, los responsables acuden a cada feria ganadera que se les presenta para dar a conocer la iniciativa tanto a los profesionales del sector como a las personas asistentes. “Y en breve arrancará una exposición fotográfica itinerante por los parketxes de los cinco parques naturales donde se está desarrollando el proyecto”, apuntan desde Hazi.
Ruraltxa! es más que un proyecto, es compromiso con nuestro pasado, presente y futuro. La esperanza de mantener viva la conexión ancestral entre el ser humano y la naturaleza, “a través de la bioeconomía”, con las singulares praderas verdes de la montaña vasca como guardianes y testigos.