El pasado viernes tuve la ocasión de asistir en San Sebastián al documental elaborado por Maite Pagazaurtundua y su equipo de colaboradores, "Basta Ya. Resistencia democrática. Conversaciones en la librería Lagun", donde se recuerda el enorme trabajo desarrollado por Basta Ya, a finales del siglo pasado y comienzos del actual, en defensa de la libertad y la democracia y contra el terrorismo de ETA y el nacionalismo obligatorio en el País Vasco y en el conjunto de España, y donde se recuerda el papel resistente de la librería Lagun contra las dos dictaduras que los españoles vivos hemos sufrido: primero la de Franco y luego la de ETA.
Dos días después de la presentación del documental, se homenajeó en Andoain a Joseba Pagazaurtundua, de 45 años, padre de dos chavales y militante de Basta Ya cuando la banda lo asesinó con tres tiros el 8 de febrero de 2003, para tratar de silenciar a la iniciativa ciudadana liderada por, entre otros, Fernando Savater y Carlos M. Gorriarán. Tres años antes habían asesinado al periodista José Luis López de la Calle, otro colaborador habitual de Basta Ya. Otros militantes de Basta Ya fuimos amenazados, perseguidos y atacados, pero al menos seguimos vivos.
Basta Ya no obtuvo nunca el apoyo del Gobierno vasco sino su desprecio. En aquellos años de movilización ciudadana, un miembro del PNV dijo aquello de: "Igual que logramos desactivar a Jarrai (las juventudes de ETA), conseguiremos desactivar a Basta Ya"
Basta Ya no obtuvo nunca el apoyo del Gobierno vasco sino su desprecio. En aquellos años de movilización ciudadana, un miembro del PNV dijo aquello de: "Igual que logramos desactivar a Jarrai (las juventudes de ETA), conseguiremos desactivar a Basta Ya". Savater le aconsejó que viniera acompañado porque solo no iba a poder. Sin embargo, poco tiempo después Joseba Pagaza fue desactivado por ETA. A pesar de todas las dificultades que sufrió, la labor de Basta Ya fue siempre extraordinaria y se desarrolló con optimismo e incluso la alegría habitual de los rebeldes convencidos de que su lucha merece la pena.
Basta Ya se distinguió porque, a diferencia de otros movimientos cívicos que se opusieron habitualmente en silencio a los crímenes de la banda, no se limitó a rechazar el terrorismo de ETA por razones exclusivamente morales sino que, por un lado, señaló a la ideología nacionalista como corresponsable de la instauración de un clima que permitía a ETA actuar, justificarse a sí misma y perpetuarse en el tiempo, y, por otro lado, porque reivindicó el Estado de Derecho y la legalidad vigente para acabar con la mafia etarra, o sea, la Constitución Española.
No se limitó a salir a la calle a llorar por las injusticias cometidas por los fascistas, sino que tomó partido, elevó la voz de manera contundente y clara, señaló a los responsables políticos, se opuso a cualquier tipo de cesión ante los criminales y reivindicó la política para acabar con el terrorismo. Por mucho que su recuerdo algunos pretendan orillar cuando se recuerda el fin de ETA, este no se hubiera producido sin la movilización ciudadana, que no fue la del pueblo vasco en su conjunto sino solo la de algunos de sus miembros, liderados por unas pocas personas sin pelos en la lengua que, como diría el recordado José María Calleja, supieron y quisieron mantener la dignidad dos peldaños por encima del miedo.
Porque con ETA se acabó gracias a los Cuerpos y las Fuerzas de Seguridad del Estado, la colaboración internacional y la acción de la Justicia, pero también gracias a la labor inmensa de Basta Ya, sin cuya insistencia democrática no se habría firmado el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo ni se habría ilegalizado a Herri Batasuna y los restantes servicios auxiliares de la banda, aquellos que combinaban presencia institucional y apoyo al terrorismo. No es cuestión de que nos den ahora lo que no nos reconocieron entonces, sino de ser justos y de recordar los hechos tal y como sucedieron, otra de las batallas que deben seguir dándose. En todo caso, los militantes de Basta Ya tienen la conciencia tranquila por el trabajo bien hecho en defensa de unas ideas justas en las que firmemente creían y, aunque de bien nacido es ser agradecido, no puede haber mayor reconocimiento que este.
Más allá de que sea duro ver a algunos de sus representantes en las instituciones, ETA fue derrotada como banda terrorista, y ni uno solo de sus objetivos fue alcanzado: ni Navarra ha sido anexionada por Euskadi, ni Euskal Herria se ha independizado
Este es uno de los lamentos que verbalizan algunos de los veteranos militantes de Basta Ya con los que tuve la suerte de compartir lucha democrática y a los que tanto admiro: por un lado, se duda sobre si ETA fue realmente derrotada; por otro lado, se argumenta que se venció a ETA pero perdimos la batalla política. En cuanto a lo primero, no tengo dudas al respecto: más allá de que sea duro ver a algunos de sus representantes en las instituciones, ETA fue derrotada como banda terrorista, y ni uno solo de sus objetivos fue alcanzado: ni Navarra ha sido anexionada por Euskadi, ni Euskal Herria se ha independizado. Y respecto a lo segundo, que está relacionado con lo primero, la labor de Basta Ya era derrotar a ETA y tal objetivo fue cumplido, como recordó en la tertulia posterior al documental Ignacio Latierro, fundador de Lagun en 1968.
Es cierto que el panorama político actual nos solivianta, pero esta es otra cuestión que deberá abordarse por otros derroteros y cada cual según sus ideas políticas, más allá de que podamos seguir colaborando en algunos objetivos esenciales que compartimos, preferentemente con ánimo constructivo. O sea, que muchas luchas continúan.