El peligro de la generalización
El pasado lunes 29 de abril, San Pedro Mártir según la Iglesia Católica, el Presidente Sánchez dijo que se quedaba. Lo soltó y se fue. Declaración institucional en las escalinatas de la Moncloa. Muy formal todo. Sin preguntas, sin presencia de periodistas que pudieran cuestionarle por lo vivido en aquellos cinco días que el Presidente se tomó para reflexionar sobre si merecía la pena o no seguir en el cargo por el acoso al que siente le someten, a él y a su esposa, tanto desde la prensa como desde la justicia. No digo yo que no esté pasando, que sí, pero ni ha sido el primero ni será el último. Bienvenida sea la propuesta de acabar con eso que llama "la máquina del fango" pero es bien cierto que esa maquinaria está muy repartida entre distintos sectores que la utilizan a capricho.
Casi más interesante que aquella declaración institucional fueron las sucesivas entrevistas a las que acudió para explicarse mejor. Entonces sí se sometió a las preguntas que le formularon los y las periodistas tanto de TVE como de la Cadena SER y El País. Tres eran tres las hijas de Elena…
Sin preguntas, sin presencia de periodistas que pudieran cuestionarle por lo vivido en aquellos cinco días que el Presidente se tomó para reflexionar
Entre las muchas cosas que dijo Sánchez, sin propuestas concretas, me estremeció escuchar lo de acabar con "medios digitales o pseudomedios", sin especificar. Así, en general. Que sí, que quienes nos dedicamos a esto sabemos a qué y a quienes se refiere, pero cuando hablas para la ciudadanía tienes que ser más concreto. Corremos el peligro sino de que en el pensamiento general quede ese poso tan de barra de bar que mete a todos en el mismo saco. Y no. En tiempos de nómadas digitales y webs a las que acercarnos para saber qué pasa en cada rincón del mundo, no podemos caer en la trampa de la generalización.
No podemos hacerlo porque sabemos que las noticias falsas se cuelan en todos los medios, tanto los tradicionales como los digitales. Se cuelan y las cuelan, que de todo hay. Cuando esas llamadas fake news son referidas a asuntos políticos su difusión es máxima. Las mentiras políticas se comparten un 70% más que las referidas a otros asuntos, seguidas de las leyendas urbanas, negocios y terrorismo y los desastres naturales. Los datos los ofrecía recientemente la UOC, la Universidad Oberta de Catalunya, que además aseguraba que tienen una capacidad de hacerse virales muy alta. Los bulos políticos llegan a más de 200.000 personas casi tres veces más deprisa que las demás noticias falsas en llegar a 10.000. Se explica así la gran difusión y el impacto de bulos como los publicados, por ejemplo, sobre la candidata Hillary Clinton cuando optó a la Casa Blanca.
Las mentiras políticas se comparten un 70% más que las referidas a otros asuntos
Nadie escapa a las patas cortas de la mentira pero los desmentidos o no se producen o no llegan a la población. Parece que las segundas partes, las veraces, no tienen mucho público.
A las puertas de unos nuevos comicios, los europeos, las autoridades de la UE están intensificando su trabajo contra la desinformación a través de las redes sociales. Saben que los bulos son un potente factor de manipulación y por eso han abierto una investigación a Meta, propietaria de Instagram y Facebook. Sospechan que no controlan los contenidos políticos que se lanzan desde sus plataformas al tiempo que ejercen lo que se llama "prohibición en la sombra", es decir, silencian determinadas voces.
No lo vamos a tener fácil para acabar con las noticias falsas y con la utilización de la justicia para manipular la política y a quienes la ejercen. Ya lo han intentado varios países del entorno europeo pero han terminado por desistir ante el riesgo de ser acusados de censura.
Todo esto en un contexto en el que Reporteros Sin Fronteras asegura en su último informe que España no se salva del deterioro global del periodismo por la presión política. Ha subido del puesto 36 al 30 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, tanto por la mejora del contexto global como por el declive de otros países. La polarización y la desconfianza en los medios se hace notar con malas noticias para quienes ejercemos el periodismo: la ciudadanía siente desapego e incluso hostilidad respecto a nuestra profesión.
La polarización y la desconfianza en los medios se hace notar con malas noticias para quienes ejercemos el periodismo
En definitiva, que a falta de propuestas concretas de Pedro Sánchez ante el uso de los bulos y las mentiras para ejercer y condicionar la vida política, algunas expertas afirman que sería bueno crear un organismo independiente del sector que supervise la propia labor periodística. No acabo de verlo claro. Por lo que sí apuesto es por un autocontrol y una autoregulación basada en la esencia del periodismo: contar la verdad sin presiones ni cortapisas. Eso nos llevaría a analizar otro de los asuntos tratados por Sánchez, el de la financiación de algunos medios de comunicación. De vivir de subvenciones, sin audiencia ni lectores, saben mucho algunos grupos de comunicación. Vascos también, sí.
Decía Sánchez en una de aquellas entrevistas dadas a medios concretos tras su parón que había estado muy ocupado con la pandemia y las guerras, sin valorar en sus justos términos la dimensión de este grave problema. Puede que en ese momento él no se sintiese concernido. Me recuerda al poema "Primero vinieron…" del alemán Martin Niemöller. Vinieron a por los comunistas, a por los socialdemócratas, a por los sindicalistas, a por los judíos, etc, pero como yo no era nada de eso no protesté. Cuando vinieron a por mí ya no quedaba nadie que pudiera protestar.