Una vez se conocen los candidatos y candidatas a las elecciones municipales, forales y autonómicas, los partidos políticos ya trabajan en cerrar los detalles de unos programas electorales que deben recoger el modelo de municipio o territorio que quieren ofrecer a la ciudadanía. Programas electorales que se concretarán en mensajes que definirán el modelo de ciudades que quieren para sus ciudadanos y ciudadanas: cuál es el tipo de movilidad por el que se apuesta, mayor o menor presencia del coche en detrimento del peatón, o al revés, una mayor apuesta por la gestión de los residuos, los espacios verdes y por la peatonalización de las calles para ofrecer una ciudad más próxima y cercana.
Una ciudad que apuesta por lo público en la gestión de los servicios sociales y en la promoción cultural, o una ciudad donde la iniciativa privada lo atraviesa todo, o un modelo hibrido donde todo tiene cabida mientras haya dinamismo. Una ciudad donde lo que importa y se exporta es el centro, o una ciudad donde los barrios tienen su espacio, protagonismo e identidad. En definitiva, un modelo que se proyecta en campaña para que el ciudadano se identifique y se reconozca en él.
En un contexto de complejidad e interdependencia, donde los Estados pierden autonomía al estar cada vez más influenciados por las decisiones europeas, emergen las ciudades y/o territorios porque pueden ofrecer modelos diferenciados que conectan directamente con las necesidades de la gente. En un contexto de grandes aceleraciones y transformaciones adquiere especial relevancia cómo queremos que san nuestras ciudades: más sostenibles, con una mayor o menor presencia de lo público, con un mayor peso del turismo, con una apuesta por la industria y lo tecnológico, con conectividad y movilidad ágil y accesible, con más o menos espacios comunes – marcados, plazas, bibliotecas – donde interactuar y relacionarnos con los demás, son algunas cuestiones clave que determinarán el futuro de las ciudades.
Las elecciones municipales son, precisamente, el escenario ideal donde hablar de cuestiones que suelen estar fuera del foco público, donde incorporar visiones de quienes no cuentan con la capacidad o herramientas para influir en el debate público de manera habitual
En un informe reciente sobre satisfacción con la democracia y eficacia política, Power Research Center alertaba de que España estaba a la cola en cuanto a la percepción de la ciudadanía y su capacidad de influencia en la política, y lo que es doblemente preocupante, las personas con bajos ingresos perciben que su influencia en las políticas públicas es menor.
Las elecciones municipales son, precisamente, el escenario ideal donde hablar de cuestiones que suelen estar fuera del foco público, donde incorporar visiones de quienes que no cuentan con la capacidad o herramientas para influir en el debate público de manera habitual: necesidades de los jóvenes, políticas de vivienda, oferta sociocultural, modelos de cuidados, movilidad, apuestas por eficiencia energética, recursos de proximidad: guarderías, residencias, seguridad.
El poder de lo concreto, la política del M2 permite a los candidatos municipales afinar en sus mensajes y elevar a categoría de máxima relevancia cuestiones de la agenda pública que no suelen estar en las conversaciones más elevadas, pero que definen el día a día de la gente. Candidatos y candidatas, déjense influenciar por aquellos a quienes no escuchan habitualmente, no lo desaprovechen, lo agradecerán.