El presidente electo de EEUU, Donald Trump.

El presidente electo de EEUU, Donald Trump. EP

Opinión EL APUNTE DEL DIRECTOR

Trump, el periodismo y otros ismos

Publicada

La incontestable victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos ofrece múltiples lecturas. No será aquí donde juzguemos al pueblo americano, porque honestamente creo que a menudo abundan la ignorancia sobre su idiosincrasia o directamente la desvergüenza tertuliana a la hora de escribir sobre lo que ocurre allí.

El arrollador triunfo del republicano, ese chocarrero salido de un programa televisivo detestable, quizás habla más de nuestras carencias para entender lo que pasa en el mundo.

El caso es que al hablar del nuevo presidende de EEUU se mentan el trumpismo, el populismo, el proteccionismo y otros muchos ismos. Veamos algunos de ellos.

Periodismo. Dicen algunos que el regreso a la Casa Blanca de Trump es algo así como la muerte de nuestro oficio. Por aquello de que no se penaliza la mentira y prevalecen las fake news. Hay motivos para la preocupación, por supuesto, pero ese diagnóstico es un tanto exagerado.

Ni el periodismo va a morir, porque no murió durante el primer mandato del republicano, ni aquí estamos para dar muchas lecciones, como acaba de verse en los bulos sobre la DANA de Valencia (vídeos fake, una cifra de 1.900 desaparecidos, el caso del parking Bonaire...).

De hecho, hay ejemplos del periodismo absurdo que se ha perpetrado en España en las últimas semanas precisamente al hablar de las elecciones norteamericanas.

Esos todólogos de las tertulias que hablaban del voto femenino o el voto negro como claves de una casi segura victoria de Kamala Harris. Esos amantes de las encuestas que en caso alguno pronosticaron lo que finalmente pasó. ¿Es necesario seguir?

Feminismo. La lucha feminista por la igualdad entre hombres y mujeres no ha influido en las elecciones del país más poderoso del planeta. Ni el derecho al aborto que reclaman las demócratas ni las condenas y acusaciones por actitudes machistas de Trump han servido para cambiar el resultado de las urnas. Desolador.

Racismo. O la xenofobia de Trump que aquí nos parece evidente no existe o no les importa a los estadounidenses o, lo que es peor y más probable, la cuestión migratoria es tan poderosa que cambia los parámetros más elementales en las sociedades.

Sea por lo que sea, ni los habituales comentarios racistas del ya presidente electo ni el famoso chiste contra los puertorriqueños de un cómico en el gran mitin republicano han movilizado a los votantes. O no los han movilizado como aquí se decía, claro.

Ecologismo. Quienes creemos ciegamente en la necesidad de apostar por las energías renovables para combatir el cambio climático estamos de enhoramala. Porque es de sobra conocido el desprecio que el nuevo presidente tiene por el cuidado de la ecología.

Como decíamos en el punto anterior, esta cuestión no es decisiva en Estados Unidos. Eso hay que asumirlo. Y quizás eso explica lo que no entendemos.

Abismo. Ahí es adonde nos puede llevar Trump con su política exterior -Ucrania ya tiembla-, con sus aranceles y con sus múltiples delirios. O quizás no sea para tanto. Aparquemos el catastrofismo. Aunque sólo sea porque el ganador es una mina para los periódicos.