Corrupción, un catarro mal curado
Como los catarros mal curados, la corrupción vuelve a aparecer en la agenda política de la mano del llamado 'caso Koldo' que ha llevado al ex número tres del PSOE y ex ministro de Transportes, José Luis Ábalos, a aferrarse a su escaño de diputado pasando al Grupo Mixto. Tal y como lo hace la tos a la garganta, sin jarabe que la aplaque ya que, por lo que pudiera venir, estar aforado es consejo de buen abogado.
¿Se puede hablar de corrupción sistémica en el Estado español? ¿Es intrínseca al poder, al acceso limitado del resto de mortales a herramientas de presión para llenarse los bolsillos con fajos de billetes y ostentación en marisquerías de lujo? La tentación y el factor humano son inescrutables como los caminos del Señor. Por eso, no se trata de un debate apriorístico sobre la ética de los políticos o de la propia sociedad, es más bien, de cómo las democracias generan instrumentos de transparencia y control para que la tentación no sea superada por la avaricia, la codicia y la traición. Conclusión, la corrupción, más que sistémica, es directamente proporcional a la laxitud de las medidas que se adopten para evitarla. A más agujeros, más ratones comerán queso.
La pandemia, el miedo, la falta de suministros sanitarios parece que fueron un coladero para aprobechategis de medio pelo, que en la más absoluta carencia de ningún tipo de humanidad, vieron la oportunidad de lucrarse muy por encima de sus posibilidades. ¡Es el mercado amigo! Tomás Díaz Ayuso, Luceño, San Chin Choon, Medina…
La corrupción, más que sistémica, es directamente proporcional a la laxitud de las medidas que se adopten para evitarlo
No solo es el perjuicio económico de la caja de todos para beneficio de unos pocos, es que, además, y lo más grave del asunto, supone un desgaste y una deslegitimación de los sistemas democráticos. El cabreo y la desafección de los de abajo frente a los que se posicionan en la cima de una montaña de poder, pisazos, langostas y billetes de 500. El movimiento del 15 M representó el estallido social al grito de no nos representan y donde la preocupación por la corrupción alcanzó el segundo puesto de las inquietudes ciudadanas. Clase política corrupta frente a la obligación de atender la necesidades de la sociedad en un contexto de crisis.
Marcó un punto de inflexión social contra la permisividad con la corrupción. Las cosas debían de cambiar y parecía que iban a hacerlo, en marzo de 2013 era una de las principales preocupaciones sociales. Después de la indignación, el surgimiento de nuevos partidos políticos a lomos de los vientos de cambio y el desgaste de la vieja política, la corrupción empezó a desaparecer de las encuestas y de la agenda pública y mediática. Nótese el caldo de cultivo en el que nacieron, crecieron y se reproducen los populismos. Pero aún coleaban muchos casos, los ERE de Andalucía o la sentencia en 2018 de la Gürtel y con ella la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno.
El CIS de 2023 empezó a detectar de nuevo los síntomas de la enfermedad, caso Tito Berni, en el termómetro de los diez principales asuntos. ¡San Blas! ¡San Blas! volvemos a estornudar.
El movimiento del 15 M representó el estallido social al grito de no nos representan y donde la preocupación por la corrupción alcanzó el segundo puesto de las inquietudes ciudadanas
Los ciudadanos perciben con desafección creciente a la clase política. ¿Penaliza lo suficiente u olvidamos rápido? El nivel de suspicacia de la corrupción aumenta, así como se declina la imagen de los políticos. Cortafuegos con expulsiones y Comisiones de Investigación instrumentalizadas para el y tú más para poner el ventilador en marcha y esperar a ver quién resulta más manchado. La sesión de control al Gobierno fue un duro e infructuoso lanzamiento de dagas sobre los casos de corrupción en las filas de cada bancada. Tosiendo y esputando acusaciones que intentarán hacer que la opinión pública siga mirando al dedo y no a la luna.
Recomiendo dejar de automedicarse, abandonar el remedio de la abuela, la purga pasajera del castigo electoral y apostar por una operación a pecho abierto. Seccionar las raíces que permiten un escaso control, con precisión quirúrgica hacer un análisis serio de lo ocurrido en pandemia y abordar el tratamiento necesario con pastillas legales y herramientas que favorezcan la protección de los denunciantes de corrupción. Por cierto, tal y como España tenía que haber hecho antes de 2021 transponiendo la Directiva europea 2019/1937. La cual establece unas normas mínimas que garantizan un elevado nivel de protección de las personas que informen sobre infracciones del Derecho de la Unión en una serie de ámbitos políticos clave. Además, de establecer canales de denuncia eficaces y ampliamente disponibles junto a una sólida protección de los denunciantes frente a las represalias.