Pedro Sánchez y Yolanda Díaz / EFE

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Opinión

Malos tiempos para la izquierda

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Si Valle-Inclán levantara la cabeza, se encontraría con ejemplos más que numerosos de esa técnica literaria a la que llamó esperpento, y que consiste en deformar la realidad hasta hacerla grotesca.

Vamos más que sobrados de deformaciones grotescas. Tantas, que lo que cuesta es encontrar realidades que no sean esperpénticas. En los últimos tiempos en los que la realidad supera con clamorosa distancia a la ficción, asistimos entre asombrados y asqueados, a situaciones escandalosas que se van encadenando unas a otras, de tal modo, que la última tapa a la anterior, que a su vez se encargó de cubrir a la que le precedió, en una especie de pirámide que resulta interminable e insoportable.

Nos acostamos con los ecos de un escándalo político y nos levantamos con otro. Casi da igual mirar a derecha o a izquierda, porque se salvan los menos y eso, como suele decirse, mientras no se demuestre lo contrario.

Vamos sobrados de deformaciones grotescas. Tantas, que lo que cuesta es encontrar realidades que no sean esperpénticas

En las últimas semanas los problemas se están cebando con la izquierda y en concreto con el gobierno de coalición que nos dirige desde Madrid. La situación de la mujer de Sánchez, Begoña Gómez; lo que empezó siendo el caso Koldo y ahora ya es el caso Ábalos; y para rematarlo, el escándalo con dimisión incluida de Iñigo Errejón.

Falta de explicaciones creíbles

Evidentemente no todo es lo mismo, ni debe abordarse de la misma forma, pero en todos esas cuestiones, se da una constante: la falta de explicaciones creíbles que nos merecemos el común de los mortales, por parte de quienes ostentan el poder.

Ni las han dado, ni parece que vayan a darlas. Craso error. El hueco de aquello sobre lo que no se argumenta de forma directa, se acaba llenando con los argumentos de los otros, que aprovechan la falta de explicaciones para ofrecer las suyas. Y lógicamente, lo hacen con ventaja y con intereses más que evidentes.

El batiburrillo de dislates está dejando a la izquierda en una situación más que comprometida y hasta de cierto desamparo, en un momento político especialmente complejo, en el que a la fragmentación del espectro político de izquierdas, se une la precariedad de un gobierno de coalición que no puede permitirse ni la más mínima merma para seguir gobernando, y completar una legislatura, cuyo final queda todavía muy lejos y se hace de lo más incierto.

Ni han dado las explicaciones que nos merecemos ni parece que vayan a darlas. Craso error

A la situación no siempre bien resuelta entre los socios de gobierno PSOE y Sumar ahora se añadido el conflicto que en la amalgama de agrupaciones que integran la formación de Yolanda Díaz ha generado la dimisión de Errejón, y sobre todo, los  motivos de la misma.

El asunto que ha dejado epatados a propios y a extraños, ha visibilizado de forma más que evidente las diferencias de criterio que existen entre unos y otros, dentro de las distintas sensibilidades que engloba Sumar.

Y todo este desaguisado que se cuece a fuego lento pero intenso en lo que llamamos la izquierda de la izquierda, repercute de forma negativa, como no puede ser de otro modo en el PSOE, donde deben estar pensando que negociar la ley de amnistía ha sido lo más sencillo de gestionar en los últimos tiempos.