Un periodista realizando su trabajo.
Un clásico. Tan recurrente que además de doler, aburre. Me refiero a pedirle a un periodista que trabaje gratis.
Igual a los de fuera de la profesión no les suena, e incluso les sorprende, pero a quienes la ejercemos y además intentamos hacerlo dignamente, nos abre las carnes.
Quienes practican estas formas lo hacen de las maneras más variopintas. Les cuento la última que he vivido en primera persona, porque creo que no tiene desperdicio.
Un conocido me pide que le ayude a promocionar su último producto, porque le parecería “un honor” que lo hiciera.
Gratis total
Debe creer que añadiendo esa coletilla del honor, convence para que alguna incauta entre al trapo, mientras le aplican el gratis total. La verdad es que esta fórmula no la había visto antes pero otras parecidas, sí y en múltiples ocasiones. No he contado las veces que se ponen en contacto con nosotros, para pedir algún tipo de labor periodística no remunerada, argumentado que nos va a proporcionar “visibilidad”.
Visibilidad. Hasta donde se ha podido investigar, de eso no se come y los periodistas, junto a los múltiples defectos que acumulamos, tenemos otro: comemos todos los días.
Claro que una se plantea que el argumento sirve para que algunos profesionales que o están empezando o aspiran a que después de ser “visibles” alguien les contrate, aceptan trabajar gratis.
Hacerlo es un error que nos penaliza a todos los profesionales de esta bendita y necesaria profesión, que es el periodismo.
Trabajar gratis es un error que nos penaliza a todos los profesionales de esta bendita y necesaria profesión
Nos pasa factura a todos. A los que somos afortunados y ya vivimos de esto, y a los que aceptan trabajar sin cobrar, porque una vez que lo haces gratis es muy, pero que muy difícil, ponerle un precio al trabajo. Si nosotros mismos minusvaloramos lo que hacemos, nos va a resultar imposible convencer a la sociedad en general de la importancia de la labor del periodismo y de los periodistas.
La profesión como es sabido no pasa por su mejor momento. Hemos perdido credibilidad y desgraciadamente, nos lo hemos ganado a pulso.
Hay que hacer autocrítica y reconocer que ni los medios tildados de “serios”, ni los profesionales que los representan, están siempre a la altura.
También es de justicia agradecer la labor a miles de profesionales del gremio, que día a día desarrollan un trabajo impecable, muchas veces callado y escasamente valorado.
No olvidemos que muchas de las situaciones en las que vivimos las conocemos porque un periodista las destapa y las cuenta
Me lo decía hace unos días una reputada politóloga que colabora en un buen número de medios: “al igual que en la política, en el periodismo hay que diferenciar lo que se queda dentro de a M30 y lo que está fuera”.
Es totalmente cierto. Madrid, donde hay excelentes profesionales, y otros que no lo son tanto, condiciona y de qué manera la visión que la ciudadanía en general tiene de todos nosotros.
Periodistas de provincias
Cuando escucho criticas sobre la labor informativa, me acuerdo sistemáticamente de todas las compañeras y compañeros que trabajan en provincias, en pueblos pequeños y en esas localidades que difícilmente saltan a nacional salvo hecatombe, pero que hacen una labor más que meritoria, encomiable.
Sí, también son periodistas y de los buenos.
Todos esos profesionales no merecen el desprestigio de una labor que siempre hace falta y en las actuales circunstancias más. No olvidemos que muchas de las situaciones en las que vivimos las conocemos porque algún periodista las destapa y las cuenta.
Eso va desde un porcentaje elevadísimo de escándalos políticos, hasta la información del tiempo o de la feria de cualquier pequeña localidad. Sin ese trabajo no sólo faltarían noticias, también nos faltaría verdad.
En paralelo hay que seguir peleando para frenar a la recua de pseudoperiodistas que no permiten a quienes acreditan el título ejercer su responsabilidad de la forma correcta.
Todo eso ni llega, ni se puede hacer sin el reconocimiento social de nuestra labor, y sin que este remunerada y además de una manera adecuada.
Ni podemos, ni debemos aceptar trabajar gratis porque eso es malo para los de antes, para los de ahora, y para los que vendrán. Así que no, no voy a promocionar tu proyecto porque tú lo consideres "un honor".