Los pantones del verde europeo
La próxima semana a estas alturas ya conoceremos los nombres de los 720 diputados y diputadas que van a representar a los más de 450 millones de europeos durante los próximos 4 años. Las elecciones de este domingo son las últimas, de momento, de un intenso ciclo electoral en nuestro país que empezó con las elecciones vascas en abril. Seguramente, sean las que registren un menor nivel de participación ciudadana, como viene siendo tradicional, y eso que en Bruselas se deciden las políticas troncales que van a condicionar nuestro marco legislativo y, en definitiva, nuestra vida diaria y nuestro desarrollo futuro. A pesar de todas las campañas, los europeos seguimos sin ser verdaderamente conscientes de esta influencia directa en nuestro día a día de las decisiones que se toman en cualquiera de las tres sedes del Parlamento Europeo.
Este desapego me preocupa y me parece especialmente peligroso en momentos cruciales como el que estamos viviendo ahora, ya que puede ser aprovechando por algunos partidos políticos para intentar imponer una agenda diametralmente opuesta a la que ha regido, de manera bastante consensuada, entre las grandes formaciones del continente durante los últimos años y que, por ejemplo, ha posibilitado la implementación de un Pacto Verde que está ayudando a cambiar nuestra economía y a volver a colocar a Europa a la cabeza de la transición ecológica y digital.
Este era precisamente su principal objetivo, convertir a Europa en líder de esa transición y fuerza motriz en el camino a la neutralidad climática. En torno a esta estrategia central se han movilizado miles de millones de euros que están transformando sectores tan cruciales como el energético o el de la automoción e impulsando nuevos modelos de ciudades más sostenibles o de recuperación de nuestra biodiversidad, entre otros aspectos.
Un Pacto Verde que está ayudando a cambiar nuestra economía y a volver a colocar a Europa a la cabeza de la transición ecológica y digital
Europa ha hecho bastantes de los deberes que tenía que hacer en materia de acción climática pero ha suspendido en uno fundamental para dar estabilidad a su política verde: la comunicación para sensibilizar e implicar a toda la ciudadanía en esta transición ecológica. Por ahora, está perdiendo la batalla del relato con los movimientos populistas y los partidos de ultraderecha que han sabido aprovechar el descontento de algunos sectores, como el de los agricultores, para culpar a las políticas medioambientales de todos los males de la UE. Hemos visto pancartas en tractores contra la Agenda 2030 y partidos como VOX no se cortan un pelo a la hora de solicitar la derogación del Pacto Verde en su programa electoral, en el que califica al gobierno europeo como "ecorégimen".
No podemos consentir que el negacionismo climático y la desinformación tenga un papel determinante en la construcción de las políticas europeas de los próximos años. Sería catastrófico para todos nosotros y, especialmente, para nuestra economía que está en pleno proceso de transición. Volver atrás o ralentizar ese proceso sería un error mayúsculo del que sería muy difícil recuperarse. Tenemos un ejemplo muy reciente de como una tergiversación de la realidad ha provocado efectos no deseados en el caso del BREXIT británico.
La salida de la UE se consumó por miles de votos, por ejemplo, de ciudadanos de pueblos que habían salido adelante con apoyo de los fondos estructurales europeos pero que ni tan siquiera conocían que eso había sido así. Más de uno se habrá arrepentido pero ahora no hay marcha atrás posible.
Hemos visto pancartas en tractores contra la Agenda 2030 y partidos como VOX no se cortan un pelo a la hora de solicitar su derogación
El próximo 9 de junio nos jugamos mucho y es importante que todos seamos conscientes de ello. Creo que para evitar que el verde europeo pierda su intensidad es más urgente que nunca que las grandes formaciones políticas que representan a la mayoría de los europeos construyan acuerdos transversales en este tema esencial para el futuro de nuestro continente y de todo el planeta. Mover el timón de un gigante como la Unión Europea no es fácil, desde que se da la "orden" hasta que el timón del barco empieza a virar pasa un tiempo, pero hay que seguir virando hacia una economía circular, a una mayor protección y restauración de nuestros ecosistemas que se compagine con una agricultura y ganadería más ecológica, a una descarbonización intensa de nuestro sistema productivo y a unas ciudades más saludables y habitables.
El Pacto Verde no es de izquierdas o de derechas, es una herramienta fundamental para impulsar la competitividad de Europa desde una nueva perspectiva y supone una oportunidad de un crecimiento sostenible y justo. Aprendamos de los errores pasados y aprovechemos esta legislatura europea para impulsar un relato que ayude a que la ciudadanía del continente conozca de manera cercana y real todas sus ventajas.
No podemos construir una Europa sin sus ciudadanos y hay que acercarnos a ellos para mostrarles primero, el enorme reto de llegar a ser neutrales climáticamente y, posteriormente, las ventajas que puede tener liderar esta transformación necesaria y urgente. Creo sinceramente que una transición justa, compartida y consensuada con los diferentes actores es la mejor herramienta para garantizar que el verde europeo no cambie su pantone a uno menos intenso.