
Imagen de un usuario / EFE- GEMA GARCÍA
Hablar con los muertos
A través de la Inteligencia Artificial, podemos recuperar la voz de nuestros seres queridos e interactuar con ellos
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Estupefacta. Tal cual. Así me quedé hace unos días viendo en televisión, una información según la cual, y a través de la Inteligencia Artificial, podemos recuperar la voz de nuestros seres queridos e interactuar con ellos, a cambio por supuesto de un módico precio, y de jugar con los algoritmos.
El ejemplo era absolutamente clarificador, una hija hablando a diario con su madre fallecida y preguntándole temas tan cotidianos como qué tal había dormido, o si ya se había puesto guapa. En definitiva, hablando con los muertos, o mejor, con algo que simula la voz en este caso de tu madre, como si todavía estuviera entre nosotros.
La idea no sé si tiene algún tipo de efecto positivo, pero ya se visualizan los negativos, entre ellos, no afrontar el duelo de forma natural y correcta.
La aplicación sirve también para inventarse la pareja ideal y tratarla como si fuera real. Hace unos años habríamos dicho que esto era ciencia ficción. Hoy es real, tan real como puede hacerlo la IA, y por lo visto, hay quien paga por eso.
Ya se visualizan los efectos negativos, entre ellos, no afrontar el duelo de forma natural y correcta
Volviendo a las conversaciones con los muertos y partiendo de la premisa de que vivimos en una sociedad y en un mundo en el que se nos prepara para vivir a ser posible siendo lo más felices posible, pero no se nos educa ni de lejos, ni para la muerte propia, ni para la de nuestros seres queridos, la iniciativa resulta de lo más peregrina.
La IA desde luego ha llegado para quedarse, y la mayoría de nosotras la utilizamos sin ser ni siquiera conscientes de ello, pero como cualquier otro fenómeno tecnológico, va por delante de nuestras capacidades, y evoluciona de forma mucho más rápida de lo que el común de los mortales somos capaces de asimilar.
Todo ello conlleva una falta de normativa para actuar bajo parámetros éticos y reglados, que dificultan mucho el buen uso de las nuevas aplicaciones que los avances ponen a nuestra disposición, prácticamente a diario. El debate desde luego está en la calle. Las aplicaciones de la IA que vienen para ayudarnos, como todo lo nuevo, tiene cosas buenas y malas, y conviene aplicar el buen criterio y la lógica.
El problema una vez más es la accesibilidad con la que las nuevas tecnologías se presentan en sociedad, sin que hayan pasado en algunos casos los filtros necesarios para dar un buen uso a cada cosa, y ponerlas realmente a nuestro servicio.
Las aplicaciones de la IA que vienen para ayudarnos, como todo lo nuevo, tiene cosas buenas y malas, y conviene aplicar el buen criterio y la lógica
Ya prácticamente no se habla, o se habla menos de los puestos de trabajo que la IA nos iba a robar a los humanos. Parece que afortunadamente el tema se ha superado. Ahora toca hablar de ponerle cortapisas a todo eso que nos hace daño, no porque nazca para ser pernicioso, sino porque no lo utilizamos correctamente, y porque ni puede, ni debe estar al alcance de cualquiera.
Recientemente y hablando con un experto en IA se mostraba especialmente preocupado por los usos que la Inteligencia Artificial puede tener y tiene, en el mundo de la defensa. Un mal uso de la Inteligencia Artificial en este campo que precisamente ahora mismo es una cuestión de alcance, no sirve precisamente para construir, sino para sembrar muerte y destrucción. Poca broma teniendo en cuenta que las reglas del juego mundial, la geopolítica han cambiado de forma drástica en los últimos meses.
Hablar con los muertos a través de la IA puede ser para muchas personas absolutamente pernicioso y una forma nociva de afrontar la realidad de la muerte como un proceso doloroso pero vital. Además no tiene que venir la IA para que hablemos con los muertos algo que por cierto lleva haciéndose toda la vida. Los recordamos y a veces hablamos con ellos, lo que ya es más complicado sin IA es que nos contesten.
Todo parece indicar en cualquier caso, que emociones y algoritmo no siempre casan bien, así que cuidado. Quedémonos con lo bueno que el imparable fenómeno nos ofrece, que es mucho, y desestimemos lo malo.