Carril bici / GETTY IMAGES

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Opinión

Carriles de ida y vuelta

5 julio, 2023 05:00

Estamos en pleno proceso de cambio de gobiernos tras las pasadas elecciones municipales, forales y autonómicas y, como era de esperar, ya empezamos a ver los primeros ejemplos de un mal endémico de la política de este país: la obsesión por hacer tabula rasa y eliminar proyectos precedentes sin analizar si están bien o no, simplemente por el hecho de que han sido otros los que los han iniciado. Creo que la mayoría de la ciudadanía se sorprendería de la cantidad de dinero perdido en estudios y proyectos que han sido guardados y olvidados en los cajones de cualquiera de nuestras instituciones. Esta práctica es todavía más peligrosa cuando se hace yendo en contra del más elemental sentido común y sobre todo ignorando las evidencias científicas que demuestran que las agendas municipales deben hacerse teniendo en cuenta el actual cambio climático que padece el planeta, igual que ya lo están haciendo el resto de urbes europeas, los países más avanzados o las empresas más valoradas.

Las agendas municipales deben hacerse teniendo en cuenta el actual cambio climático que padece el planeta, igual que ya lo están haciendo el resto de urbes europeas

Me ha llamado poderosamente la atención cómo algunos nuevos regidores y regidoras de algunas ciudades españolas se han apresurado en proponer la eliminación de carriles bicis de sus calles. Lo han hecho, o lo van a hacer, en Elche, Valladolid, Palma o Gijón alegando razones que, en mi opinión, no se sostienen y una supuesta “libertad de moverse en vehículo privado”. Mientras, el gobierno holandés, de centro-derecha, anuncia más de 1.100 millones de euros en inversión en nuevas infraestructuras ciclistas o países como Francia pagan hasta 800 euros al año por ir al trabajo en bicicleta. No es de extrañar que algún partido como VOX, que presume en sus vallas publicitarias de tirar a la papelera cuestiones como la Agenda 2030 o que niega el cambio climático, lo haga pero creo que hay que eliminar de una vez por todas algunas cuestiones básicas de interés general de la confrontación política.

El cambio climático existe, es una evidencia científica, una realidad que tenemos que afrontar y cualquier partido serio debe saber que las emisiones de gases efecto invernadero no se reducen favoreciendo el tráfico de coches en las ciudades, más bien al contrario, la movilidad sostenible pasa por reducir su espacio en favor de las personas y de otros modos más sostenibles, como lo es la bicicleta. Esto no es de izquierdas ni de derechas, es de sentido común y quien vaya en contra de estos argumentos va en contra de una realidad más que probada y en contra de una transición y cambio de modelo económico que aceptan ya hasta instituciones tan poco sospechosas de ser “peligrosos ecologistas” como El Foro Económico Mundial.

Una realidad que tenemos que afrontar y cualquier partido serio debe saber es que las emisiones de gases efecto invernadero no se reducen favoreciendo el tráfico de coches en las ciudades, más bien al contrario

Este grupo, que reúne cada año a los más importantes líderes internacionales en Davos, ha publicado recientemente un informe en el que solicitaban un modelo de transporte para las ciudades que sea compartido, eléctrico, conectado y automatizado y abogaban por la eliminación de un porcentaje importante de los vehículos del planeta para lograr lo que ellos mismo denominan el gran resteo del modelo
capitalista.

La realidad es tozuda y estos intentos de involución en materia de movilidad sostenible coinciden en el tiempo con un nuevo informe del Instituto de Salud Global de Barcelona que afirma que cada año la polución provoca la muerte de más de 21.500 personas en las ciudades españoles y el dióxido de carbono, que emana de los tubos de escape de nuestros coches, es uno de los principales responsables. Por lo tanto, no es sólo una cuestión de diseño urbano, sino que se ha convertido en un problema de salud pública de primer orden.

Cada año la polución provoca la muerte de más de 21.500 personas en las ciudades españoles y el dióxido de carbono es uno de los principales responsables

Necesitamos más políticos y políticas valientes que, desde posiciones que no sea necesariamente de izquierdas, defiendan una transición ecológica justa, que no caigan en el populismo en temas como la movilidad, el agua, la energía, los residuos y otras cuestiones que deberían estar sometidas a un consenso amplio. La irrupción de la extrema derecha supone un peligro para la agenda ecológica de las ciudades y no podemos permitir retrocesos en cuestiones como el impulso de la movilidad ciclista o la progresiva democratización del espacio urbano, que hasta ahora ha sido dominado por los vehículos privados. El futuro, la innovación y la competitividad de nuestras ciudades y nuestras empresas pasa por ello. Lo lógico es ampliar y mejorar las infraestructuras ciclistas, lo avanzado es eliminar 5 carriles de tráfico rodado, como se va a hacer en el actual eje de la calle Los Herran de Vitoria-Gasteiz para desarrollar un boulevard verde para uso y disfrute de la ciudadanía.

Frente al modelo americano de movilidad urbana, con autopistas de 8 carriles en cada sentido colapsadas y con una ocupación de suelo descomunal, está el europeo de fomento del transporte público y la movilidad ciclista o peatonal. Hace ya muchos años que Copenhague identificó su oficina de innovación con una bicicleta, no dejemos que negacionistas del cambio climático rijan el futuro de las ciudades porque las consecuencias serán desastrosas para nuestra calidad de vida y para el progreso. Las bicicletas, los carriles bici en las ciudades, no son ni de izquierdas ni de derechas, son de sentido común. Ojala que la hora punta en nuestros municipios se parezca cada vez más a la de la capital danesa, con carriles atestados de bicicletas.