La política no para de empeorar. Cuando creíamos que lo habíamos visto todo en el parlamentarismo patrio, este martes, durante el intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo, el PSOE escondía al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y sacaba a la palestra a Óscar Puente, exalcalde de Valladolid, para replicar al candidato.
El elegido hizo lo que se esperaba. A saber: perpetrar un discurso repleto de insultos y menosprecios que nada construyen ni aportan. La bronca por la bronca. Sus palabras y su propia designación son el mejor ejemplo de cómo la cosa pública se embarra cada día más. Sin cortesía parlamentaria. Sin respeto por el adversario político. Sin empatía alguna. Y sin cuidar la sede de la soberanía nacional y, por ende, y lo que es peor, sin cuidar a los ciudadanos que, voten lo que voten, sólo pueden espantarse ante algo así.
De esta sesión de investidura que, salvo sorpresa 'tamayesca', está destinada al fracaso sólo podemos extraer algo distinto a lo esperado: Feijóo busca amigos en el Congreso. O sea, aliados políticos para el futuro. Sus continuas apelaciones a PNV y a Junts -sí, a Junts-, con eso de que "Sánchez va a engañarles" y con eso de que "la gente no les ha votado para que se imponga la política económica de Podemos", evidencian que el líder del PP pretende labrarse amistades que se prevén imposibles...
Y, sin solución de continuidad aparente, de los amigos que no serán nunca pasamos, volviendo aquí, a Euskadi, a los que ya parecen, dándole la vuelta a la famosa canción, enemigos para siempre. Porque en el Alderdi Eguna del pasado domingo pasaron muchas cosas, pero una fue la más relevante políticamente: el lehendakari, Iñigo Urkullu, señaló con claridad a sus enemigos.
No los nombró con sus siglas para no armar demasiado lío, moderado como es él, pero me apuesto todos los euros que no tengo a que se refería a ELA, LAB y Bildu. Urkullu contrapuso los valores jeltzales a los "mensajes catastrofistas" y las "críticas destructivas que pretenden dañar la reputación" de Euskadi. Y mencionó también "las huelgas y manifestaciones" realizadas "por intereses políticos" que "generan un malestar artificial en la sociedad vasca, que a nadie beneficia". La respuesta sindical consiste en más protestas anunciadas.
Estas amistades y enemistades, sean reales o ficticias, porque en este teatro vale todo, de lo lógico a lo absurdo, demuestran una vez más que se vienen meses movidos en la política vasca y la política nacional. ¿Están ustedes preparados? Vamos a divertirnos.