
Instalación de un parque fotovoltaico de Solaria
Solaria, Labraza y Encartaciones evidencian el peso del factor social en el negocio renovable
Han pasado tres años desde que Arantxa Tapia, consejera industrial del Gobierno de Iñigo Urkullu, anunció un procedimiento 'abreviado' para tramitar parques renovables y enfrentar las urgencias energéticas agravadas por la guerra de Ucrania y Rusia.
Desde entonces se han anotado algunos hitos para el despliegue de parques de generación verde, pero todos ellos en los despachos y muy pocos sobre el terreno, ninguno de hecho en lo que se refiere a la eólica aunque parece estar cerca por fin el inicio de la construcción del parque de Labraza.
Si a Tapia puede adjudicársele el logro de haber sacado adelante en el Parlamento Vasco una ley mayoritaria (PNV, PSE y EH Bildu) para impulsar las renovables, no es menos cierto que la herencia que recoge Mikel Jauregi topa con la realidad concreta de los municipios donde se van a instalar los megaproyectos: el rechazo vecinal condiciona al gobierno local y la presión tiende a escalar los distintos niveles institucionales hasta el Gobierno vasco.
Por ahora el principal responsable de la estrategia energética del Ejecutivo de Imanol Pradales se mantiene en la línea de Tapia y aboga por más renovables, pero es un hecho que dar luz verde a colocar grandes aerogeneradores es todo un 'marrón' político.

El consejero de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno Vasco, Mikel Jauregi.
Enfrentamiento vecinal
En lo que respecta a los proyectos más avanzados, en torno al futuro parque de Labraza, que abre el camino de esta nueva fase eólica en Euskadi, se vivieron incluso momentos de tensión en los aledaños del consistorio de Oyón cuando se produjo la votación municipal favorable a los molinos, prueba de la división que generan este tipo de instalaciones.
Hace unos días este medio avanzaba que asociaciones vecinales preparan ya una nueva vía judicial para intentar detener el parque de Labraza, cuyas obras iban a empezar en el inicio de este 2025 pero se han retrasado un buen puñado de meses. La última estimación es que las obras comenzarán en la parte final del ejercicio.

Una persona observa un cartel contra el parque eólico de Labraza
Otro foco de fuertes protestas ha sido Encartaciones, una comarca salpicada con un alto número de proyectos renovables en tramitación pero que cuenta también con grandes límites medioambientales.
De hecho, el Gobierno vasco ya ha tumbado un primer proyecto de la compañía Fisterra Energy, del fondo Blackstone, por la presencia de aves protegidas en la zona, en lo que desde el flanco vecinal y ecologista se interpreta como un buen precedente de cara a que no salgan adelante otra media docena más de complejos eólicos.

Concentración en contra de la instalación de los parques solares de Solaria
Fotovoltaica
Aunque avanza a otra velocidad, la fotovoltaica no se libra de las críticas. Solaria es una de las compañías que están topándose con un mayor rechazo, y de hecho ya ha recibido informes contrarios a algunos de sus parques en Álava por parte de la Diputación, de forma que ha tenido que reiniciar su tramitación.
Como avanzó Crónica Vasca, esta misma promotora ha visto rechazado por parte del Gobierno central otro parque solar en la zona de Treviño, cuya energía iba a desplazarse por línea de alta tensión hasta Santurtzi, cerca del Puerto de Bilbao.
El veredicto desfavorable fue muy celebrado en el principal municipio afectado, La Puebla de Arganzón, aunque también el propio consistorio de Santurtzi se había pronunciado en contra del proyecto. Es una muestra del rechazo que generan también los grandes complejos fotovoltaicos y que se extiende a otros municipios rurales alaveses tanto del perímetro más cercano a Vitoria como a zonas más alejadas como Agurain.