Un dermatólogo inspecciona el lunar en el hombro de una joven

Un dermatólogo inspecciona el lunar en el hombro de una joven EUROPA PRESS

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Más allá del bronceado: los peligros ocultos del sol

Saber cómo cuidar la piel previene arrugas prematuras y puede marcar la diferencia entre la salud y un cáncer cutáneo

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Con la llegada del verano, los días se alargan y el sol se convierte en protagonista de nuestras rutinas. Sin embargo, esta exposición constante a la radiación solar no es inocente: la piel, ese órgano tan visible como vulnerable, lo recuerda todo. Cada quemadura, cada descuido, cada día sin protección queda grabado en su memoria biológica.

“Puede parecer inofensivo tomar el sol un rato, pero exponerse al sol sin protección puede tener consecuencias graves tanto a corto como a largo plazo”, advierte la doctora Maribel Martínez, dermatóloga del Hospital Quirónsalud Vitoria. Entre los riesgos inmediatos, se encuentran las quemaduras solares, las reacciones alérgicas y los daños oculares. Pero el verdadero enemigo acecha en el tiempo: el fotoenvejecimiento y, sobre todo, el temido cáncer de piel.

El cáncer de piel se ve

“El melanoma, aunque representa solo el 5% de los casos, es responsable del 90% de las muertes por cáncer cutáneo”, subraya la doctora Martínez. La exposición sin fotoprotección adecuada puede ser la chispa que encienda este proceso oncológico, lento pero implacable. Por eso, la detección precoz se convierte en una herramienta fundamental. Un cambio de color, un borde irregular, una mancha nueva… todos estos signos pueden ser alarmas silenciosas que el cuerpo nos envía.

La buena noticia es que este tipo de cáncer es uno de los pocos que puede verse a simple vista. Detectarlo en fases tempranas no solo facilita tratamientos menos agresivos, sino que también eleva la tasa de curación por encima del 90%. La clave, explica la especialista, está en observarse con regularidad y consultar al dermatólogo ante cualquier anomalía. “Autoexplorarse una vez al mes y acudir a revisión anual, especialmente en personas con muchos lunares, antecedentes familiares o quemaduras solares previas, puede marcar la diferencia”, insiste la especialista. 

Proteger la piel es proteger la vida

La prevención pasa, sin excepción, por el uso diario de protección solar. “Hay que aplicarla incluso en invierno”, recomienda la doctora. Un fotoprotector de amplio espectro, con un SPF mínimo de 30 (mejor si es 50 en el roso), y reaplicado cada dos horas es la fórmula más eficaz contra los daños acumulativos del sol. Esta protección debe reforzarse con ropa adecuada, sombreros de ala ancha, gafas de sol homologadas y evitando la exposición directa entre las 11h y las 16h, cuando el índice UV alcanza sus picos más altos.

Pero la prevención hay que aplicarla de la misma manera en los días que el sol no irradia con intensidad, los días nublados, aunque más suave en apariencia, también pueden ser traicioneros. La radiación ultravioleta atraviesa las nubes y se refleja con intensidad, incluso en el agua. Por ello, la doctora Martínez aconseja “mantener el uso de fotoprotector, especialmente si se realizan actividades al aire libre o si el índice de radiación es elevado”.