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Mejor no meterse en líos, en boca cerrada no entran moscas, yo es que ni una cosa, ni la otra es preferible mantenerse neutro. Cada vez más estas expresiones empiezan a ser una constante en las conversaciones cuando un tema polarizante asoma a la conversación pública.

De hecho, hay quien piensa que de todo se puede polemizar, que en el ágora mediática cabe el debate sobre cualquier cosa, que la política puede alcanzar a batallar sobre cualquier cuestión nos guste o no nos guste el tema sobre el que se hable, al fin y al cabo de eso va la democracia ¿no?.

Rotundamente falso, la democracia no debe admitir debates que cuestiones los propios límites de la misma y que pongan en cuestión los Derechos Humanos o que supongan una merma de la libertad conquistada para el conjunto de la sociedad.

Los socialistas dicen que se la colaron por la puerta de atrás y que han solicitado la revocación del permiso

Por ese mismo motivo, hay que denunciar lo sucedido en el antiguo Salón de Sesiones del Senado. Bajo el techo de una de las Cámaras donde reside la soberanía popular se ha dado permiso para la celebración del cónclave ultraderechista contra el aborto, el feminismo y el colectivo LGTBIQ+ de la Red Política de Valores (Network for Values) encabezada por el chileno José Antonio Kast y como anfitrión local de esta aberración al ex ministro con José María Aznar, Jaime Mayor Oreja.

El Partido Popular tiene la mayoría de la Cámara y de la Mesa que es la que autoriza la cesión de salas. Los socialistas dicen que se la colaron por la puerta de atrás y que han solicitado la revocación del permiso, pero lo cierto es que la Inquisión neoconservadora se ha apoderado de un espacio conquistado por la democracia en aras al mantra de que de todo se puede poder debatir.

Desde Génova se desvinculan de la polémica aludiendo a esa máxima del respeto a la libertad de expresión. Pues no, decir que la tierra es plana no es libertad de expresión es simplemente necedad, incultura y no, no es una opinión respetable, es una mentira.

Tanto representantes del PP como de Vox han sido parte de esta infamia medieval en pleno siglo XXI

Atacar los derechos reproductivos de la mujeres, defender el alumbramiento tras una violación, apoyar las terapias de reconversión para homosexuales, considerar enfermas a las personas gays, pedir pena de muerte para los transexuales no es debatible, no es una opinión respetable que haya que rebatir. Es odio, dolor y la legitimación política para matar a chicos como Samuel, asesinado a golpes al grito de maricón.

Este Sanedrín conformado por 200 asistentes de 45 países diferentes son la punta de lanza de algo mucho más global. Un manto de lava que avanza despacio, pero incesante abrasando el suelo democrático generado durante décadas de lucha para la conquista de más derechos y una vida digna para todas la personas, amen a quien amen, tengan creencias religiosos o no o aspiren a la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.

Tanto representantes del PP como de Vox han sido parte de esta infamia medieval en pleno siglo XXI. Representantes de los Gobiernos de Meloni o de la Hungría de Viktor Orban entusiasmados con el advenimiento del mesías Donald Trump de nuevo a la Casa Blanca como faro de lo que denominan valores, cuando no son más que el privilegio de unos pocos.

Eutanasia, Aborto o matrimonio igualitario son cuestiones a las que los populares han votado sistemáticamente en contra. Sin embargo, prospectivamente sus votantes están a favor de la conquista de estos derechos mayoritariamente. Acaso antes de existir el aborto legal ¿no eran las niñas de familias ricas las que viajaban a Londres para hacer lo que aquí no se podía? ¿Es que no han ejercido el derecho a casarse representantes del Partido Polular del mismo sexo?.

Gabriel Rufían exhortaba a la Cámara a poner pie en pared contra la ultraderecha “están envalentonados como nunca, nos van a comer”

La semana pasada el portavoz de ERC, Gabriel Rufían, desde el escaño del Congreso exhortaba a la Cámara a poner pie en pared contra la ultraderecha “están envalentonados como nunca, nos van a comer”. Era su reacción al comentario machista del diputado de Vox, Pedro Fernández, que aulló “tómate la pastilla” a la representante de Podemos Martina Velarde.

Es la lengua de magma que se cuela desde las instituciones haciendo un ejercicio abrasivo de la libertad de expresión. Todas las opiniones son respetable o el dejemos que todo pueda ponerse en cuestión es el volcán ultra en plena erupción. Bien en América, bien en Europa no podemos quedarnos de brazos cruzados, en lo neutro, en el miedo a llamar la cosas por su nombre.  

No sé si esta frase atribuida a Dostoievski realmente la escribió él, lo que que sé es que su vigencia es más actual que en ningún otro momento de la historia y dice así:

"La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles" y no hay cosa más satisfactoria, ni más democrática que llamar a un necio por su nombre ¡Hágase!.