Polígono industrial de Álava Arasur, con Talgo al fondo / Luis Miguel Añón

Polígono industrial de Álava Arasur, con Talgo al fondo / Luis Miguel Añón Luis Miguel Añón

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La batalla por Talgo se acerca a su desenlace con las espadas en alto entre Euskadi y Polonia

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Pese a la discreción que requieren este tipo de negociaciones, el intento de Sidenor de hacerse con el control de Talgo puede contarse a través de un puñado de fotografías. Y no es así seguramente por interés del propio José Antonio Jainaga, acostumbrado a manejar estos asuntos fuera de foco, donde normalmente hay mayores garantías de éxito.

Su círculo cercano transmite que Jainaga habría mostrado cierta disconformidad en privado cuando supo de la publicación en los medios de comunicación de imágenes de su encuentro con el lehendakari allá por el mes de octubre, cuando era ya principal candidato a comprar la empresa de ferrocarriles.

Las cosas no están tan claras a estas alturas y quizá por eso Imanol Pradales repitió cita oficial con otro de los actores clave en el 'culebrón' de Talgo como es el actual presidente, Carlos de Palacio Oriol, nieto de uno de los dos fundadores de la compañía de origen vasco.

La reunión no deja de producirse en unas fechas a priori marcadas en rojo en la hoja de ruta negociadora en las que, según las indicaciones del propio Gobierno vasco, debería estar ya decantándose la partida en un sentido o en otro. El consejero de Industria, Mikel Jauregi, dio a entender hace un par de semanas que la operación podría estar cerrada antes de que acabara enero.

Pradales con el presidente de Talgo, Carlos de Palacio Oriol

Pradales con el presidente de Talgo, Carlos de Palacio Oriol Irekia

Un asunto político

Hace tiempo que Talgo se convirtió en un asunto político de primer orden para los gobiernos central y vasco. El propio ministro Oscar Puente visitó a Jainaga en las instalaciones de Sidenor para confirmar el respaldo de Madrid al candidato bilbaíno.

Una carta, la de Jainaga, que compite a día de hoy en esencia con la de la polaca Pesa, que ha ganado enteros como alternativa al industrial vasco. Hay pocas dudas a estas alturas de que si Jainaga entra en un proyecto así es para tener el control total a nivel de gestión. Duro negociador, el dueño de Sidenor tiene bastante menos en juego que los equipos de gobierno de Moncloa y Lakua, empeñados por su parte en alimentar un favoritismo que hace tiempo que no está tan claro.

José Antonio Jainaga y Óscar Puente a las puertas de Sidenor

José Antonio Jainaga y Óscar Puente a las puertas de Sidenor Ministerio de Transportes

Y es que hay cuestiones más allá del precio que complican la 'vía vasca'. El concurso de Finkatuz o de las antiguas cajas de ahorro como soporte a la oferta de Jainaga demanda alguna cesión sólida a Euskadi como el regreso de la sede de la empresa a Álava o una inversión de futuro en nuevas instalaciones productivas y en el nuevo centro de innovación.

Son compromisos difíciles de cerrar a estas alturas por sus implicaciones políticas en clave territorial por el consiguiente perjuicio para Madrid.

Trabajadores de Talgo

Trabajadores de Talgo Talgo

Y luego están los importantes recargos a los que debería hacer frente el empresario vasco en caso de entrar en Talgo, por otro lado una empresa muy complementaria con parte de su imperio enfocado al tratamiento de metales y chatarras. Talgo demanda fuertes inversiones para ampliar su capacidad productiva y, además, tiene pendiente la multa de Renfe, que ya ha solicitado un primer pago de algo más de 100 millones de euros.

El Ejecutivo de Sánchez trata de mostrarse flexible en este último asunto, pero también ahí el margen de maniobra es limitado. No tiene buenas cartas Moncloa, que ya paralizó la vía húngara y puede encontrarse ahora de nuevo, de no prosperar la negociación con Sidenor, con una única alternativa extranjera que también presenta interrogantes en cuanto al desarrollo del proyecto industrial en España.