Itxaso Atutxa, Imanol Pradales, Andoni Ortuzar, Pedro Azpiazu e Iñigo Urkullu en Sukarrieta.

Itxaso Atutxa, Imanol Pradales, Andoni Ortuzar, Pedro Azpiazu e Iñigo Urkullu en Sukarrieta. EBB

Opinión

¿Qué le pasa al PNV?

12 diciembre, 2023 05:00

Hace dos semanas escribía en este diario sobre la potencialidad electoral que seguía teniendo el Lehendakari, Iñigo Urkullu y lo hacía desde una perspectiva cuantitativa a través del, por aquel entonces, último Sociómetro Vasco de mayo de 2023. Hoy tenemos un nuevo Sociómetro realizado en noviembre y publicado a principios de diciembre y me parece oportuno analizarlo en uno de los aspectos que tiene que ver con mi anterior artículo.

En toda campaña electoral existen dos herramientas fundamentales para cualquier estratega para movilizar y atraer voto, el candidato y el partido. En Euskadi, un país con una sociedad altamente ideologizada y como consecuencia de un conflicto armado cuyas narrativas dependían en exceso del “Nosotros” frente al “Ellos”, el partido político era el refugio de los votantes para la participación política. 

Esto está cambiando con la incorporación de nuevas generaciones al voto, incluso, me atrevo a decir que el hartazgo de la violencia en los últimos años hace que los niveles de identificación partidista de la generación milenial sean menores que los de la generación X y los Boomers. En cualquier caso, el partido como marca electoral sigue teniendo un peso importantísimo en nuestra sociología electoral y cuando hablamos de partidos, tenemos que hablar sin remedio del PNV.

Entre las municipales de 2019 y las de 2023, el partido de Ortuzar perdió más de 81.000 votantes y un 4% porcentual

Partimos de la base, y con intención de derribar un mito, de que el sistema de partidos en Euskadi no es un sistema de partido hegemónico a pesar de que el PNV tiene un relato hegemónico insertado en muchas capas de la sociedad y de que ha gobernado las diferentes instituciones del país durante la mayor parte del tiempo. Este mito le ha servido al PNV para alejar las posibilidades de victoria de otras opciones políticas de la mente del votante, de la misma manera que ahora se sirve de su acuerdo con el PSE para el mismo objetivo.

Sin embargo, parece que esta hegemonía hoy está en crisis. Entre las municipales de 2019 y las de 2023, el partido de Ortuzar perdió más de 81.000 votantes y un 4% porcentual y la crisis de resultados se agravó en las siguientes elecciones generales. A día de hoy las pocas encuestas que tenemos encima de la mesa no mejoran expectativas para el PNV y la situación parece de empate técnico entre los jeltzales y EH Bildu.

Mucho se ha escrito sobre lo que le pasa al PNV en estos tiempos. Se ha hecho desde dentro y desde fuera y la verdad, esos análisis tienen todos parte de razón. Van desde la pérdida de cercanía con el electorado, la mala gestión de insignias importantes como Osakidetza, la pérdida de valores de la marca partido, etc., pero pocas he visto que sustenten sus hipótesis con números.

La simpatía mide qué posibilidades tiene un votante de votar a un partido, aunque no sea su primera opción

Vamos a comparar y analizar los datos que nos dan los dos últimos Sociómetros Vascos para ver dónde está la posible crisis del PNV.

Para valorar la fuerza que tiene un partido político solemos fijarnos en dos indicadores, por un lado, la fidelidad de voto (estos Sociómetros no recogen este dato al no tener ya fijada una cita electoral autonómica) y la simpatía. La fidelidad mide con que seguridad un votante va a acudir a las urnas y va a votar a un determinado partido. La simpatía mide qué posibilidades tiene un votante de votar a un partido, aunque no sea su primera opción. En simpatía el PNV siempre era el partido destacado y lo sigue siendo. De hecho, de mayo a noviembre su simpatía general no se ha visto reducida (5,2 en ambos Sociómetros), pero es en los datos segmentados donde podemos apreciar cambios importantes y problemas de calado para los jeltzales.

