Santiago Abascal, líder de VOX, junto a Amaia Martínez, representante del partido en Euskadi.

Santiago Abascal, líder de VOX, junto a Amaia Martínez, representante del partido en Euskadi. EFE

Opinión

¿Qué hacer con la ultraderecha?

10 julio, 2024 05:00

Dos monjes budistas cuidaban el huerto del monasterio. Uno de ellos vio un caracol entre las coles y fue a matarlo para evitar que arruinara las hortalizas y el esfuerzo que suponía cultivarlas. El otro monje, al adivinar las intenciones de su compañero, le detuvo y afeó que quisiera acabara con la vida del caracol, alegando que un ser vivo merece vivir y completar su destino. Los dos monjes empezaron entonces una acalorada discusión y al no llegar a un consenso decidieron ir ante el sumo sacerdote para exponerle el caso. El gran maestro al escuchar las alegaciones de cada uno de los monjes, simplemente concluyó que, en ocasiones, la razón puede asistir a ambas posturas, aunque aparentemente defiendan cosas diametralmente diferentes.

Sirva esta fábula como metáfora de cómo empleando diferentes estrategias, éstas pueden ser acertadas para combatir lo envites que los partidos de ultraderecha arrean por toda Europa.

El lehendakari, Imanol Pradales, comienza esta semana su ronda de contactos con partidos políticos para presentarles su programa de Gobierno y contrastarlo con los de la oposición. Será de menor a mayor representación, para luego entablar contactos con las patronales y los sindicatos. La vicelehendakari, Ibone Bengoetxea, en una de las primeras entrevistas que ha concedido desde su designación, deslizó la idea de que Pradales no se reuniría con la formación ultra Vox, al no compartir un suelo democrático sobre derechos fundamentales y la negación del autogobierno de Euskadi. La portavoz del nuevo Ejecutivo, María Ubarretxena, lo confirmaba tras el primer Consejo de Gobierno, el lehendakari no recibirá a Amaia Martínez, parlamentaria de la formación de Santiago Abascal en el Parlamento vasco.

El lehendakari no recibirá a Amaia Martínez, parlamentaria de la formación de Santiago Abascal en el Parlamento vasco

¿Acierta o se equivoca el lehendakari? Su predecesor Iñigo Urkullu los incluyó en su ronda en la irrupción de este partido en la cámara de Gasteiz, diferenciando institucionalidad y actividad parlamentaria. En una segunda ocasión, Martínez declinó la invitación para denunciar el cordón sanitario al que le sometía la Cámara. Quizá como el sumo sacerdote del monasterio budista, ambas posturas sean correctas. Perder el tiempo con una formación que ya ha demostrado su cara ultra y su nula aportación a la mejora de las políticas en Euskadi no tiene ningún sentido ejecutivo. Al mismo tiempo, recibirles para confrontar sus posiciones y retratarles me parecería igual de acertado.

Ciertamente no es igual de sencillo mandar al corner político a una parlamentaria que no tiene ninguna capacidad de influencia, que cuando el peso específico de la ultraderecha condiciona gobiernos y políticas. Aquí hay que tener las cosas más claras y la conciencia democrática despejada.

Las Islas Canarias se encuentran en este momento desbordadas por la llegada de inmigrantes en cayucos. Los servicios insulares no dan abasto para atender las necesidades de estas personas, entre las que se encuentra unos 6.000 menores. El Gobierno canario, presidido por Coalición Canaria en coalición con el Partido Popular, ha solicitado al Gobierno central ayuda para redistribuir a estos niños por las diferentes comunidades autónomas modificando la Ley de Extranjería que se prevé estar lista antes de agosto. Para su aprobación el Gobierno de Sánchez necesita del apoyo de todos los socios de investidura y, Junts ya ha advertido que no la apoyará, o bien que el PP la respalde, teniendo en cuenta además que gobierna en la mayoría de comunidades y cogobierna en Canarias.

Abascal ha lanzado un órdago al PP amenazando con romper o dejar de apoyar a los populares donde gobiernan en coalición o apoyo externo si los de Feijóo aceptan la recepción de los menas

Ante este panorama, Santiago Abascal ha lanzado un órdago al PP amenazando con romper o dejar de apoyar a los populares donde gobiernan en coalición o apoyo externo si los de Feijóo aceptan la recepción de los menas, como aluden deshumanizadamente a estos niños y adolescentes que huyen de la miseria. En Génova saben que en esta ocasión no es un farol, pero aquí no sucede como en la fábula de los monjes donde varias opciones son razonables. Democráticamente solo hay una respuesta correcta y legalmente también. Existe la obligación de atender, acoger y acompañar a estos menores porque son nuestra responsabilidad legal y en sí mismos representan la protección suprema de los Derechos Humanos de los que se dotan las democracias.

Pues ni por esas parece que van a acertar en cómo se trata a la ultraderecha xenófoba, ya que escudándose en la excepcionalidad de esta situación prometen aceptar el reparto, pero no hay intención de apoyar la Ley que garantice la distribución solidaria de los menores. Sin una derecha democrática, titubeante y consentidora con los ultras se corre el peligro de diluirse en la radicalización. ¿Acaso el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Miguel Tellado, no habla por su presidente cuando asume la tesis ultra de enviar a la Armada española a las costas africanas? ¿Acaso Abascal no habrá lanzado este ultimátum ante la irrupción de la opción más extremista de Alvise?

Alberto Núñez Feijóo se felicitaba en la red social X porque en Francia habían ganado los motores democráticos de la Unión, "Europa siempre se ha construido desde la moderación. El centro político debe unirse para evitar que los extremistas dirijan su futuro" en alusión a la derrota de la extrema derecha de Marine Le Pen en el país vecino. Deseo que estas palabras sean ciertas, que de verdad lo crea con convicción, que le invada la sensatez y la mirada larga porque una cosa le digo, no se puede soplar y sorber a la vez.