Torre Iberdrola en Bilbao / GETTY IMAGES

Torre Iberdrola en Bilbao / GETTY IMAGES

Opinión

La mala costumbre de generalizar

27 mayo, 2024 05:00

Mucho más común de lo que podemos pensar. Lo practicamos de forma habitual casi todos, sin valorar el alcance y sobre todo, el peligro que tiene eso de generalizar. Igual de pernicioso que el café para todos.

Generalizar cuando se habla de empresa, no sólo se hace, suele quedar hasta bien, sobre todo si tiene lugar en una conversación de café para criticar a los empresarios, crítica que casi siempre está bien vista, y no les sorprende ni a los criticados, que están ya curados de espanto.

Cuento todo esto, porque recientemente he vivido una polémica ligada a los compromisos empresariales y en concreto a la sostenibilidad. Venía la cosa a cuento de ese término anglosajón que hemos incorporado recientemente a nuestro vocabulario, y que para muchos resulta difícil de pronunciar: el greenwashing.

Se atribuye  greenwashing o ecoimpostura  a empresas que venden una responsabilidad ecológica y unas prácticas supuestamente sostenibles y medioambientales, que no son reales.  Lo que viene siendo publicidad engañosa. Y como en todo, esas malas prácticas existen. Hay quienes aprovechan el tirón y envuelven sus comunicaciones con el lazo de la sostenibilidad y la conservación del planeta, y luego, todo parecido con la realidad es pura coincidencia

Estación de Repsol con publicidad de biodiésel.

Estación de Repsol con publicidad de biodiésel. EP

En algunos casos son las propias empresas quienes denuncian a otras por este motivo. Lo hemos vivido hace tan solo unas semanas con la acusación de Iberdrola a Repsol que seguramente, acabará resolviéndose en los tribunales.

La ecoimpostura existe y hay empresas que la llevan a cabo. Eso sin duda, es denunciable y requiere de una regulación específica para evitar que a los consumidores finales nos acaben colando productos sostenibles cuando no lo son. 

En todo caso, como en otros muchos temas, cuando afectan al mundo empresarial, también en este, se ha generado el caldo de cultivo suficiente, como para aseverar que las empresas sin distinción, se aprovechan de  las corrientes que fluyen en materia de sostenibilidad, para seguir engrosando su cuenta de resultados intentando hacer pasar gato por liebre.

Admitiendo que hay empresas que lo hacen y que eso es pernicioso para todos, fundamentalmente para el colectivo empresarial, merece la pena romper una lanza por aquellas que lo están haciendo bien, que son muchas, y que pasan totalmente desapercibidas. 

Un parque éolico proyectado por Ekiola.

Un parque éolico proyectado por Ekiola. EFE

Nos quedamos siempre con los ejemplos buenos o malos de las grandes, y nos olvidamos de que el 90% de nuestro tejido empresarial son pymes y micropymes. Muchas de estos negocios pequeños llevan desde hace mucho tiempo implementado iniciativas encaminadas a la sostenibilidad y a la salvaguarda del medio ambiente. Y lo hacen con coste, sin alharacas, y porque tienen conciencia social.

Los hay que miden la huella de carbono de sus actividades habituales, para intentar reducirla y minimizar el impacto. Otros que compensan esa misma huella con acciones de compromiso social donde más se necesitan. Los que se preocupan porque sus proveedores sean tan escrupulosos como ellos, con las buenas y reales actuaciones sostenibles. Los que educan y conciencian a sus trabajadores para impulsar buenas prácticas no solo en el entorno laboral sino en la vida diaria…

Y a estos, que como decía son muchos, les penalizan quienes dicen que hacen sin hacer, o quienes directamente ni lo intentan, mientras siguen contaminando. La manzanas podridas del cesto, que aunque son menos, se ven más.

Hacer las cosas bien no suele ser noticia, pero hacerlo mal o cometer un error se divulga de una forma rápida, y en algunos casos letal.

Es una verdadera lástima que esos ejemplos en muchos casos modestos, con un alcance humilde, pero que se llevan a cabo con importantes recursos y muchísimo esfuerzo, no se pongan en valor para que quienes todavía no han tomado la decisión de avanzar por este camino, lo hagan más antes que después.

Generalizar es malo casi siempre. Hacerlo cuando se habla de empresas es el deporte nacional. Pero si vamos a hacerlo, ¿por qué no lo hacemos con los buenos y no con los malos? Sería positivo para todos. Para quienes lo hacen bien, viéndose reconocidos. Para sacar los colores a los vendedores de humo. Para concienciar a todos, y lo más  importante, para apostar por  nuestro futuro y el de las generaciones venideras.