Andoni Ortuzar, Imanol Pradales e Iñigo Urkullu / LUIS TEJIDO  - EFE

Andoni Ortuzar, Imanol Pradales e Iñigo Urkullu / LUIS TEJIDO - EFE

Por territorios mantiene buenos niveles de simpatía en Bizkaia y Gipuzkoa, pero pierde 3 décimas en Álava (creo que no hace falta explicar la importancia de Álava en unas elecciones al Parlamento Vasco). Es cierto que en ambas el PNV sigue siendo la opción que más simpatías despiertas, pero el retroceso en Álava es significativo.

Si nos vamos a la segmentación por edades, el PNV tiene la mayor simpatía entre votantes mayores de 46 años y si bien es cierto que en el Sociómetro de noviembre ha descendido su simpatía entre los mayores de 65 años (0,2 menos), tiene una posición cómoda entre los votantes de más edad. Es en los más jóvenes donde sufre. Entre los votantes de 18 a 29 años, EH Bildu es la primera opción en ambas encuestas y el PNV es el segundo partido que más simpatías recoge. Sin embargo, el PSE se ha metido en la carrera de esta franja de edad y le disputa a los jeltzales el segundo puesto en simpatía. En la franja de edad que nos queda por analizar (30-45, muchos de ellos de la generación Milenial), el PNV ya no es la opción más simpática y comparte preferencias con EH Bildu. La importancia de la generación milenial en las próximas elecciones vascas será crucial, ya que según los estudios es un electorado muy volátil, que no se compromete con los partidos y sí más con las personas o candidatos. La variación en las posiciones relativas de mayo a noviembre podría estar indicando que ese electorado ha cambiado sus preferencias y que muchas ya no contemplan al PNV como una opción a votar.

Las notas en otras segmentaciones no varían mucho, pero en las que varían, por norma general es a la baja.

Pero vamos al meollo de la cuestión, la segmentación por recuerdo de voto.

A día de hoy el electorado más volátil, el que más se pude estar pensando votar a otras opciones es el electorado de Elkarrekin Podemos

El PNV mantiene la misma simpatía entre sus votantes (7,7); aumenta 0,2 entre los votantes del PSE (4,9 a 5,2); aumenta 0,4 entre los votantes de EH Bildu (4,0 a 4,4); desciende 0,4 entre los votantes de Elkarrekin Podemos (3,8 al 3,4) y se mantiene entre los votantes del PP (1,8).

Aquí ya empezamos a ver un problema. A día de hoy el electorado más volátil, el que más se pude estar pensando votar a otras opciones es el electorado de Elkarrekin Podemos. El descenso y que solo el PP sea una opción menos preferida para este electorado, lastra mucho las posibilidades de crecimiento del PNV en las próximas autonómicas y más cuando EH Bildu tiene un 5,2 de simpatía entre ese electorado.

El PNV puede haber pedido “alma social” (o tiene mejores competidores en este terreno) y eso lo está valorando el electorado de izquierda.

EH Bildu ha pasado del 2,8 de simpatía entre los votantes del PSE al 3,7 (+0,9)

Pero hay un dato mucho más preocupante para el PNV y que no se ve en sus datos y sí en los datos de su competidor más cercano: De mayo a noviembre, EH Bildu ha pasado del 2,8 de simpatía entre los votantes del PSE al 3,7 (+0,9). Es decir, el número de votantes del PSE que en determinadas circunstancias estaría dispuesto a votar a EH Bildu ha aumentado significativamente y aunque se quede lejos del dato de simpatía del PNV entre los votantes del PSE (5,6), esta variación de +0,9 es la mayor de todos los datos segmentados en la comparativa de los dos estudios. 

Otra cosa es que EH Bildu pueda capitalizar esos votos sin que lo haga el PNV. Va a depender en gran medida del candidato o candidata de la coalición, de los temas de campaña, del carácter plebiscitario o presidencialista de la campaña o de la capacidad que tenga el PSE para retener esos votos. Ya voy anticipando (a falta de los datos de fidelidad) que esa capacidad no es plena a día de hoy.