Hace ya un tiempo que hemos entrado en ese periodo en el cual cualquier noticia política o social tiene o puede tener un impacto importante en las próximas elecciones.
En este contexto tan mediatizado me gustaría centrarme en la aprobación de la Ley de Vivienda aprobada con el apoyo de EH Bildu en el Congreso de los Diputados y su efecto en el electorado vasco de cara a las próximas elecciones municipales y forales.
Vaya por delante que no voy a meter en las cuestiones técnicas de la ley o en su incidencia en el mercado de la vivienda, cuestiones que he de reconocer, desconozco.
Como he dicho, las repercusiones electorales de la aprobación de dicha ley de vivienda, son como casi cualquier noticia de alto impacto mediático, determinantes o al menos muy influyentes, pero al margen de lo obvio, hay segundas e incluso terceras lecturas que hacer en relación a las estrategias electorales de los principales actores de esta noticia.
En primer lugar, los análisis más superficiales nos dicen que la aprobación de esta ley en concreto podría tener consecuencias en la activación del voto joven en favor de quién se ha percibido como imprescindible para la aprobación de dicha ley EH Bildu.
La vivienda es uno de los principales problemas a nivel municipal en todos los estudios de opinión y sobre todo entre los más jóvenes que a nivel Euskadi tienen una preferencia de voto hacia partidos de izquierda como EH Bildu. Para la coalición parece importante llegar a ese tipo de electorado ya que es el más propenso a votarles.
Movilizar electoralmente a los jóvenes es muy complicado ya que esas movilizaciones juveniles que son determinantes suelen ser reactivas y como consecuencia de un cambio de paradigmas culturales y deseos de cambios profundos en los sistemas políticos
No obstante, existe un problema a la hora de movilizar el voto de los jóvenes. En la mayor parte de las sociedades democráticas, los jóvenes suelen ser la franja de edad que menos participa en los procesos electorales. Lo hacen porque siguen mirando con desconfianza a la clase política y siguen explorando otras formas de participación política democrática al margen de las elecciones, pero los jóvenes cuando se movilizan son capaces de inclinar la balanza a favor de una opción u otra. México o Colombia son buenos ejemplos de ello.
Aun así, movilizar electoralmente a los jóvenes es muy complicado ya que esas movilizaciones juveniles que son determinantes suelen ser reactivas y como consecuencia de un cambio de paradigmas culturales y deseos de cambios profundos en los sistemas políticos. Pocos jóvenes se movilizarán por la aprobación de esta ley en Euskadi.
Y si esto es así, ¿por qué ha dado tanta importancia a esta ley?
Una cosa que tenemos clara los que alguna vez nos hemos dedicado a la estrategia electoral es que por mucho que los jóvenes tengan niveles de participación muy bajos en nuestras elecciones, los partidos no pueden dejar de hacer políticas orientadas a este sector poblacional. La segunda lectura de las estrategias de campaña orientadas a los jóvenes nos dice que estas no solo tienen incidencia electoral en estas franjas de población, también la tienen en sus progenitores. Pongamos el ejemplo de un padre o madre de más de 50 años con hijos en edad de emanciparse.
Estos padres o madres tienen en gran medida sus niveles de vida asegurados y una de sus preocupaciones más importantes y más determinantes a la hora de votar es garantizar políticas que puedan facilitar un nivel de vida lo suficientemente digno para sus descendientes. Es tal vez una lectura muy primaria, pero cualquier mamífero con descendencia presta más atención a la supervivencia de su descendencia que a la suya propia, aunque los procesos racionales no están excluidos de este proceso.
Una tercera lectura sobre la influencia de la aprobación de la Ley de Vivienda nos lleva a una visión más política y anclada a los marcos de campaña.
¿Qué son los marcos de campaña? Normalmente se habla mucho de los relatos de campaña a la hora de comunicar y se les da una importancia exagerada, omitiendo que esos relatos se elaboran a partir de marcos morales y estratégicos que dan coherencia a dichos relatos. En el caso de la ley de Vivienda, se han visto claros los marcos de los dos partidos que han centrado el debate en Euskadi.
Por un lado EH Bildu quien ha interpretado que para ser una opción de gobierno en Euskadi a nivel autonómico, foral y municipal tiene que romper con la hegemonía del PNV en la política vasca y que esa hegemonía no solo se construye poder institucional local. La hegemonía del PNV en la política vasca se construye también a la hora de ser el partido más influyente a la hora de pactar con Madrid y ser influyentes en la política del Estado.
EH Bildu ha roto esa hegemonía del PNV aprovechando que tiene un gobierno en Madrid con el que es más cercano ideológicamente, sabiendo que el debate político en clave ideológica está muy centrado en Madrid y que buena parte del electorado vasco está muy pendiente de lo que sucede en las instituciones del Estado. Ha conseguido suavizar su imagen en función de acuerdos con el gobierno central y reducir su nivel de rechazo en algunos electorados a los que hace años no llegaba y esto, a pesar de su principal problema a la hora de hacer comunicación electoral, que no es otro que la dificultad que tiene para hacer llegar su mensaje a través de los grandes medios de comunicación.
El otro marco que se ha visto claramente es el del PNV. La respuesta de los jeltzales a la aprobación de la ley de vivienda no se hizo esperar y sorprendió a incumplía la norma número uno de las comunicación electoral: No hables de los logros de tus rivales ni para criticarlos.
¿Por qué el PNV incumple esta norma de la comunicación electoral?
La respuesta es compleja y sencilla a la vez. El PNV tiene el marco mejor asentado de todo Euskadi.
La respuesta a la aprobación de la ley de vivienda que dio el PNV fue asegurar que esa ley invadía competencias de Euskadi en esa materia. Curiosamente esa respuesta se ha quedado en el terreno del mensaje político y los jeltzales no han dado muestras de recurrir a los tribunales ante un conflicto competencial con el Estado.
Y es en esto en lo que se ve el marco que utiliza el PNV con maestría, ya que ha convertido un modelo de gestión territorial que es el Autogobierno en un sistema moral mediante el cual determina que está bien y que está mal. Todo lo que se hace en Euskadi es bueno, (incluso los vicios asociados a cualquier democracia como es el clientelismo) y lo que viene del Estado está mal (aunque suponga una mejora significativa en las condiciones de vida materiales de una parte importante de la población vasca).
Estos marcos van a ser los que estén presentes en gran parte de la próxima campaña electoral y en gran medida en el debate público de los próximos años en Euskadi ya que mediante estos marcos los dos principales partidos del escenario político vasco posicionan sus temas de agenda, su acción comunicativa y el debate público en Euskadi.