El consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, anunciaba hace unos días que a partir de septiembre todo irá como un tiro en la economía de Euskadi. Sin embargo, esta misma semana hemos conocido algunos datos que no invitan a tanto optimismo. Avisos o sombras que sobre todo amenazan a las empresas vascas.
Conocíamos dos noticias negativas sobre el mes de junio: se cerró un segundo trimestre negro para la facturación industrial y lo mismo puede decirse de la cifra de exportaciones. Todas las alarmas encendidas en la industria por estos pésimos datos. Además, un par de días antes trascendía que la deuda de Euskadi podría duplicarse en poco tiempo por la subida de los tipos de interés, algo que el propio consejero tenía que negar públicamente.
Avisos y sombras innegables. Los datos apuntan a que no todo es tan bonito como se está contando. También es verdad, hay que ser justos, que esta semana también conocíamos unos datos de recaudación de las haciendas vascas que sí eran fantásticos, aunque con una caída en el crecimiento del IVA, algo seguramente explicado por la inflación.
Todo esto en un contexto de incertidumbre política como el actual, con la gobernabilidad de toda España pendiente de un prófugo de la justicia como Carles Puigdemont, tal y como comprobamos este jueves de infarto en el Congreso de los Diputados.
La cautela es mejor que el triunfalismo. Después de las vacaciones de verano, en septiembre, la economía vasca tiene que afrontar una serie de retos. Y aunque Azpiazu diga que todo va a ir bien, conviene no perder de vista estos avisos y sombras.