Los datos del Sociómetro que conocimos el pasado viernes nos han dejado unas cuantas lecciones que no podemos olvidar en este curso que desemboca en cita electoral. La primera conclusión es que en Euskadi no hay 'efecto Feijóo' ni 'efecto Iriarte' ni 'efecto Andueza' ni ningún otro tipo de efecto inventado por periodistas para escribir titulares más redondos. Aquí existe desde hace tiempo y poco a poco se va perfeccionando un bipartidismo donde el PNV gana en todas partes y Bildu queda en segunda posición también en las plazas más importantes. Esa es la verdad que, quieran o no verla los estrategas de los partidos, se impone con fiereza.
Esta encuesta del Gobierno vasco, como esas otras que publica de vez en cuando EITB y que realiza una empresa llamada Focus de la que ya les contaremos alguna cosa, pero todo a su tiempo, vienen a confirmar, con algunos matices, los diferentes paneles publicados por 'Crónica Vasca'. Más allá de lo que ocurrirá o no en Vitoria, donde el PSE se acerca al PNV, o en Gipuzkoa, donde Bildu pretende disputarle la victoria a los jeltzales, la verdad es que la sensación generalizada es que sólo las dos formaciones nacionalistas crecen y se consolidan en sus puestos.
Pareciera, y ya perdonarán el pesimismo, que en el País Vasco nada importan los errores de gestión o los casos de corrupción -atentos, porque la sentencia del Supremo sobre el caso De Miguel está ya cocinándose- del PNV o la clamorosa falta de un compromiso ético de condena al terrorismo por parte de Bildu. Esas cosas tan simbólicas y tan aburridas no le importan al personal, o eso parece viendo los sondeos.
Como si fuera una actitud lógica o inevitable, los votantes van cayendo en la resignación de elegir entre los dos grandes partidos vascos. Algo en lo que, sin duda, existen claras responsabilidades de sus alternativas no nacionalistas. Quizás Elkarrekin Podemos debería repensar su estrategia si quiere evitar que todos sus votantes se vayan a Bildu. Lo mismo puede decirse del PP, cuya fuga de votos al PNV parece imparable desde hace años. En algo se habrán equivocado los unos y los otros para que los Sociómetros, paneles y encuestas les sitúen cada vez más abajo.
Más extraño es el caso del PSE, que resulta clave para la estabilidad de las instituciones -es socio del PNV en casi todas- pero no logra rentabilizarlo en las urnas como en cambio sí lo hacen sus socios peneuvistas, a los que tal vez sólo pueda desgastarles un milagro. Salvo en el citado caso de Vitoria, los socialistas vascos pierden apoyos en los tres territorios históricos.
Llegados a este punto, tal vez es hora de preguntarse si el mapa político vasco, por supuesto que legítimo, eso está claro, es también fruto de algunas cuestiones que no son estrictamente políticas, diríase que más sociales o prepolíticas, como la innegable primacía del ideario nacionalista en la educación, la eterna comodidad de los ciudadanos, el contexto aún más cómodo del final del terrorismo, la pujanza de algunas redes clientelares o el control directo e indirecto de los medios de comunicación. Pero eso, como digo, son cosas aburridas que no le importan a nadie.