Acabamos de pasar la Semana Santa y, aunque algunos siguen disfrutando de vacaciones, la mayoría hemos vuelto a la rutina diaria, eso sí, con la pilas un poco más cargadas. Yo he aprovechado estos días de asueto para leer “Tierra” de Eloy Moreno, un libro que me habían recomendado hace tiempo y que, sin querer desvelarles la trama, visualiza claramente la nefasta gestión que hemos hecho hasta ahora los humanos de nuestro planeta. Evidentemente, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad como individuos y como sociedad y, por supuesto, Euskadi también la tiene y por eso, debe activar toda su capacidad para intentar frenar y adaptarse al cambio climático. Por eso, les confieso que me lleve una alegría el pasado 29 de marzo en Donostia cuando conocí de primera mano el nuevo Programa Marco Ambiental Euskadi 2030, liderado desde Ihobe, la Sociedad Pública de Gestión Ambiental de Gobierno vasco.

todos tenemos nuestra parte de responsabilidad como individuos y como sociedad y, por supuesto, Euskadi también la tiene y por eso, debe activar toda su capacidad para intentar frenar y adaptarse al cambio climático

El principal motivo de esta satisfacción fue un elemento que considero fundamental para cambiar el rumbo de las políticas públicas vascas y también del resto de sectores: la transversalidad. La sostenibilidad, el medio ambiente, hace mucho tiempo que dejó de ser un sector estanco y este programa hace por primera vez una aplicación transversal, alcanzando la diversidad de las áreas socioeconómicas del País Vasco. La primera prueba de este logro, fue ver sentados en el escenario del evento de presentación del programa a responsables de diferentes departamentos del ejecutivo autónomo, desde Hacienda o Salud, hasta Agricultura o Turismo y Comercio, entre otros. Una foto conjunta que hace mucho tiempo que echábamos en falta muchos para comprobar que, efectivamente, el Gobierno vasco se toma en serio esto de la sostenibilidad. Se supone que este documento pretende dar grandes orientaciones para la implantación eficaz de un modelo más sostenible en todos los sectores y esperamos que, de verdad, se convierta en una especie de prueba del algodón para evitar algunas contradicciones que hemos visto en los últimos años en el Gobierno de Lakua, porque la sostenibilidad nunca es neutra y no vale sólo con orientar hay que pasar a la acción y ejecutar.

El programa marco, que tiene además otro aspecto muy positivo como es la construcción compartida del mismo con diferentes grupos y colectivos de la sociedad vasca, establece 8 proyectos transformadores que me parecen un buen punto de partida para desarrollarlo en los apenas 7 años que quedan hasta alcanzar la próxima década. El primero habla de una central de compras de productos y servicios sostenibles. Las administraciones son un importante tractor de la economía en cualquier país y, desde luego, si orientan ese poder hacía una activación de otro modelo económico pueden ayudar a decantar la balanza, empezando por la compra de proximidad, eso sí habrá que ver como se resuelven estos temas con una normativa de la contratación pública bastante obsoleta y poco dinámica para incorporar estos nuevos criterios. A muchas pequeñas empresas les bastaría con que regularan mejor unas bajas económicas que a veces rozan la temeridad y que dejan fuera de juego a una buena parte del sector productivo vasco.

Estoy seguro que una buena salud ambiental del país puede ahorrar millones de euros a Osakidetza

El segundo proyecto es la cohesión sostenible del territorio, una tarea que, como podrán suponer, no es nada sencilla porque a veces hay intereses enfrentados, como en el caso de las energías renovables y la defensa de la diversidad paisajística, pero, en cualquier caso, lo que no podemos hacer es no resolverlos de una manera dialogada y negociada porque nuestro nivel de producción de este tipo de energías está muy por debajo de otras regiones de la UE. El tercero se centra en un aspecto del que cada vez hay más evidencias científicas: la conexión entre la salud y el medio ambiente. Se propone crear un observatorio para mejorar el conocimiento sobre la vinculación entre estos dos aspectos en Euskadi. Estoy seguro que una buena salud ambiental del país puede ahorrar millones de euros a Osakidetza, la mejor medicina es la preventiva. La circularidad en las cadenas de valor es otro de los proyectos que va estrechamente ligado a esa transformación urgente hacia una economía más circular que deje de consumir recursos finitos y que apueste por un modelo alejado de lo lineal. Aunque cada vez hay más iniciativas en nuestra comunidad en este sentido, todavía tenemos un amplísimo margen de mejora.

Somos un territorio de pequeñas y medianas empresas, así que esa transformación es tan necesaria como urgente y los colectivos empresariales vascos deben de jugar un papel mucho más activo del desarrollado hasta ahora, que ha sido capitaneado por algunos clústeres

Los cuatro últimos proyectos empiezan por otra cuestión clave, la transición de las pymes vascas hacía la sostenibilidad. Somos un territorio de pequeñas y medianas empresas, más del 90% de nuestro tejido productivo está compuesto por este tipo de negocios, así que esa transformación es tan necesaria como urgente y los colectivos empresariales vascos deben de jugar un papel mucho más activo del desarrollado hasta ahora, que ha sido capitaneado por algunos clústeres. La innovación social al servicio de la sostenibilidad es el sexto de los proyectos con el objetivo de impulsar un modelo avanzado de participación social en materia de sostenibilidad. La corresponsabilidad es fundamental y la participación ciudadana va a ser clave para cambiar el modelo de sostenibilidad vasco. De hecho, el séptimo proyecto tiene mucho que ver con esta corresponsabilidad porque habla de ciudadanía y consumo sostenible. Ya hemos hablado en este espacio más de una vez del enorme poder que tenemos todos los consumidores para hacer nuestra economía más sostenible. El último de los proyectos se centra en las finanzas sostenibles, con la pretensión de incorporar al sistema financiero vasco a todo este proceso.

Confiemos que, esta vez sí, sea la definitiva para introducir la sostenibilidad en el centro de todas nuestras políticas y acciones, no podemos esperar más porque, además de ayudar al planeta, estamos impulsando la competitividad de nuestro territorio y sembrando de nuevas posibilidades nuestro futuro ambiental, social y económico.