El candidato de EAJ-PNV a Lehendakari, Imanol Pradales, ofrece una rueda de prensa durante su visita a Pasaia, en la Lonja de Pasaia / Europa Press

El candidato de EAJ-PNV a Lehendakari, Imanol Pradales, ofrece una rueda de prensa durante su visita a Pasaia, en la Lonja de Pasaia / Europa Press

Opinión

Pradales y sus ocho apellidos castellanos

14 marzo, 2024 05:00

Imanol Pradales, en su primer acto oficial como sustituto de Iñigo Urkullu y candidato del PNV a la Lehendakaritza, arremetió genéricamente contra los populismos, en referencia concreta a EH Bildu, su enemigo declarado ahora que es la formación con la que se juega las habichuelas, según la mayoría de las encuestas. Otra cosa es que el PNV llegue a perder Ajuria Enea, cosa menos probable, dado que siempre podrá contar con el comodín de los socialistas y los beneficios que estos le otorgan: por un lado, le confieren un pedigrí progresista para emborronar y disimular su conservadurismo; por otro lado, le permiten seguir manteniendo su programa nacionalista sin mayor problema.

En aquella primera presentación pública del 27 de enero del supuesto joven candidato de casi cincuenta años, el más experimentado Andoni Ortuzar, cuyo partido político lleva gobernando Euskadi más de cuarenta años de manera casi ininterrumpida, utilizó otro comodín, el del victimismo: "Nos tienen ganas aquí y en Madrid", donde sus diputados nacionales malviven tanto como nos imaginamos; tanto, que ninguno de ellos ha querido ser candidato a lehendakari. No como los funcionarios del sector público vasco que acaban de celebrar una huelga, esos de los que Ortuzar sospecha y a quienes exige ser "solidarios" y no quejarse más de la cuenta, y menos en vísperas electorales, que es cuando debe haber calma en las calles y ausencia de reivindicaciones políticas y sociales. A ver qué va a ser esto. Que una cosa es quejarse del Gobierno "de Madrid" y otra del de Ajuria Enea.

Imanol Pradales se reivindicó: "Soy un independentista con los pies en el suelo"

Unos días después de su primer acto como presidenciable vasco, Imanol Pradales se reivindicó como independentista pero de la manera en que se reivindican los que, siendo supuestamente independentistas, no quieren la independencia ahora, no vaya a ser que se les complique la vida y pierdan los privilegios que disfrutan: "Soy un independentista con los pies en el suelo", que es como reconocer que aspirar a la independencia en 2024 es una majadería y un imposible político. Él, nos dijo, trabajará "por más y mejor autogobierno", hasta que deje de ser imposible tener más competencias y se acabe la razón de su existencia. Y a continuación comenzó a pedir el voto: "La sociedad vasca tendrá que elegir entre el modelo del PNV y el de EH Bildu". Al parecer, los demás serán comparsas, no sé si de unos o de otros, o por su cuenta y riesgo, manteniendo su independencia política.

La candidata de Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi, ya ha elegido modelo: anunció que apoyará con sus votos la investidura del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano; siendo esto así y anticipándolo con tanto tiempo, quizás deban decidir ahora si merece la pena presentarse a las elecciones. Qué triste: de pretender asaltar los cielos a dejarse arrastrar hasta el infierno. Yo creía que la política estaba para algo más que para ejercer de intermediario; si supuestamente tienes ideas propias, defiéndelas con más ahínco. Pero doctores tiene la Iglesia.

La Ley de Amnistía es una buena medida, va a ayudar a avanzar en el caso del conflicto catalán y fuera de Cataluña

Más recientemente, Imanol Pradales elevó su apuesta: "Me siento solo vasco, estoy de acuerdo con la independencia". Lo de que se sienta lo que considere importa poco, pero que diga que está de acuerdo con la independencia dudo si gustará a todos sus hipotéticos votantes, incluidos aquellos que comparte con el PP y que unas veces votan derecha vasca y otras derecha española (por simplificar tanto como hacen ellos). Sé que es una estrategia política, más vieja que el hilo negro, al objeto de ampliar su espacio electoral y, sobre todo, ocupar parte del que corresponde a tu principal adversario. O sea, que la gente no olvide que Joseba Egibar sigue vivito y coleando. El objetivo se alcanza cuando engañas a unos cuantos sin desvirtuar lo que realmente eres y sin perder los votos que habitualmente recibes. Por si hubiera dudas de que genéticamente no cumple las exigencias del nacionalismo étnico, aclara: "Tengo ocho apellidos castellanos, pero muchos como yo nos sentimos abertzales", como si la genética pudiera impedir la defensa de estupideces políticas. Además, los conversos suelen ser los peores, así que no es un atenuante sino una amenaza.

Por lo demás, sin novedades: "La Ley de Amnistía es una buena medida, va a ayudar a avanzar en el caso del conflicto catalán y fuera de Cataluña". Algunos pensamos justo lo contrario: que es un engendro jurídico, que no va a pacificar nada, que no va a impedir que los independentistas sigan siéndolo y, sobre todo, que es profundamente improcedente e injusta, porque acaba con la separación de poderes y con la igualdad de los ciudadanos ante la Ley. Y eso, aquí y en Madrid, son palabras mayores.