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La posible entrada de José Antonio Jainaga, presidente de Sidenor, como socio industrial de Talgo tiene innegables derivadas en la política, tanto en Madrid como en Euskadi. Y no hace falta ser un lince para vislumbrar que esta operación empresarial gusta tanto en el Palacio de la Moncloa como en el Palacio de Ajuria Enea.

Si la negociación fructificase, todos los implicados saldrían ganando. O eso parece, porque en cuestión de negocios siempre existen elementos intangibles que pueden dinamitarlo todo. Pese a esas lógicas prevenciones, el acuerdo parece redondo. 

Jainaga busca desde hace tiempo rematar la construcción de un gigante industrial. Si bien es cierto que las dos empresas no son estrictamente complementarias, no parece mala idea hacerse con una compañía histórica como Talgo, que tiene comprometidos pedidos por 4.200 millones de euros

Para la empresa en problemas, para su plantilla -700 empleados en la planta alavesa de Ribavellosa- y sus accionistas, lo cierto es que Sidenor suena mucho mejor, aunque sea por cercanía, que Magyar Vagon o Skoda. Como muestra, un botón: este martes las acciones de Talgo subían un 4,5% en la Bolsa. 

El Gobierno central demostró que quiere mantener el arraigo de la fabricante de trenes al tumbar la OPA de origen húngaro y aroma ruso. Y no es un secreto que Pedro Sánchez necesita contentar a sus socios peneuvistas. Esos objetivos de Moncloa están garantizados si se firma la alianza en ciernes. 

El Gobierno vasco tampoco oculta sus intenciones. Quiere mantener el arraigo de la ferroviaria de origen vasco. Nada mejor que un socio de Euskadi como Jainaga para lograrlo. Su portavoz decía este martes, no por casualidad, eso de "sí a la industria y sí al empleo en Euskadi". A buen entendedor... 

Incluso es sabido que el Gabinete de Imanol Pradales podría apadrinar la operación inyectando dinero -y consiguiendo presencia en el consejo, claro- mediante Finkatuz, el fondo creado para estos menesteres. Sería una presencia testimonial, casi más simbólica que otra cosa pero al cabo necesaria, como ya ocurrió con ITP Aero

Es esta, por tanto, una operación de garantías mutuas e intereses comunes. Perfecta para que todos estén contentos. Incluso los socios financieros que tendrán que poner la pasta. 

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