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Esta noche el pueblo estadounidense se planta ante la más importante de sus decisiones de las últimas décadas. Una elección que según las encuestas será muy ajustada y que llevará a más de 300 millones de norteamericanos a optar por el republicano Donald Trump o por la demócrata Kamala Harris.

La elección es trascendente para los estadounidenses y para el resto del mundo como se suele decir, pero como no, siempre habrá quienes intenten restar trascendencia a la cita de esta noche.

Una de las estrategias de los discursos autoritarios de este lado de globo con respecto a las elecciones en EEUU es que entre los dos principales partidos estadounidenses apenas hay diferencias. Se usa a la ligera la metáfora de comparar a ambas formaciones políticas con las dos grandes marcas de refrescos de EEUU.

Esta afirmación es tan solo una estrategia para deslegitimar la elección democrática y convertirla en intrascendente, desarmando a los votantes y a la soberanía popular de cualquier halo de influencia en la política real, una manera de deslegitimar la democracia en EEUU. Es, además, una afirmación rotundamente falsa, más en las últimas décadas en las que tenemos la mayor polarización política entre republicanos y demócratas.

No conocíamos tantas diferencias entre ambos partidos desde los años previos a la segunda guerra mundial, cuando los demócratas aplicaban recetas económicas propias de los países del norte de Europa de hoy en día, y los republicanos se inclinaban a hacia el conservadurismo más extremo.

En primer lugar, tenemos que destacar que la elección en EEUU viene condicionada por un sistema electoral y de partidos que nada tiene que ver con los países europeos

Los distritos son los suficientemente pequeños como para que el representante tenga contacto directo y casi constante con sus votantes y eso impulsa que algunos candidatos tengan menos escrúpulos ideológicos

Los partidos políticos, como en una parte importante del globo, no son organizaciones ideológicamente tan marcadas como son los partidos en Europa. En EEUU, los partidos son más superestructuras encargadas de administrar recursos de cara a conseguir el poder ejecutivo.

Es por esto por lo que la amplitud ideológica de ambos grandes partidos es extensa. No son los mismo Trump y Schwarzenegger dentro de los republicanos y Ocasio Cortez y Clinton dentro de los demócratas

Otro de los elementos a tener en cuenta es la falta de disciplina interna dentro de esos partidos en las cámaras legislativas. Los escaños en EEUU no se adquieren por pertenecer a una lista. Cada miembro de la cámara de representantes y cada senador obtiene su escaño en una elección directa en sus respectivos distritos. 

Los distritos son los suficientemente pequeños como para que el representante tenga contacto directo y casi constante con sus votantes y eso impulsa que algunos candidatos tengan menos escrúpulos ideológicos para “tontear” con intereses del rival político, siempre que eso satisfaga a los intereses del su votante.

Estos dos elementos hacen que a veces la línea diferenciadora entre ambos partidos parezca difusa.

En cualquier caso, como ya digo, las diferencias entre ambos partidos se ha acentuado en muchas materias, sobre todo desde la irrupción en política de los ultraconservadores del TEA party.

En materias como gasto sanitario, educación pública, seguridad, inmigración, aborto, matrimonio igualitario posesión de armas, las diferencias son muy notables. 

Como muestra, un botón. En materia de educación los demócratas abogan por extender un sistema educativo de calidad incluso en la educación superior. De hecho, los estados costeros gobernados por demócratas presumen de subvenciones a jóvenes estudiantes universitarios y postgraduados. Los republicanos por el contrario proponen tan solo subvencionar la educación básica y siempre dando más impulso a las educaciones privadas.

Sin embargo, es cierto que los dos partidos tienen puntos en común en algunas materias. 

Han llegado a tener diferencias que en muchos casos son insalvables y que generan en la propia EEUU una polarización que esta llevando a la sociedad a niveles de confrontación no vistos en todo el siglo

En política internacional el punto de acuerdo es claro: ambos partidos creen que China es el principal rival de los EEUU en el escenario geoestratégico la política de relaciones internacionales es para ambos partidos un asunto de estado. Y hasta aquí los puntos en común.

Mientras los demócratas tienen como prioridad para frenar a China apoyarse en Europa, hacer frente a Rusia y mantener buenas relaciones con la UE. Fijan, además, a Extremo Oriente como otro de sus escenarios de influencia más importantes.

Los republicanos, por el contrario, coinciden en el análisis de que China es su principal rival pero tienen como escenario al que prestan más atención Oriente Próximo e Irán como rival principal en la zona. Además, tienen intención de recuperar influencia en América Latina y empezar a generarla en África. 

Todo esto configura a unos partidos políticos con importantes diferencias entre ellos, hasta el punto de que estas formaciones han llegado a tener diferencias que en muchos casos son insalvables y que generan en la propia EEUU una polarización que esta llevando a la sociedad a niveles de confrontación no vistos en todo el siglo.

Negar estas diferencias es negar la realidad o bien por desconocimientos de la política estadounidense o bien por una intención muy insana de reducir una elección muy importante al máximo ridículo en un ejercicio de eurocentrismo pedante difícil de soportar

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