Osakidetza y Educación, los dos talones de Aquiles de Urkullu
Iñigo Urkullu lleva gobernando en Euskadi diez años y tres legislaturas. Es probable, además, que el lehendakari consiga otra victoria electoral en las autonómicas de 2024 si, como ya se da por hecho en los mentideros de las élites vascas, decide volver a presentarse. Pero la mitología nos enseñó que nadie es infalible. Hasta los más fuertes tienen un punto débil.
La realidad es que, le pese a quien le pese, la gestión del lehendakari no se ve afectada ni siquiera mínimamente erosionada por la corrupción del caso De Miguel ni por la pandemia ni por el desgaste lógico del tiempo. Las encuestas le siguen sonriendo.
No obstante, Urkullu tiene dos talones de Aquiles. Se llaman Osakidetza y Educación. O sea, la sanidad y las aulas, que curiosamente siempre habían sido elementos de los que los vascos, en general, y los nacionalistas, en particular, se enorgullecían sobremanera. Aquello del oasis vasco y de las comparaciones odiosas con comunidades del sur de España, ya saben.
Sólo hay que salir a la calle y conversar con cualquiera, sean familiares, amigos o conocidos lejanos, para notar cómo en la sociedad vasca cunde una cada vez más sólida preocupación por el deterioro de los servicios públicos esenciales. Osakidetza ya no es aquella brillante joya de la corona. Y la Educación genera debates constantes que parecen lejos de resolverse.
Este martes el Gobierno de Urkullu presenta (¡por fin!) el borrador definitivo de la Ley educativa. Esa que iba a estar lista esta legislatura pero que cada vez parece más lejos de aprobarse. Y de Osakidetza...con testar la atención primaria basta para conocer el problema.
Cuidado, señor lehendakari, porque Aquiles también se creía invencible.