Personal de Salvamento Marítimo atiende a migrantes rescatados en Canarias. EFE/Adriel Perdomo/Archivo

Personal de Salvamento Marítimo atiende a migrantes rescatados en Canarias. EFE/Adriel Perdomo/Archivo

Opinión

El dato mata el relato

6 junio, 2024 05:00

Un dato cierto mata a un relato falso. Ese debería ser el axioma con el que formar nuestras opiniones y creencias; sin embargo, cada vez es más difícil identificar cuáles son las verdades y cuáles las falsedades. Hace tiempo que decidí no discutir con quien, para crearse una opinión de algo, escucha o lee solo a una parte y siempre a la misma. Vamos, con gente sin espíritu crítico y sin ganas de salir de su posición por mucho que se demuestre lo contrario.

El próximo domingo volveremos a votar. Ni se cuántas veces hemos votado ya en los últimos meses. Nos pillan cansadas las elecciones europeas y es una pena porque el pasotismo es generalizado. Las encuestas realizadas, la de EITB Focus por ejemplo, concluye que más de la mitad de la ciudadanía ni siquiera sabe cuándo se celebran los comicios, que el 85% de las personas no conocen a ningún representante de la cámara europea y que más de la mitad de quienes tienen derecho a voto no irán a votar.

Decía que es una pena este no querer saber nada o no preocuparse por lo que se decide en Europa porque la legislación de la UE aborda la mayoría de las prioridades de la ciudadanía: la economía, el Estado de Derecho, la seguridad, el medio ambiente, las políticas sociales, la migración, etc, etc, etc. Todo pasa por Europa y nuestro voto contribuye a fortalecer una democracia que no debemos dar por sentada.

A pocos representantes les hemos oído hablar de los derechos de las personas que abandonan sus países de origen en busca de una vida mejor

Precisamente quería detenerme en ese último aspecto, el de las personas migrantes. Por poca atención que hayamos prestado a la campaña electoral europea habremos notado que ese ha sido el tema estrella de los mítines y las declaraciones. Migración unida a la extrema derecha, a quien, por cierto, se le atribuye un fuerte incremento de votos en todos los países. A pocos representantes les hemos oído hablar de los derechos de las personas que abandonan sus países de origen en busca de una vida mejor, de cómo dignificar su presencia en los lugares que deberían acogerles y de lo importante que es la diversidad y la llegada de personas de otras latitudes para nuestra economía, por ejemplo. Lo que sí hemos oído es a líderes políticos vociferar acerca de los inmigrantes delincuentes, los que nos roban el trabajo, los que se hacen con todas las ayudas sociales y los que nos quieren colonizar con sus costumbres y culturas. Escuchar y creer a la extrema derecha representada por VOX y por Alvise (su formación se llama SAF, Se Acabó la Fiesta, y las encuestas le otorgan al menos un escaño en el Parlamento Europeo) nos llevaría a pensar que en España hay miles y miles de inmigrantes viviendo de las ayudas sociales, ocupando casas, robando y delinquiendo.

Ante ese relato destructivo e insolidario, datos. Acabamos de conocer los resultados de un informe muy exhaustivo publicado por la Fundación ISEAK, con la economista nada sospechosa de difundir falsedades Sara de la Rica al frente. Se constata una importante brecha entre cómo percibimos la inmigración y los datos reales. Dato: creemos que los y las inmigrantes representan el 28% de la población cuando en realidad son el 16%. Más datos: creemos que el 40% de los llegados de otras partes del mundo están desempleados cuando la realidad es que es el 23%. Y más, la población general cree que el 50% de la inmigración vive de las ayudas sociales cuando los datos reales aseguran que solo el 10% vive de esos apoyos. Pensamos que vienen a gastar nuestro dinero y a empeorar nuestras condiciones de vida.

Tenemos que dar voz a la sociedad civil, a quienes trabajan con las personas migrantes y no solo a quienes hacen bandera de datos falsos

La desinformación, los bulos, las noticias falsas lanzadas desde la extrema derecha son las responsables de una falsa percepción de amenaza, muy alejada de esa realidad, que dice que unos y otros somos enormemente complementarios. Tenemos que dar voz a la sociedad civil, a quienes trabajan con las personas migrantes y no solo a quienes hacen bandera de datos falsos y lanzan propuestas de soluciones fáciles ante problemas complejos, es decir, puro populismo.

Pero no solo los radicales como Abascal, Milei, Meloni, Trump o Le Pen hablan de la inmigración. De hecho, quince Estados de la UE han pedido a la Comisión Europea “nuevas soluciones” para atajar el flujo migratorio que consideran insostenible y proponen acuerdos con terceros países para trasladar a los solicitantes de asilo. Más o menos lo mismo que ha hecho Rishi Sunak, Primer Ministro Británico, con Ruanda. Te envío a los inmigrantes y te pago una cantidad por cada uno que acojas. A eso le llaman los quince propuesta justa, humana, sostenible y eficiente.

Las víctimas son en su mayoría personas de raza negra a quienes se detiene para evitar que lleguen a Europa

Lo cierto es que no es algo que no se venga haciendo ya. Una investigación de Leghthouse Reports acaba de revelar cómo Marruecos, Mauritania y Túnez son financiados por la Unión Europea para detener y desplazar a migrantes y refugiados a los que incluso abandonan en el desierto sin modo de comunicarse, de alimentarse o hidratarse. Las víctimas son en su mayoría personas de raza negra a quienes se detiene para evitar que lleguen a Europa. Sí, todo financiado con fondos europeos. Doble moral.

El caso es que, según el Banco de España, nuestro país necesitará 24 millones de personas migrantes para mantener la relación entre trabajadores y pensionistas, que Euskadi necesita atraer cerca de 10.000 profesionales extranjeros al año para cubrir el déficit de personal durante la próxima década y que la justicia social debería ser quien rija los designios de aquellas personas que lo dejan todo en sus países de origen para buscar una vida nueva y digna a muchos kilómetros de sus casas y sus familias.

Empatía y datos ciertos. Eso es lo que necesitamos antes de decidir a quién vamos a dar nuestro voto el próximo domingo.