El pasado noviembre la dirección de Michelin Vitoria anunciaba a sus más de 3.500 trabajadores un ‘reajuste de plantilla’ debido a la bajada de producción en algunas de sus líneas. En apenas un par de semanas estas bajas pasaron de 175, anunciadas en un primer momento, a 150; despidos que la compañía se comprometió a llevar a cabo de manera no traumática -al menos hasta este verano-, para lo que puso en marcha una serie de medidas entre las que se encontraban la ampliación del contrato relevo a los nacidos en el 63 y la posibilidad de ser reubicados en otras plantas de la compañía en España.
Por el momento, según informan fuentes sindicales, a los más de 30 empleados que se han acogido al contrato relevo y bajas incentivadas, se suman ya 15 trabajadores que serán trasladados a otras fábricas de la fabricante de neumáticos francesa; reubicaciones que, si bien son más de las que se esperaba en un primer momento, dejan una cifra de bajas voluntarias que queda lejos de las 150 planteadas por la empresa. Sin embargo, la compañía habría desplegado un plan para intentar buscar una solución a la bajada de producción y su consiguiente reajuste de plantilla. Solución que estaría directamente relacionada con el repunte de producción en la línea de neumáticos de turismo.
Y es que tal y como señalan diferentes fuentes sindicales, la compañía francesa, frente a la caída de actividad en la línea de ingeniería civil, está reubicando a sus trabajadores en los talleres de neumáticos de turismo y de fabricación de cable mecánico, secciones que “ahora tienen más fuerza”.
Un movimiento que, si bien de momento solo ha repercutido en unos 50 trabajadores de esos 100 que tadvía verían peligrar su puesto de trabajo, se estima que “será similar con el resto de trabajadores que excedían, o al menos con la mayoría”, por lo que se ha visto con buenos ojos desde la parte social y que, además, “calma las aguas tras la preocupación vivida los últimos meses”.
Cae la producción de neumáticos de camión
Este estaría apoyado por los resultados publicados por la empresa la semana pasada. Ya que, aunque son a escala global y no desglosan los correspondientes a la planta vasca, sí que dibujan el escenario por el que está pasando el mundo de la automoción en general y el de Michelin en particular.
La compañía gala achacó a "una demanda poco dinámica y una selección más rigurosa de segmentos de mercado" la caída del 4,6% en sus ventas respecto a los primeros tres meses del año pasado, tras alcanzar los 6.642 millones de euros.
Así, mientras que las ventas de neumáticos de turismos y camionetas supusieron unos ingresos de 3.376 millones de euros a 31 de marzo de 2024, un 2,4% menos que en el mismo periodo del año anterior, las ventas de neumáticos de camión y distribución asociada, éstas registraron una caída del 6% con 1.595 millones de euros. Por tanto, la planta alavesa, con una de las líneas más potentes de neumáticos de turismo de España, aunque ha experimentado esta caída de ventas, no lo ha sufrido tanto como lo han podido sufrir otras plantas españolas.
Y esto también se ha visto traducido en la reactivación de turnos de trabajo, ya que la dirección ha llamado a los trabajadores de la línea de turismo a trabajar este próximo fin de semana. Algo que rompería con la dinámica de la planta que realizó paros, que afectaron a casi medio millar de empleados, durante la primera quincena de marzo.
Transformación en la cadena de ingeniería civil
La línea de producción de neumáticos de camión no ha sido la única que ha experimentado un bajón en su producción. Según señalan desde diferentes sindicatos, la falta de caucho que se experimentó a principios de año, sumada a los nuevos procesos de automatización, estarían provocando una menor carga de trabajo en la línea de ingeniería civil.
El proceso de reestructuración, que según está calculado, se llevaría a cabo en un periodo de 3-4 años, haría que de tres procesos que conlleva la producción de una rueda de estas características, se pasase solo a uno. Y si bien por el momento parece que la planta de David Urkiola se estaría adaptando bien a esta transformación, algunos sindicatos la ven con recelo.
“A día de hoy, las cargas de trabajo no son ni de lejos las que estábamos acostumbrados. En concreto, la línea de ingeniería civil en 2018 tenía el doble de carga de trabajo, se llegaban a hacer anualmente unas 102 toneladas, ahora unas 65 toneladas”, explican. Y es que, aunque son conscientes de la polivalencia que esta transformación puede tener a la hora de trabajar, temen que en unos años genere “más excedente de personal”.