Pese a la escasa proliferación de parques eólicos en Euskadi, la cadena de valor en torno a los aerogeneradores tiene gran relevancia para la industria vasca. También los centros tecnológicos de referencia se han centrado en buscar soluciones para uno de los grandes problemas de las renovables: qué hacer con las megaestructuras para aprovechar el viento o el sol cuando se acaba su vida útil.
Ya hace diez años, cuando los primeros aerogeneradores empezaban a consumir su ciclo de vida (este se estima para los aparatos antiguos en un periodo entre 15 y 25 años), emergían alianzas para reducir el impacto ambiental de los molinos con algunos de los actores que aun hoy lideran estas investigaciones como Tecnalia o Gaiker.
Ya en 2015, ambos centros lanzaron un proyecto conjunto con Iberdrola para potenciar el reciclaje de palas y reducir los residuos que generan una vez se han retirado del aerogenerador.
13 socios de toda Europa
Ahora que las renovables buscan un nuevo impulso en Euskadi, se redoblan los esfuerzos para mejorar la sostenibilidad de los molinos que se colocarán en los montes vascos en los próximos años. Precisamente Gaiker es el centro coordinador del proyecto internacional Ecores Wind, enfocado a mejorar los materiales (resinas) con los que se construyen las palas y desarrollar nuevas técnicas de desmontaje de los aparatos para reducir su huella ambiental.
El proyecto Ecores Wind acaba de ponerse en marcha en Bilbao, en el parque tecnológico de Zamudio, con la participación de 13 socios bajo la batuta de Gaiker, entre los que hay agentes de toda Europa, incluidos el CSIC y el FIDAMC (fundación para la Investigación, Desarrollo y Aplicación de Materiales Compuestos), así como dos compañías catalana y navarra, Onyriq Labs e Inpre (Industrias Navarras del Plástico Reforzado).
Además, en el proyecto participan universidades y centros de investigación de Italia, Reino Unido, Alemania, Francia, Eslovenia y Turquía. Y es que, como se explica en la presentación del proyecto, que apunta a una duración de tres años y medio, muchos de los parques eólicos terrestres de Europa se están acercando ya al final de su vida útil.