A Talgo se le escapa el año sin aclarar su futuro: Euskadi y Moncloa se vuelcan con Jainaga
- Más información: CCOO pide a Trilantic que "decida pronto" sobre la oferta de Jainaga por Talgo
- Más información: D'Anjou insiste en que el Gobierno vasco ayudará a que Talgo "siga aquí" si hay "inversor industrial"
- Más información: El Supremo rechaza las cautelares de Magyar Vagon y no paraliza la venta de Talgo
Quedan un puñado de jornadas para que termine 2024 y el futuro de Talgo es tan incierto como hace un año. Es una incógnita cuánto queda para que concluya el largo 'culebrón' para fraguar la que podría considerarse la gran operación corporativa del momento por sus implicaciones económicas, sociales y sobre todo políticas.
Y eso que en los últimos meses ha sacudido la actualidad económica la tentativa de Carrefour por controlar Uvesco, grupo de la segunda cadena de distribución en Euskadi (BM), y BBVA prosigue en su intento de absorber el Sabadell, cuarto banco del sistema financiero español.
La de Talgo es una negociación a otro nivel por el amplio abanico de actores implicados. A los dos máximos protagonistas ahora mismo, el mayoritario Trilantic y el industrial José Antonio Jainaga, hay que sumar un buen ramillete de secundarios entre los que están el resto de accionistas, los gobiernos vasco y español o las antiguas cajas de ahorro BBK, Kutxa y Vital.
La plantilla pide certidumbre
No hay que olvidar además el papel que suelen jugar las plantillas a través de sus agentes sociales en este tipo de procesos. Es cierto que por ahora los sindicatos de la fábrica de Rivabellosa han optado por un perfil bajo aunque sin esconder su preferencia por la candidatura de Jainaga.
El dueño de Sidenor ofrece confianza y experiencia en el ámbito industrial, además de solvencia económica y proximidad con el proyecto en Álava. De la planta de Arasur dependen unos 700 puestos de trabajo, una parte importante ocupados por residentes en Miranda de Ebro, y la actividad de numerosos proveedores que suman miles de empleos.
A ese impacto social hay que añadir el simbolismo que rodea al fabricante de alta velocidad, de raíces vascas pero con sede ahora en Madrid: "Ya es hora de que Talgo vuelva a Euskadi", se conjuraban las cámaras de comercio vascas el día después de que Jainaga amagara con dejar la operación.
Avivar la llama de Jainaga
En ese retorno de la compañía a Álava es donde el interés del Gobierno vasco se funde con el del Ejecutivo central, que tiene en el empresario vasco el último salvavidas para evitar que Talgo acabe en manos extranjeras.
Arraigar la compañía a Euskadi tendría, curiosamente, el efecto de blindar el mantenimiento de la actividad en España. Hay que recordar que el Gobierno de Sánchez ha tenido un problema de falta de inversores industriales similar en el caso de Celsa, de la que aun tiene pendiente colocar un 20% a otra firma siderúrgica del país y a día de hoy no hay compradores.
En ese escenario desde Lakua y Madrid se redobla estos días la apuesta por la carta de Jainaga. Pese a la negativa al menos pública a mejorar el precio por las acciones de Trilantic, el Gobierno vasco mantiene que la candidatura vasca es robusta. Jon Urresti, presidente de la fundación Vital, iba más allá afirmando que la entrada de Jainaga está "cada vez más cerca".
El gabinete de Sánchez, por su parte, ha renovado el llamado escudo antiopas para poder seguir cerrando el paso a ofertas extranjeras. En ese sentido, el Supremo ha negado estos días las cautelares solicitadas por Magyar Vagon 'avalando' en cierta forma el portazo de Sánchez a Hungría.
El cambio de año traerá el fin del pacto entre Trilantic y las dos familias que integran Pegaso (los Oriol y los Abelló) por el que una venta del fondo americano arrastra al resto, lo que puede ser un punto de inflexión. Está claro que engrasar la entrada de Jainaga es una prioridad en las agendas de Moncloa y del propio Imanol Pradales en el arranque de 2025.