Imanol Pradales reunido  con el Ararteko, Manuel Lezertua

Imanol Pradales reunido con el Ararteko, Manuel Lezertua

Opinión

Política para los muy cafeteros

30 septiembre, 2024 05:00

En los últimos días me han preguntado en dos ocasiones por el caldo de cultivo de la sociedad en general, respecto a la situación política y en concreto, sobre cómo están percibiendo los ciudadanos en la calle la política y a sus representantes.

Las cuestiones planteadas por personas a las que considero cualificadas y bien informadas, me han hecho pensar e intentar hacerlo con un poco de distancia.

Que en la calle surjan estas inquietudes ya es un síntoma de que eso que ha dado en llamarse desafección política puede acabar siendo un clamor, si es que no lo es ya.

Esperamos de la clase política que identifiquen bien las cuestiones que más preocupan a la mayoría, y que aporten soluciones

¿Para qué debe servir la política?, pregunté a quienes pedían mi opinión y la respuesta se repitió “para resolver problemas”. Bingo.

Ahí está la clave. Esperamos de la clase política que identifiquen bien las cuestiones que más preocupan a la mayoría, y que aporten soluciones. Cuando esto no se hace, o aunque haciéndose no se percibe, el desapego de los asuntos políticos crece como la espuma.

Los que por razones profesionales o porque nos gusta, seguimos la política a diario, esos que nos definimos como los muy cafeteros, corremos el riesgo de perder la perspectiva, igual que la pierden los propios políticos, metidos en la vorágine del día a día. Hay que repetirse a diario cuales son los problemas más importantes.  En ese sentido, todos los datos que tenemos coinciden: vivienda, sanidad, seguridad…son asuntos que se repiten constantemente. ¿Se están abordando?

Dicen que comparar no siempre es bueno, pero en este caso es inevitable. A punto de cumplirse los 100 días del gobierno de Pradales en Euskadi, todo parece indicar que aquí se están tratando de forma incipiente, no ha dado tiempo para mucho más, los asuntos que más preocupan a la ciudadanía. Se agradece y eso se deja sentir también en la calle, el tono que emplean los políticos por estas lides.

Pero la pregunta sigue siendo la misma ¿estamos los ciudadanos interesados en las iniciativas políticas?

Frente a esto, Madrid y lo que allí se cuece, nos llega en la mayor parte de las ocasiones con el exceso de ruido que generan las broncas a las que asistimos de forma casi permanente y en directo. Si se está haciendo algo o no, al margen de las sempiternas polémicas, pasa absolutamente desapercibido y no llega. Si a esto le añadimos la precaria situación de un Gobierno de coalición, lastrado por las diferencias de los grupos que apoyaron la investidura de Sánchez la cosa se complica infinitamente más.  

Así que tenemos dos escenarios bastante diferentes. El más próximo en el que las aguas parecen bajar calmadas, y el que nos llega desde Madrid en el que la tormenta no parece que vaya a amainar en breve.

Pero la pregunta sigue siendo la misma ¿estamos los ciudadanos interesados en las iniciativas políticas? Parece que no demasiado y eso cuando menos es preocupante. Y no hay muchas diferencias entre un escenario y otro. No hay más que ver los niveles de abstención con los que nos encontramos en los distintos comicios.

La política empieza a ser algo que sólo atrae a los muy cafeteros

Da igual que el motivo para esta falta de interés, sea el malestar por la no resolución de problemas, el hastío por las formas, o que no nos guste ninguna de las alternativas que nos ofrece el espectro político.

La situación es alarmante porque nuestro día a día está totalmente marcado por las decisiones que se toman en el ámbito político, aunque no seamos conscientes más que cuando nos afecta directamente. Nos alcanzan incluso las decisiones que se toman a miles de kilómetros de distancia.

Todo es política y la política lo impregna todo. Sin embargo la política empieza a ser algo que sólo atrae a los muy cafeteros. Hay que abordar esa falta de interés y trabajar en positivo porque lamentablemente las buenas propuestas que las hay, y los buenos políticos que por supuesto, lo hay, pasan desapercibidos entre tanto ruido y tan pocas nueces.